Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La supervivencia de nuestro planeta depende del valioso vínculo entre el suelo y el agua. Más del 95% de nuestros alimentos proviene de estos dos recursos fundamentales. El agua del suelo, vital para que las plantas absorban los nutrientes, une nuestros ecosistemas y consolida una relación simbiótica que es la base de nuestros sistemas agrícolas. Sin embargo, debido al cambio climático y la actividad humana, nuestros suelos se están degradando, lo que ejerce una presión excesiva sobre nuestros recursos hídricos. La erosión altera el equilibrio natural, reduciendo la infiltración de agua y su disponibilidad para todas las formas de vida. El Día Mundial del Suelo se celebra anualmente cada 5 de diciembre desde 2014, año en el que la Organización Nacional de las Naciones Unidas (ONU) designó esta fecha a propuesta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) un año atrás. Se decidió el 5 de diciembre porque coincidía con el cumpleaños del Rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, querido monarca fallecido en 2016 y uno de los grandes promotores de esta idea. Pero sus orígenes se remontan a 2002, gracias al impulso de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), la cual propuso este evento en el marco de la Alianza Mundial por el Suelo, un foro colaborativo surgido ante la necesidad de compartir experiencias sostenibles para recuperar un suelo que pensábamos era un recurso infinito. La Alianza, puesta en marcha por la FAO en Roma, el 7 de septiembre de 2011, tiene la finalidad de aplicar las disposiciones de la Carta Mundial de los Suelos de 1982, concienciar a los encargados de la toma de decisiones sobre la importancia de los suelos para la seguridad alimentaria, así como para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos, y motivar que estos adopten medidas al respecto. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) participa en la Alianza Mundial por el Suelo, consciente de la importante función que la ciencia y la tecnología nucleares deben desempeñar en la gestión eficiente del suelo y el agua. Tanto nuestra salud como la del planeta dependen de las plantas, pues estas nos proporcionan el 80% de los alimentos que ingerimos y el 98% del oxígeno que respiramos. Aun así, no se las protege lo suficiente y por ello enfrentamos problemas de gran magnitud, como la degradación de los suelos. Según la FAO, alrededor de un tercio de los suelos del mundo se han deteriorado debido al cambio climático, la contaminación o prácticas agrícolas deficientes e insostenibles. Según esa organización, cada año se degradan unos 50 mil kilómetros cuadrados, una superficie tan grande como la totalidad de Costa Rica. Desde hace unos 60 años, el OIEA y la FAO asisten a los países en la aplicación de técnicas nucleares, isotópicas y de base nuclear en la agricultura. Por ejemplo, el Centro Conjunto FAO/OIEA ayudó a los agricultores de la República Democrática Popular Lao, a aumentar el rendimiento del arroz en un 60% mediante la aplicación de mejores prácticas de gestión del suelo y de los nutrientes. El Centro también contribuyó a que científicos de Kenia mejoraran la gestión del agua y los nutrientes para optimizar el rendimiento de los cultivos y aumentar la resiliencia del suelo. Más recientemente, el OIEA ha venido colaborando con expertos en Costa Rica para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que se producen como consecuencia del uso de fertilizantes en la agricultura, al tiempo que se mejora el rendimiento de los cultivos de arroz. Fertilidad del suelo La fertilidad del suelo es la capacidad que tiene el terreno para sustentar el crecimiento de las plantas y optimizar el rendimiento de los cultivos. Ello puede potenciarse por medio de fertilizantes orgánicos e inorgánicos que nutran el suelo. Las técnicas nucleares proporcionan datos útiles que mejoran la fertilidad del suelo y la producción de cultivos, al tiempo que reducen al mínimo el impacto medioambiental. El suelo es “fértil” cuando proporciona nutrientes esenciales a las plantas y cuenta con condiciones químicas, físicas y biológicas favorables para su crecimiento. Las plantas necesitan 18 nutrientes esenciales para su propio desarrollo y para producir alimentos saludables; 3 de ellos provienen de la atmósfera y son absorbidos durante la fotosíntesis y los otros; 15 provienen del suelo. Por desgracia, muchas de las prácticas agrícolas actuales suponen un cultivo constante que no prevé la reposición de los nutrientes que los cultivos han absorbido del suelo, lo que provoca una disminución gradual de su fertilidad. La contribución de las técnicas nucleares e isotópicas Los isótopos nitrógeno 15 y fósforo 32 se utilizan para rastrear los movimientos de fertilizantes nitrogenados y fosforados marcados presentes en el suelo, los cultivos y el agua, lo que proporciona datos cuantitativos acerca de la eficiencia del uso, el movimiento, los efectos residuales y la transformación de esos fertilizantes. Esa información es valiosa para idear estrategias de aplicación de fertilizantes mejoradas. La técnica isotópica del nitrógeno 15 también se utiliza para cuantificar la cantidad de nitrógeno fijado en la