WASHINGTON, EU.- El Departamento de Estado ha incluido a México en la lista de países que forman parte de su coalición contra la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI), aunque lo ha hecho como nación que ha ofrecido su respaldo político y testimonial, pero no una aportación específica a una campaña que ha demandado de una importante inversión de capital político por parte del presidente Barack Obama para conseguir un inequívoco cierre de filas entre la comunidad internacional. Al igual que países como Andorra, Bosnia, Lituania, Macedonia, Malta, Moldova, Marruecos, Portugal, Serbia, Eslovenia, Túnez y Ucrania, México forma parte del pelotón que ha manifestado su respaldo político, pero ningún tipo de asistencia militar o humanitaria. La inclusión de México en esa categoría supone la incorporación de la única nación del Hemisferio Occidental, un dato que ha puesto de manifiesto el inicio de una nueva era de cooperación del gobierno mexicano en el marco de las misiones que cuentan con el respaldo de la Organización de Naciones Unidas (ONU). La difusión de la lista de 62 países que han decidido sumarse a la cruzada contra el Estado Islámico (EI) se ha producido en medio de intensas negociaciones para ofrecer una imagen de unidad internacional y para asegurar el respaldo militar de países como Francia, el Reino Unido, Canadá y Alemania. Pero, sobre todo, de las naciones del bloque árabe que incluyen a Bahrein, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Qatar y que permiten a Estados Unidos demostrar que su cruzada contra el Estado Islámico (EI) no puede interpretarse en clave de "choque entre civilizaciones", ni como una guerra de Occidente contra el islam. Aunque la ayuda o apoyo que ofrecen todas y cada una de las 62 naciones que enlista el Departamento de Estado es de carácter dispar, su sola conformación ha permitido al gobierno de Barack Obama contrarrestar las críticas internacionales a la expansión de su estrategia militar hacia Siria. Pero, sobre todo, contener el embate que a nivel interno ha tenido que afrontar desde las filas del partido republicano. Precisamente, nada más reconocer que su gobierno subestimó las capacidades del Estado Islámico en Irak y Siria, el presidente Obama se enfrentaba a una tormenta de críticas y obligaban a su administración a entrar en una apurada campaña de control de daños para evitar que los republicanos saquen una jugosa partida del caos e ingobernabilidad que han obligado a Estados Unidos a retornar a un escenario de conflicto que creían en el pasado. "Nadie podía prever la velocidad en la que las fuerzas del Estado Islámico penetraron en Irak, beneficiándose del ambiente de descontento entre los altos mandos militares de ese país. Nadie podía saber de antemano la forma en que el ejército iraquí colapsó", aseguró este lunes el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, al tratar de contrarrestar las críticas que le han llovido al presidente tras reconocer que su gobierno desestimó al EI. Entre quienes han decidido ponerse al frente de pelotón de fusilamiento contra Obama se encuentra el senador republicano por Arizona, John McCain, quien ha acusado al presidente de haberse equivocado al no dejar una fuerza militar residual en Irak que habría evitado el resurgimiento de una amenaza que se ha extendido hacia Siria. "Nosotros le advertimos al presidente sobre este riesgo. Le dijimos que era ver en cámara lenta el descarrilamiento de un tren", aseguró este lunes McCain al insistir en que el presidente se equivocó al no dejar una fuerza militar residual que, desde su punto de vista, habría evitado el colapso del ejército iraquí ante el avance de las fuerzas del EI desde Siria. "Insisto, esta crisis es consecuencia directa de la decisión de no dejar un contingente militar que cubriera la retirada de Irak y respaldara al ejército iraquí en fase de transición", enfatizó McCain. El senador republicano por Texas se olvidó de mencionar, sin embargo, que si Estados Unidos decidió no dejar una fuerza militar residual tras la negativa del gobierno del entonces primer ministro iraquí Nouri al-Maliki, quien rechazó ofrecer inmunidad a las tropas estadounidenses que formarían parte de esa fuerza de contención. En reiteradas ocasiones, el presidente Obama ha insistido en que su gobierno no pudo imponer el despliegue de una fuerza residual contra la voluntad del gobierno iraquí, una posición que sólo se modificó tras la caída de ciudades como Mosul y el avance de las fuerzas del EI hacia Bagdad. Por otro lado, la Casa Blanca insistió este lunes en el hecho de que la campaña militar contra el Estado Islámico no es una guerra entre Estados Unidos y estas fuerzas yihadistas, sino una confrontación entre una coalición de naciones que incluyen a 62 naciones -entre ellas seis del mundo árabe-, que consideran que el EI se ha convertido en una amenaza contra la seguridad global. A pesar de esta coalición que ha decidido arrimar el hombro con Estados Unidos, entre un considerable sector de los ciudadanos (36% según la encuesta difundida este lunes por la cadena CNN) considera que decisión de enviar tropas a Irak o a Siria será inevitable en algún momento del conflicto, una posibilidad que sigue estando en el alero a pesar de la certeza mostrada por el presidente Obama de que no enviará tropas para dejarse arrastrar a una guerra que muchos consideran que podría durar una década más.