PUNTO NEURÁLGICO Luis Sigfrido Gómez Campos Hace muchos años escuché una crítica a la izquierda mexicana. Esa crítica decía: “la izquierda no tiene otra bandera más que el 2 de octubre del 68”. Recuerdo que ese comentario me pareció injustificado porque cualquiera que hubiera sido la causa del conflicto, la muerte de tantos estudiantes, algún día tendría que ser entendida de otra manera. La muerte no es deseable; y menos la muerte causada por fuego de metralla a jóvenes indefensos. Ha muchos años de ese terrible acontecimiento, 49 para ser más precisos, mucha tinta se ha derramado para contar las versiones de esa tragedia; sin embargo, la herida aún está viva, aún sangra y en términos históricos, se dice, es muy temprano para sacar conclusiones definitivas. La historia se está encargando de juzgar y hacer su veredicto definitivo, pero la sociedad actual ha venido cargando sobre su espalda el peso de la terrible carga emocional de ese acontecimiento. Como las grandes tragedias, la historia del 68 se convirtió entre otras cosas en un mito. No existe persona que haya sido joven menor de 35 años en ese año aciago, que haya vivido en el Distrito Federal y que no haya estado presente en Tlatelolco. Es más he escuchado muchas personas, sobre todo del sexo masculino, que nacieron el mismo año que yo y que aseguran haber estado presentes. Eso, simplemente, es materialmente imposible. En esa fecha yo tenía sólo 11 años, y la marcha política que concluiría en Tlatelolco era una manifestación de jóvenes universitarios, no de niños. De cualquier modo, todo esto, no quita lo lamentable a esta tragedia. Ese sentido mítico le hace daño a la historia porque no permite que se cuente sin añadidos y matices, y se narre de manera cruda tal y como fue. La historia en sí es demasiado terrible como para intentar completarla con nuestra pobre versión. Cualquier aditamento ayuda a darle ese sentido ficticio que la historia no necesita. Gabriel García Márquez describe en su célebre obra Cien años de soledad, cómo a José Arcadio Segundo le tocó vivir la matanza de obreros de la empresa bananera United Fruit Company, cómo fueron conducidos en un vagón de un tren para ser llevados y arrojados al mar como bananos de rechazo, y cómo todo ese trágico episodio de la vida de Macondo, donde según cálculos del propio José Arcadio Segundo, hubo aproximadamente 3 mil muertos, quedó en el olvido como si nunca hubiera existido. García Márquez había retomado una vieja historia de la muerte de unos obreros en Colombia para aderezarla con su realismo mágico y contarla dentro de su novela, pero en la realidad hubo menos cantidad de muertos. En una entrevista para la televisión británica García Márquez explicó que tuvo que plasmar esa cifra, ya que poner un número reducido de muertos en un libro donde todo era descomunal, donde tenía que llenar un ferrocarril de cadáveres, no daba coherencia a la narración. Y así quedó, en la masacre de Aracataca ocurrida el 6 de diciembre de 1928, hubo por lo menos 3 mil muertos porque así lo dijo Gabo. En México la cifra oficial de muertos el 2 de octubre de 1968 es incierta. El presidente Díaz Ordaz, en un comunicado de prensa manifestó que había 26 personas muertas, mil 43 detenidas y 100 heridas; el Consejo Nacional de Huelga CNH, reportó el día 6 de octubre de 68, 100 personas muertas y miles de heridas; Julian Petiffer, corresponsal de la BBC de Londres en México, quien estuvo presente en los hechos estimó que por lo menos hubo 200 muertos; el periodista británico John Rodda estimó la cifra en 267 muertos y mil 200 heridos; informes desclasificados de la embajada de los Estados Unidos refieren que fueron entre 150 y 200 las víctimas; la lápida conmemorativa en la Plaza de las Tres Culturas sólo da cuenta de 20 nombres, aunque aclara que pueden ser muchos más. Se dice que necesitamos conocer la historia para no cometer los errores del pasado, por ello, en un esfuerzo por conocer la verdad de lo que ocurrió ese aciago día, en 1993 se constituyó una comisión gubernamental para conocer la verdad, la cual no obtuvo ningún resultado; después, en 1998, con el cumplimiento de los 30 años de la matanza de Tlatelolco, se volvió a instituir otra comisión con los mismos resultados fallidos. En el año de 2002 Vicente Fox creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), la cual, en el año 2005, dictó 55 órdenes de aprehensión en contra de diversos personajes que consideró responsables de la matanza de Tlatelolco. En noviembre de 2006, un juez ordenó la detención del expresidente Luis Echeverría Álvarez, así como su arresto domiciliario por cuestiones de su avanzada edad. Tiempo después, un juez federal lo exoneró por considerar que no había elementos probatorios que demostraran su culpabilidad cuando fue Secretario de Gobernación, pero sí determinó que hubo genocidio planeado y ejecutado. Hace 49 años, en un día como éste, ocurrió un hecho lamentable y bochornoso que no debió ocurrir. Los mexicanos tenemos derecho a conocer de manera detallada qué fue lo que ocurrió y quiénes fueron los culpables de semejante atrocidad. Los errores se pueden volver a cometer cuando no se saben de manera clara los hechos de la historia. Por ello, aunque pase el tiempo, el 2 de octubre no se olvida. luissigfrido@hotmail.com