Jarintzin Reséndiz Camacho El acceso de las mujeres a los cargos directivos, hoy en día sigue siendo un problema permanente y persistente dentro de las instituciones educativas, resistencias que se han venido visibilizado a través de los denominados «Techos de Cristal» como aquellas barreras u obstáculos, mayoritariamente invisibles, que las mujeres deben enfrentar en su carrera laboral dentro de varios espacios, pero más consolidados en las instituciones universitarias, impidiéndoles el acceso a las mujeres a los principales cargos directivos, para Gaete-Quezada (2015) el techo de cristal describe el desequilibrio que habitualmente se produce en las organizaciones laborales a la hora de designar a los responsables de los puestos directivos de mayor jerarquía dentro de las empresas, instituciones públicas, organizaciones educativas y similares . Si bien hay una evolución favorable hacia el acceso a estudios universitarios, esto no se traduce necesariamente en un mayor acceso a los cargos directivos más importantes dentro de las instituciones universitarias. En México, la presencia de las mujeres en las universidades públicas representa el 53 por ciento de la matrícula estudiantil, el 47 por ciento del profesorado y el 43 por ciento del personal administrativo; sin embargo, esa presencia no se refleja en el acceso a puestos de decisión o de gestión. Hasta el mes de marzo de este año solo el 15 por ciento de las universidades públicas del país eran encabezadas por mujeres, es decir de 34 instituciones educativas públicas, actualmente solo 5 tienen a una rectora. Los datos son claros y duros, muestran la falta de acceso de las mujeres a los puestos de dirección evidenciando la existencia de una disyunción vertical en los puestos de toma de decisiones de primer nivel al interior de las universidades, pero también la existencia de una segregación horizontal en nombramientos académicos, integración de cuerpos colegiados, comisiones académicas y administrativas. Todo ello, aun cuando las mujeres sean una presencia fuerte en los diversos ámbitos universitarios. La presencia de las mujeres en cargos de gestión académica de primer nivel está lejos de ser igualitaria en las universidades públicas mexicanas. El acceso a los primeros cargos de alta dirección en las universidades es un fenómeno tardío y reciente. Es tardío porque las universidades tienen una larga historia de existencia y es reciente, porque la primera mujer que llegó a ocupar el cargo de rectora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo fue en el año 2007. La innovación educativa es una obligación institucional y se debe de impulsar no sólo en términos tecnológicos o académicos, sino también debe tener una perspectiva de género transversal. A pesar de que cada vez hay más mujeres que estudian en las universidades, son pocas las que ocupan puestos de toma de decisiones, esto indica que se deben romper esquemas estructurales y sistémicos de desigualdad y discriminación, es necesario y urgente dar más oportunidades a mujeres en puestos de decisión y alta dirección, con la finalidad de ir cerrando las brechas de desigualdad existentes en las universidades públicas de nuestro país. Sin embargo, las mujeres que rompan estos errados techos de cristal, no deben copiar patrones masculinos, misóginos o violentos que limiten el acceso de las demás mujeres o que las desalienten para aspirar a los mismos derechos y oportunidades que tienen aquellas que lograron llegar por la lucha de todas, recordemos aquel lema sororo “Si llega una, llegamos todas”, esto no significa que se tenga que segregar a los hombres, esto se traduce a que debemos crear condiciones para que las mujeres y niñas que vienen detrás, tengan espacios de igualdad, libres de violencia y sororos que sigan inspirando a obtener puestos de decisión. En ese sentido, las universidades son los espacios idóneos, plurales y multidisciplinarios para que las mujeres puedan expresar, discutir, reflexionar y hacer visible los temas que sean de su interés, ver mujeres en puestos de decisión dentro de las instituciones educativas envían un mensaje claro para las alumnas, ellas también pueden profesionalmente llegar a ser lo que deseen, esa es la innovación educativa que nos falta por lograr, la igualdad en oportunidades y que la equidad en el trato de género sea la innovación que debe de formar parte de nuestros sistemas educativos. Aún hay mucho por trabajar, una cultura que transformar, las luchas que hoy dan las mujeres son diversas, plurales y legitimas porque la historia, la sociedad y la cultura no ha sido justa, debemos de seguir luchando porque las nuevas generaciones de niñas y mujeres, están exigiéndonos mucho más. En los 105 años de vida de la UMSNH se han nombrado 48 rectores y de ellos solo una mujer, lo cual indica de manera lógica, con perspectiva de género, con alternancia entre hombres y mujeres y cumpliendo el principio constitucional de paridad de género, que en próximos días las y los integrantes de la Comisión de Rectoría, tendrán la gran responsabilidad de impulsar el liderazgo de una mujer frente a la titularidad de nuestra máxima casa de estudios la Universidad Michoacana de San Nicolas de Hidalgo, “cuna de héroes, crisol de pensadores”.