Notimex / La Voz de Michoacán Ciudad del Vaticano. Un día después de la Pascua, el Papa Francisco lanzó un llamado para que las personas secuestradas o injustamente privadas de la libertad sean liberadas y puedan volver a sus casas. En la celebración del “lunes del Ángel”, conocida en Italia como la “pascueta”, el líder católico impartió su bendición a más de 20 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano con quienes rezó la oración mariana del “Regina Coeli” (Reina del cielo). Invocamos el don de la paz para todo el mundo, especialmente para las poblaciones que más sufren a causa de los conflictos en curso”, dijo este mediodía, asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico. Antes, en una reflexión, llamó a no encerrarse en lo privado ni en el propio grupo, porque todos los cristianos están llamados a cuidar a los hermanos, especialmente de los marginados. Subrayó que no se puede alcanzar el bien común ni la justicia sin fraternidad, porque solamente compartiendo fraternalmente se puede realizar una “auténtica comunidad eclesial o civil”; de lo contrario, “existe solamente un conjunto de individuos movidos por los propios intereses”. Jorge Mario Bergoglio recordó que el día después de Pascua se celebra a los ángeles porque fueron estos quienes comunicaron que Jesús había resucitado a las mujeres que lo fueron a buscar y encontraron el sepulcro vacío. “¡Es bello este anuncio! Podemos decirlo todos juntos ahora: En verdad, el señor ha resucitado”, señaló, pidiendo a los presentes que repitiesen con él, varias veces, la misma frase. Constató que en esta fiesta se convive con la familia, compartiendo con los seres queridos, porque gracias a la resurrección se abatieron los muros de la división entre los hombres y se reestableció la paz, comenzando a tejer la red de una nueva fraternidad. Por eso, invitó a redescubrir la fraternidad, sin la cual no puede existir un compromiso por el bien común ni la justicia social. “No podemos encerrarnos en lo privado, en nuestro grupo, pero estamos llamados a ocuparnos del bien común, a cuidar a los hermanos, especialmente de los más débiles y marginados”, ponderó. "Solamente la fraternidad puede garantizar una paz duradera, puede derrotar la pobreza, puede apagar las tensiones y las guerras, puede extirpar la corrupción y la criminalidad”, estableció.