Una gran afluencia de extranjeros se observa en esta ciudad, principalmente de Centroamérica, desde hace dos años, cuando modificaron la ruta para llegar a la frontera norte y luego a Estados Unidos. Las operaciones del Grupo Beta de Protección a Migrantes del Instituto Nacional de Migración (INM), tuvieron que incrementarse para garantizarles alimentación, alojamiento, atención médica y la defensa de sus derechos ante diversas autoridades. El personal del Grupo Beta se ha encontrado con historias dramáticas, que empiezan por el rechazo de los migrantes a quienes les ofrecen ayuda, porque tienen miedo de tener contacto con las policías y se protegen entre grupo de agresores. María Rosario Pérez, agente del Grupo Beta de Tuxtla Gutiérrez, comentó que lo más importante en su labor es el migrante, sus derechos, su familia, su seguridad, nadie, dijo, tiene derecho a causarle agravio, aun cuando su estatus migratorio sea indocumentado. Mencionó que el Grupo Beta es muy pequeño, a nivel nacional y estatal. Se ubica en Tuxtla Gutiérrez, Arriaga, Comitán, Palenque y Tapachula, y funciona con limitaciones económicas, y su labor llega hasta donde le permite su capacidad económica. A veces, agregó, tienen para ofrecer al migrante atún, papa caliente, agua, café y galletas. Detalló que los migrantes provienen en su mayoría de Guatemala, Honduras, El salvador, Nicaragua y otras nacionalidades restringidas, pero todos demandan protección de las policías y de las bandas delictivas. Refirió que el mayor paso donde está muy presente el Grupo Beta se registra en los municipios de La Concordia y Ángel Albino Corzo, en la presa La Angostura, donde a diario se observan unos 100 migrantes, o más. Reveló que una situación que le marcó su vida, es que pudo rescatar, hace cinco años, a una menor de 12 años de Honduras que era violada en el trayecto hacia Chiapas por el hermano del padrastro. En las oficinas del Grupo Beta en esta ciudad, resaltó que la presencia de mujeres en la institución ha sido fundamental, debido a que las mujeres víctimas tienen más confianza y se dejan ayudar. Dijo que tras detectar la agresión a la menor se presentaron demandas y con el acompañamiento de sacerdotes de la diócesis de Tapachula, en el municipio de Arriaga, se vigiló al agresor y la policía entró a un templo a detenerlo. Esta experiencia para mí fue muy satisfactoria porque pude ayudar a esa niña a que ya no la siguieran violando. Grupo Beta acompañó a la menor en su denuncia, hubo seguimiento y el agresor hasta hoy sigue preso, apuntó. Luego de proporcionarle atención médica, alimentaria, asesoría jurídica y psicológica, la menor fue deportada a su lugar de origen, aunque hubo momentos en que la Procuraduría General de la República (PGR) y el INM querían despojar a la menor de manos de los agentes Beta por ser indocumentada. A su vez, reconoció la labor humanitaria de la sociedad civil y de la Iglesia Católica en favor de los migrantes, y pidió confianza a los migrantes, con el fin de que los agentes del Grupo Beta puedan actuar para protegerlos. Como este caso, recordó, hay muchos, son vivencias que marcan la vida para siempre. Los migrantes huyen de las policías, de los tres niveles de gobierno y lo que siempre solicitan es apoyo alimentario, ya que a veces son despojados de lo poco que traen. Por su parte, Denis Alexander Bustillo, originario de San Pedro Sula, Honduras, narró que salió de su lugar de origen hace un mes, lleva una semana en la capital de Chiapas y espera partir en unos días más para llegar a Estados Unidos a finales de julio. Señaló que salió de su casa con dos mudas de ropa, una carga en la mochila, le acompañaban cinco mil lempiras -unos mil 500 pesos mexicanos, en el trayecto ha gastado una parte y la otra se la quitaron presuntos policías en el municipio de Tapachula. En algún momento pudo esconderse junto con otros compañeros de Honduras en un autobús de pasajeros, pero en un aparente retén, con el pretexto de no detenerlos les pidieron 500 pesos, 200 pesos, 100 pesos, nuestras ilusiones y esperanzas parecían diluirse. Queremos llegar a Estados Unidos, buscamos un futuro mejor para nuestros hijos, tengo esposa y tres hijos, dos van a la escuela, no tengo dinero, la pobreza impacta, la moneda no vale, pero en el camino me han despojado, dijo en entrevista. Antes la situación era más fácil para el migrante, se subía al tren, se aseguraba y trataba de cruzar México, pero la prohibición nos ha obligado a cambiar la ruta para caminar, protegernos de las policías y de las bandas delictivas, afirmó. Junto con 15 compañeros busca aventón, en las noches llegan a la casa del migrante en la capital, se refugian en las gasolineras para dormir, piden cooperación a la población, se cuidan entre todos. Narró que en Estados Unidos tiene familiares que llegaron hace 15 años con empleo en la industria de la construcción y aspira al igual que sus amigos, conseguir trabajo para enviar dinero a los suyos. Mi esposa e hijos se quedaron llorando, nos despedimos, no sabemos si regreso, si nos volveremos a encontrar, la aspiración es el sueño americano, desde hace una semana no me he comunicado con ellos, pero confío en que vamos a triunfar. Mientras tanto, su compañero, también de San Pedro Sula Honduras, Alfredo Delgado Cali, expuso que el sueño es llegar a Estados Unidos, no es otro, abandonamos la familia por necesidad, en el camino hemos hecho amigos entre los migrantes para ayudarnos y protegernos. Los primeros en despojarnos son presuntos policías y no respondemos a las agresiones porque somos personas de paz y de bien, manifestó. Refirió que en los últimos 15 días llegaron procedentes de Honduras, El Salvador y Nicaragua 25 indocumentados, se han dispersado por las calles y cruceros de Tuxtla Gutiérrez y solo piden un peso para continuar su recorrido. Piden ayuda económica a los pasajeros del transporte colectivo en varios puntos de la ciudad, hay quienes nos apoyan, otros nos rechazan, discriminan, pero no hacemos mal a nadie, vamos con la intención de llegar a Phoenix, primero, luego donde nos podamos instalar mejor, explicó. Vamos por un sueño, por ilusiones, por esperanzas, por el deseo de que la situación de nuestra familia cambie, que nuestros hijos puedan estudiar y para ello, es fundamental el apoyo de los mexicanos con una moneda, con comida o con alojamiento, puntualizó.