atmósfera, mediante la fijación biológica de nitrógeno por los cultivos de leguminosas. La firma isotópica del carbono 13 ayuda a cuantificar la incorporación de residuos de cultivo para mejorar la estabilización y la fertilidad del suelo. Esta técnica también permite evaluar los efectos, en la humedad y la calidad del suelo, de medidas de conservación como la incorporación de residuos de cultivo. Gracias a esta información, se puede localizar el origen y la contribución relativa de diferentes tipos de cultivos a la materia orgánica del suelo. Las investigaciones desarrolladas en el ININ se han orientado a optimizar la técnica de producción de biofertilizantes a corto plazo, para convertir la técnica en la alternativa principal de los productores de regiones donde prevalecen condiciones de sequía y baja disponibilidad de nutrientes del altiplano mexicano. El impacto positivo de la tecnología nuclear aplicada en el sector de la agricultura es de suma trascendencia. El aumento de la conciencia ecológica facilitará la generación de alternativas de producción sustentable donde los biofertilizantes son una pieza clave. Mejorar tecnológicamente las características de la naturaleza y al mismo tiempo cuidar de ella es posible gracias a la ciencia nuclear. El Día Mundial del Suelo y su campaña tienen como objetivo concienciar sobre la importancia y la relación entre el suelo y el agua, para lograr sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes. La tecnología transforma la agricultura en Latinoamérica Los suelos sanos son esenciales para la producción de alimentos nutritivos y de calidad. Sin embargo, la degradación del suelo amenaza la seguridad alimentaria, especialmente en regiones como Latinoamérica, donde la agricultura es un pilar económico. La erosión y la pérdida de fertilidad del suelo pueden reducir significativamente la productividad agrícola, afectando a toda la cadena de suministro alimentaria. En países como México, Colombia y Perú, la degradación del suelo es un desafío creciente. Factores como la deforestación, prácticas agrícolas insostenibles y el cambio climático contribuyen a la erosión y pérdida de nutrientes del suelo. En México, por ejemplo, se ha observado una relación directa entre la erosión de suelos agrícolas y la carencia alimentaria en ciertas regiones. Tecnologías para la recuperación y conservación del suelo La agricultura de precisión utiliza tecnologías como drones, sensores y sistemas de información geográfica para monitorear y gestionar los campos de manera más eficiente. En México, la adopción de estas tecnologías ha permitido a los agricultores optimizar el uso de insumos y mejorar la salud del suelo, reduciendo la erosión y aumentando la productividad. Biofertilizantes: El uso de biofertilizantes y enmiendas orgánicas contribuye a la restauración de la fertilidad del suelo sin recurrir a químicos sintéticos. Estas prácticas promueven la actividad microbiana beneficiosa y mejoran la estructura del suelo, resultando en cultivos más saludables y sostenibles. Agricultura regenerativa: La implementación de técnicas de labranza mínima y agricultura regenerativa ayuda a preservar la estructura del suelo y su biodiversidad. Estas prácticas reducen la erosión, mejoran la retención de agua y aumentan la materia orgánica del suelo, fortaleciendo la resiliencia de los sistemas agrícolas frente al cambio climático. Prácticas sostenibles aplicadas en la industria alimentaria La rotación de cultivos y el uso de cultivos de cobertura son prácticas que mejoran la salud del suelo y la productividad agrícola.En México y otros países de Latinoamérica, estas técnicas han demostrado ser efectivas para reducir la erosión y aumentar la fertilidad del suelo. La reutilización de residuos agroindustriales como compost y abonos orgánicos enriquece el suelo y reduce la dependencia de fertilizantes químicos. En nuestro país, empresas como Grupo Bimbo han implementado prácticas sostenibles en su cadena de suministro, promoviendo la conservación del suelo y la biodiversidad. A través de programas de reforestación y agricultura sostenible, han contribuido a la salud del suelo y al desarrollo rural. La implementación de prácticas sostenibles en el manejo del suelo puede reducir costos operativos al disminuir la necesidad de insumos químicos y mejorar la eficiencia del uso del agua. Esto se traduce en una mayor rentabilidad para los productores y una cadena de suministro más sostenible. Además, los suelos saludables incrementan la productividad agrícola, lo que beneficia a la industria alimentaria al asegurar un suministro constante y de calidad de materias primas. Esto es especialmente relevante en países como México, donde la agricultura representa una parte significativa de la economía. Beneficios para el comercio internacional de alimentos La salud del suelo tiene un impacto directo en la competitividad y la capacidad de los países para posicionarse en el comercio internacional de alimentos. Los suelos bien gestionados generan cultivos de mayor calidad, aumentando su valor en mercados globales y fortaleciendo la posición de los países exportadores. Para países como México, Colombia y Perú, cuyos productos agrícolas tienen una alta demanda