Ana Lilia Moreno Morales Como bien es cierto, el pueblo mexicano se encuentra constituido en una república representativa, democrática, laica y federal; compuesta por estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior y por la Ciudad de México; unidos en una federación establecida según los principios de nuestra ley fundamental, además de que el Estado está dividido en Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Entendiendo que la democracia mexicana va más allá de la perspectiva electoral, se entiende como un sistema de vida que promueve y permite el respeto irrestricto de los derechos y libertades de las personas, la creación de igualdad de oportunidades para todos, la vigencia del estado de derecho, la formación de valores de igualdad, tolerancia, respeto, honestidad, solidaridad, pluralismo, libertad y justicia social; por lo que se considera como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal, la participación de la ciudadanía es el factor preponderante que materializa los cambios de mejora, por lo que es necesario que entre gobernantes y gobernados se establezca un dialogo para alcanzar los objetivos comunes, fomentando así el pluralismo, permitiendo la competencia político-electoral y transitando a la celebración de elecciones genuinas. La ciudadanía democrática, se refiere a la participación activa de los individuos en el sistema de vida, ejerciendo derechos y cumpliendo responsabilidades dentro de los colectivos, respetando los derechos políticos en las periódicas elecciones, permitiendo el sufragio y dándole un valor sine qua non al voto; principios de la democracia participativa que se expresan en un régimen en el que lo definen los derechos y deberes de todos los participantes. A través del ejercicio del voto la ciudadanía cumple con una función constitutiva del sistema democrático. En su sentido funcional, el carácter voluntario del voto como derecho pasa a un segundo plano para imponerse con un carácter de compromiso, del deber ciudadano en aras de la conformación de una mejor sociedad. Los ciudadanos, al ser forjadores de sus propios derechos, que a su vez protegen las libertades individuales de su actuación de cualquier nivel de los gobiernos de nuestro país y los partidos políticos, tienen que garantizar que la ciudadanía pueda participar en la vida civil y política del Estado en condiciones de igualdad y no discriminación mediante los mecanismos de participación ciudadana como son el voto, el referendo, el plebiscito, la revocación de mandato, etc.; de tal manera que su participación actualice su conceptuación en la sociedad en condiciones y oportunidades de participar, de incidir y de decidir en la vida pública del Estado. El próximo año 2024, se llevarán a cabo elecciones en el país determinantes a nivel federal, local y municipal, ya que además de elegir al próximo presidente o presidenta de México habrá elecciones estatales en ocho estados de la república y estará en juego la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, además de la votación para renovar las cámaras de diputados y senadores, así como congresos locales. De tal manera que el hecho de ser un ciudadano responsable, alude al cumplimiento de sus deberes, implicando el autocontrol, la honestidad, la coherencia, la autonomía y la organización, que permitirán cumplir las metas trazadas como su proyecto de vida en su país, por lo que su participación en las políticas públicas fortalecerá la democracia permitiendo que los resultados de las iniciativas en el Congreso de la Unión sean una respuesta real a las necesidades y demandas de todas y todos. La autoridad del gobierno se deriva de la voluntad mayoritaria del pueblo a través de las elecciones democráticas, por ende, los partidos políticos tendrán la responsabilidad de proveer a los ciudadanos la información precisa, certera y confiable de los contendientes y las propuestas que plantean, derribando barreras de género, raza, religión, edad o alguna otra condición ya que actualmente existen retos en la democracia mexicana tocantes a la soberanía, la inseguridad, la participación ciudadana, la desigualdad y política social. Lo anterior constituye un eje sustantivo para el desarrollo de una democracia justa que permita que los ciudadanos mexicanos influyan en el diseño y toma de decisiones en la vida de un país, construyéndolo en base al objetivo de defender la dignidad humana y promover la responsabilidad de mérito, y así vencer al fantasma del abstencionismo.