Bernardo León “La constitución especial de nuestros gobiernos nunca ha permitido, que el personal burocrático se le conceptúe un personal técnico, inamovible, a semejanza de lo que ocurre en países conservadores o de muy lenta evolución. Lázaro Cárdenas En el año 2000 Vicente Fox fue electo Presidente de la República, interrumpiendo el ‘continuum’ de 14 sexenios ininterrumpidos de presidentes priistas. En julio de ese año, me invitaron a trabajar como asesor, primero, en el equipo de transición y después en la Coordinación de Asesores en Innovación Gubernamental de la Presidencia de la República, para articular las diferentes propuestas de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal que tenía el equipo del Presidente Electo en un solo proyecto y para cabildear su aprobación en el Congreso. Una vez aprobadas las reformas (algunas de las cuales se quedaron en el tintero como la autonomía de la Fiscalía) y ya instalada la administración, mi siguiente proyecto fue la elaboración de un proyecto para crear el Servicio Civil de Carrera para los funcionarios de la Administración Pública Federal que permitiera su profesionalización y su estabilidad en el empleo. Después de revisar diversos “servicios civiles” en el mundo, el que me pareció sobresaliente fue el del Reino Unido, que con una tradición desde 1854 ha desarrollado un cuerpo permanente de funcionarios, políticamente neutrales, designados a través de exámenes y concursos muy competitivos y de una formación permanente, que han servido a los gobiernos conservadores, liberales y laboristas-socialistas de manera eficaz e institucional. La denominación Servicio Civil se la dieron en contraparte al Servicio Militar cuya disciplina y objetivos es muy distinta a la civil, sin embargo, nadie podría decir que esta última es menos eficaz que la primera y por ello, nunca nadie ha pensado en que las tareas de civiles las desempeñen militares. En México, después de la Revolución, el presidente Cárdenas desechó la idea de un Servicio Civil de Carrera, como un cuerpo neutral de funcionarios que sirviera a los gobiernos de distintos partidos, porque pensaba que el gobierno debía estar integrado por revolucionarios comprometidos con el proyecto revolucionario. Lo cual sin duda podría funcionar en el marco de un partido hegemónico, pero no de una democracia pluripartidista. En 2004 después de muchas negociaciones y modificaciones al proyecto original, se aprobó la Ley del Servicio Profesional de Carrera y se creó la Secretaría de la Función Pública (a partir de la antigua Secodam) con la idea de eliminar la idea de que la administración pública es un “Botín Político” y crear una administración pública eficaz para la democracia pluripartidista mexicana. Sin embargo, a pesar de los avances en su implementación, las administraciones siguientes utilizaron las excepciones de la ley para designar asociados políticos en cargos técnicos que debían ser “permanentes” no sexenales y eso permitió abusos y corrupción e impidió que se consolidara el sueño de una burocracia eficaz y políticamente neutral. Por su parte, el Ejército, es un cuerpo permanente, políticamente neutral, con una disciplina y una jerarquía que le da un margen de eficacia y con subordinación total, parece una opción más rentable para la administración actual. En el 2000 la misión que teníamos era: “Atraer, retener, motivar y capacitar a las mejores mujeres y a los mejores hombres en el servicio público, garantizando que la administración pública transite sexenalmente con el mínimo trastorno y la máxima eficacia, asegurando que siendo políticamente neutra, sea un factor estratégico de la competitividad del país.” Sigue pendiente. @bernardomariale