internacional, mejorar la calidad de sus suelos se traduce en importantes ventajas comerciales. Mejora en la calidad de los productos agrícolas La calidad del suelo afecta directamente las características organolépticas, nutricionales y de inocuidad de los alimentos.Cultivos como el aguacate mexicano, el café colombiano o las frutas peruanas son altamente valorados por su calidad, pero esta depende en gran medida de un manejo adecuado del suelo. Los consumidores internacionales, especialmente en mercados de alta exigencia como Estados Unidos o Europa, demandan productos certificados y sostenibles, estándares que solo pueden cumplirse con suelos saludables. Aumento de la productividad y competitividad El cuidado del suelo mejora la productividad agrícola, lo que permite a los productores satisfacer la creciente demanda sin necesidad de expandir las áreas de cultivo. Este enfoque no solo preserva los ecosistemas naturales, sino que también reduce costos operativos al optimizar el uso de recursos.Por ejemplo, en México, la incorporación de prácticas regenerativas y de precisión ha permitido a los agricultores aumentar los rendimientos de cultivos clave, como el maíz y el jitomate, destinados al comercio internacional. Cumplimiento de estándares globales de sostenibilidad Los mercados internacionales valoran cada vez más los alimentos producidos de manera sostenible. Certificaciones como Global GAP, Rainforest Alliance o Fair Trade requieren prácticas agrícolas que incluyan la conservación del suelo. Países latinoamericanos que adopten estas prácticas tendrán acceso preferencial a estos mercados, aumentando sus ingresos por exportaciones y asegurando contratos a largo plazo con compradores internacionales. Mayor diversificación de mercados La mejora de los suelos no solo incrementa la cantidad y calidad de los productos, sino que también facilita la diversificación hacia cultivos más rentables y demandados globalmente. Por ejemplo, Perú ha logrado expandir sus exportaciones de súper alimentos como la quinua, mientras que Colombia está incrementando su participación en el mercado global de frutas exóticas. Estos logros son posibles gracias a iniciativas que priorizan la regeneración y el manejo adecuado del suelo. Iniciativas globales y regionales para la conservación del suelo La conservación del suelo es un objetivo esencial en la agenda global y regional debido a su impacto directo en la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico. Diversas iniciativas internacionales y regionales buscan mitigar la degradación del suelo, promover prácticas agrícolas sostenibles y garantizar la resiliencia de los ecosistemas. Principales iniciativas enfocadas en la conservación del suelo en Latinoamérica Alianza Mundial por el Suelo (Global Soil Partnership, GSP) Liderada por la FAO, la GSP trabaja para coordinar esfuerzos globales en la gestión sostenible del suelo. Sus objetivos incluyen: Monitoreo del estado de los suelos: La creación de bases de datos globales, como el Sistema de Información de Suelos del Mundo (WOSIS), permite el análisis detallado de la salud del suelo. RECSOIL (Restauración de Carbono en el Suelo): Promueve el secuestro de carbono en suelos agrícolas como una herramienta para mitigar el cambio climático. Directrices voluntarias para el manejo sostenible del suelo: Establecen estándares y mejores prácticas para agricultores y gobiernos.El conocimiento del suelo permite mejorar la agricultura, creando diversidad de cultivos que beneficien los bosques. Foto: Freepik. Década de la restauración de ecosistemas (2021-2030) La ONU declaró esta década como un periodo para abordar la degradación ambiental, incluyendo la restauración de suelos. Esta iniciativa busca movilizar recursos globales y coordinar esfuerzos entre países para regenerar suelos erosionados, mejorar la biodiversidad y restaurar ecosistemas productivos. Programa de acción subregional para América Latina y el Caribe (SRAP) Impulsado por la UNCCD, este programa busca abordar problemas específicos de desertificación y degradación del suelo en Latinoamérica. Se enfoca en la restauración de suelos en zonas semiáridas, capacitación y transferencia de tecnología a pequeños agricultores y fortalecimiento de políticas públicas orientadas a la sostenibilidad. Plataforma regional sobre agricultura sostenible y cambio climático Esta iniciativa conecta a países de Latinoamérica para desarrollar estrategias agrícolas resilientes que protejan los suelos. Promueve prácticas como la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura y la implementación de sistemas agroforestales. Iniciativa 20x20 Esta colaboración internacional busca restaurar 50 millones de hectáreas de tierras degradadas en Latinoamérica para 2030. México, Colombia y Perú están entre los principales participantes. La iniciativa combina financiamiento público y privado para proyectos que regeneren suelos y aumenten la productividad agrícola. En México y Latinoamérica, estas acciones no solo están contribuyendo a restaurar suelos degradados, sino también a garantizar la seguridad alimentaria y fortalecer la competitividad económica en los mercados internacionales. Con información del Gobierno de México y The Food Tech.