Claudia Luna Palencia Tanto la Unión Europea (UE) como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) siguen alentando a Ucrania a recuperar sus territorios ocupados por las tropas rusas a pesar de que la amenaza nuclear lanzada por el dictador ruso, Vladimir Putin, ha sido tomada muy en serio por los mandos militares de buena parte de los países europeos. Pero no darán marcha atrás y seguirán apoyando a Ucrania hasta sus últimas consecuencias aunque los europeos están pagando en sus bolsillos la economía de guerra y el horizonte del otoño y largo invierno europeo es el más incierto en materia energética. Muchos poblados están acumulando carbón. A la fecha, la UE ha impuesto siete paquetes de sanciones económicas, comerciales, de inversiones, monetarias, diplomáticas, de visados, de movilidad, de cierre del espacio aéreo, de bancos rusos excluidos del sistema financiero internacional. Prácticamente se ha apretado la soga al cuello de Putin pretendiendo sentarlo a negociar y deponer las armas, sin embargo, ha sido imposible. Lo han intentado convencer, primero de no invadir a Ucrania, el mandatario galo, Emmanuel Macron y todas las denuncias previas de Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, ante la ONU y las declaraciones del propio, presidente norteamericano, Joe Biden. Con la invasión en ciernes ha intervenido el presidente de Turquía, Recep Tayipp Erdogan que inclusive ha puesto a su país, Turquía, como epicentro de unas negociaciones de paz rotas desde marzo pasado. Recientemente, el primer ministro de India, Narendra Modi, pidió a Putin en Samarcanda, que detuviese la guerra. China se pone de perfil y habla de diálogo y paz entre ambas partes respetando los intereses de ambos: del agresor y del agredido. En estos momentos, la percepción preponderante en Europa es que Putin no sabe salir de esta guerra, al tiempo que le crecen enormes presiones internas tanto del círculo más cercano que ha alentado la invasión, como de la gente en la calle irritada por un gobierno mentiroso; por los miles de soldados rusos muertos en la invasión entre 60 mil a 80 mil; y por hundir la economía y llevar al país a una guerra que nadie pidió. La economía rusa no tiene capacidad para seguir alimentando la guerra, cada soldado desplazado es un costo; cada equipo militar destruido, cada misil detonado, cada aeronave militar, cada barco y vehículo militar abatido, son miles de millones de dólares quemados. Estos días la prensa europea aborda con toda normalidad los escenarios que en los próximos días podrían desarrollarse en esta fase de la guerra mucho más riesgosa, con Putin presionado para terminar la invasión de una vez por todas con un manotazo nuclear. La verdad es que asusta la ligereza en el tratamiento de algo tan delicado que significa aniquilar muchas vidas humanas, desatar un infierno radioactivo, extinguir la vida orgánica y peor todavía, la implicación directa de Estados Unidos contra Rusia. El Papa Francisco clama desde el Vaticano y súplica a Putin parar la barbarie. Los escenarios abordados son apocalípticos porque una bomba táctica lanzada por los rusos en cualquier parte del territorio ucranio tendría una respuesta por parte de Washington y de sus aliados. A colación Se ha llegado a un punto muy grave de la invasión y no se ve marcha atrás. ¿Cómo se busca una mesa de paz si Rusia se ha anexionado territorios ucranios a los que considera rusos y Ucrania está en su derecho de recuperarlos de filas enemigas? ¿Se negociaría la neutralidad de esas cuatro provincias Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk? ¿Quién gobernaría, qué idioma regiría, qué moneda, qué usos y costumbres? Putin las quiere tener a la mala y piensa defenderlas como suyas a la mala. Nuestro futuro inmediato está en manos de un loco. Si una mañana nos levantamos con la noticia de una bomba nuclear táctica lanzada en Kiev o en cualquier parte de Ucrania, el mundo estará siendo arrastrado hacia la Tercera Guerra Mundial. Hay analistas que afirman que ya estamos dentro de ésta y transitamos una fase primigenia. Asusta e intranquiliza. Todavía más que los líderes europeos sigan alentando a Zelenski y a sus tropas a repeler a los rusos como si no quisieran evitar el botón nuclear. La memoria humana tiende a olvidar lo malo y a recordar lo bueno con el paso del tiempo. Qué lástima que haya amnesia hacia los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y la cito por ser el referente más dramático y cercano. El propio Estados Unidos sigue provocando abiertamente al dictador ruso y en plena amenaza nuclear, nuevamente envía a Ucrania 625 millones de dólares en material bélico desde HIMARS, Howitzers, municiones, artillería, morteros y otro equipo militar. Nos vamos a meter en una dimensión desconocida. @claudialunapale