Redacción / La Voz de Michoacán El episodio del lavatorio de los pies tiene lugar durante la Última Cena y aparece narrado en el Evangelio de San Juan. Durante la Última Cena, Jesús se levantó de la mesa, se quitó los vestidos, se ciñó una toalla y echó agua en un lebrillo. Entonces se puso a lavar los pies de sus apóstoles. Jesús nos ofrece con este acto un testimonio de la vocación que tiene la Iglesia y nosotros, los fieles, al servicio del mundo y de los más necesitados. Jesús quiere realizar con esta acción un ejemplo de servicio y de humildad, y ordena a los lavados que hicieran lo mismo que él había hecho con ellos. El único de los doce apóstoles que cuestionó esta acción de Jesús fue Pedro, quien le llegó a decir: "No me lavarás los pies jamás", pues entendía esto como una humillación de su Señor hacia él, su discípulo. Jesús le respondió: "Si no te lavo no tienes parte conmigo". A lo que Pedro replicó: "Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza". A través de este gesto queda muy claro la misión de la Iglesia en el mundo: servir. «Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros» (Jn 13, 15) La Iglesia siguiendo el ejemplo de Cristo está al servicio de la humanidad. Por tanto, todos aquellos que formamos la Iglesia estamos llamados a servir a los que nos rodean.