Una cruda realidad migratoria, en fotografía: Valeria y Aylan, los pequeños que se quedaron en el camino

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Foto: Internet. El pequeño sirio y la bebé salvadoreña han sido un crudo ejemplo de la crisis migratoria que se vive a nivel mundial.

Redacción/ La Voz de Michoacán

 

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Morelia, Michoacán. Huyendo de la miseria, con la esperanza como mejor aliada y la muerte como estación final, miles de familias emprenden el camino de la migración. Un crudo ejemplo que retrató esta realidad fue el caso de Valeria, la niña de un año 11 meses que murió junto a su padre, al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.

Su fotografía recordó la del niño sirio Aylan, quien fue retratado en las costas turcas durante la crisis de los refugiados de 2015. Esta imagen, así como la reciente foto de Valeria han dado la vuelta al mundo.

Era de madrugada, el 2 de septiembre de 2015 y en las costas de Kos, la isla griega frente a la costa turca, yacía muerto el pequeño Aylan, más cadáveres flotaban en el mar.

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Demir, fue la fotógrafa que capturó la triste imagen, enmarcada en la crítica llegada de miles de migrantes a Grecia. "Cuando vi a Aylan, de tres años me quedé petrificada", contó a la agencia turca en la que labora.

Vi a Aylan Kurdi, que yacía boca abajo sin vida en la arena, con su camiseta roja y su pantalón azul oscuro. La única cosa que podía hacer era hacer oír su protesta. En ese momento, yo creía que sería capaz de lograrlo presionando el obturador de mi cámara y tomé su foto", relató luego de que la fotografía cimbrará a millones de personas.

 

Ahora, cuatro años después, la pobreza y la frustración siguen llevando a millones de familias a salir de sus países en busca de una vida mejor. La frontera entre México y Estados Unidos es uno de los escenarios donde más se cristaliza este fenómeno.

 

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El pasado domingo, otra cruda imagen sacudió al mundo, fue la de Valeria, la pequeña salvadoreña de un año y 11 meses que fue retratada boca abajo a la orilla del río del lado mexicano.

La mitad del cuerpo de la bebé estaba entre la camiseta y el torso de su padre, un hombre salvadoreño de 25 años. “Me quedé con un vacío que no lo puede llenar nadie… le dije que no se fuera y, de tener que hacerlo, la dejara… pero se ve que él la quiso proteger hasta el último momento”, compartió con un nudo en la garganta Rosa Ramírez, la madre de  Óscar Alberto Martínez Ramírez, padre de la niña.

 

 

Abraham Pineda Jácome, de la Agencia Efe, fue el fotógrafo que capturó la imagen que retrata la tragedia que se produce en medio de un recrudecimiento de la política migratoria mexicana, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

 

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El domingo les reportaron que había migrantes ahogándose en el río Bravo, relató Pineda, y señaló que ello generó un operativo de rescate que tuvieron que suspender porque llegó la noche.

“En ese lugar no había luz y la visibilidad era nula, así que no se podía hacer nada. El día siguiente a las 9 de la mañana lo retomaron. Yo ya estaba en el lugar esperando a que se reanudaran las actividades… se inició la búsqueda en el río. Una hora después, agentes que estaban en tierra le comunicaron que habían sido hallados dos cuerpos flotando en el agua, arrastrados a la orilla”, mencionó el fotógrafo.

 

 

Angie Valeria Martínez Avalos y Aylan Kurdi, dos nombres detrás de fotografías que han dado la vuelta al mundo, dos historias que reflejan el drama de la crisis migratoria, que evidencian la pobreza y la desigualdad.

¿Son capaces esas fotos de concienciar y cambiar algo? Los comisarios de la exposición ¡A las puertas del paraíso!, en el Centro Conde Duque, de Madrid, los franceses François Cheval y Audrey Hoareau, lanzaron una fuerte consigna: “Estamos hartos de ver fotos de niños muertos. No sirven para cambiar las cosas. Queremos algo que invite, de verdad, a la reflexión”.

Pero ¿Será que el grito de una imagen no puede hacer nada? Samuel Aranda, premio Ortega y Gasset de fotografía y también ganador de un World Press Photo, considera que sí. Él, opina que se pueden cambiar “pequeñas y grandes cosas”.