Dos docenas de lideres mundiales, de los países más grandes demográficamente y con economías llamadas a tener un gran peso en la aldea global están reunidos con Putin en Kazán, Rusia, en la llamada Cumbre de los BRICS. En realidad, es todo un desafío a Occidente y al sistema multilateral, creado desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que favoreció, sobre todo, a la hegemonía del dólar y de Estados Unidos. Los BRICS, además, son cada vez más numerosos: son un grupo de naciones de mercados emergentes que representan alrededor de la mitad de la población mundial; sus siglas provienen de la primera letra de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Se han adherido Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos. También quieren pertenecer Argentina, Venezuela y Turquía no deja de coquetear con su adhesión. Unidos, los cinco países fundadores de los BRICS mueven casi el 50% de la economía mundial y tanto, China como India, tienen un potencial de crecimiento que los analistas llevan tiempo ubicando como eje del liderazgo económico en el siglo XXI. En estos momentos asistimos a una nueva configuración internacional con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita y nuevas adhesiones de países importantes a los BRICS. Aunque la visión del mandatario chino, Xi Jinping, es más ambiciosa porque él quiere incluir en los BRICS a Argelia, Arabia Saudita, Argentina, México y Nigeria; y no descarta tampoco a Bangladesh, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Turquía y Vietnam. También está el papel cada vez más activo del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que tiene su sede en Shanghái y que fue creado con la contribución de los bancos centrales de los BRICS. El NBD tiene objetivos claros: escapar de la hegemonía del dólar al promover el uso de las monedas nacionales, estimular la demanda interna de los países; el comercio e inversión o intentar evitar la especulación financiera de divisas. Los créditos se usarían para construir infraestructuras y reducir el riesgo de inflación. Este organismo de financiamiento al desarrollo pretende convertirse en un emisor trascendental en los mercados de capitales locales de cada uno de sus países miembros y busca ampliar la cartera de países adscritos. Su intención es financiar parte de su cartera de préstamos en la moneda local de cada país miembro; en los últimos años ha incorporado a Uruguay, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bangladesh. A colación Tanto China como Rusia están ambos de acuerdo en impulsar una moneda diferente al dólar algo a lo que Putin viene urgiendo y más desde que parte del sistema financiero ruso quedó desconectado del sistema SWIFT como consecuencia de la invasión de las tropas rusas a Ucrania el 24 de febrero de 2022. Una semana después de la invasión, el sistema SWIFT anunció que a petición de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Japón y la UE, un grupo de bancos rusos quedarían desconectados de su sistema. El sistema SWIFT es un método de mensajería dominante que sustenta las transacciones financieras globales. Dicha medida anunciada es una de las herramientas más poderosas que las autoridades occidentales han utilizado para castigar a Rusia por lo que Moscú describe como una «operación especial» en Ucrania. Los bancos fueron elegidos en función de sus conexiones con el estado ruso, con bancos públicos ya sancionados después de la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014. A la fecha, son diez los grandes bancos rusos desconectados del SWIFT lo que implica que el 60% del mercado bancario de Rusia está desconectado del sistema financiero internacional. De todos los miembros BRICS es la economía rusa la que tiene mayores problemas debido a las sanciones y aunque en un principio se estimaba un mayor daño económico, sus ventas de petróleo y gas a China y a otros países con los que ha intensificado sus relaciones comerciales, han permitido que la caída sea más suave. La realidad es que China está ayudando a Rusia a suavizar el impacto de las sanciones y del veto occidental y aunque China tiene su propio sistema para operaciones paralelas financieras, el 70% de sus operaciones pasan por el sistema SWIFT. Por eso Putin quiere otra moneda y fomentar un sistema de pagos paralelo.