Claudia Luna Palencia Los europeos miran con desasosiego la llegada del nuevo invierno. Ese invierno duro y largo de nevadas que suelen castigar a muchos poblados y pedanías que no gozan de las calefacciones centrales de las ciudades. En los últimos meses, en varias zonas rurales y urbes pequeñas, sus pobladores han comenzado a hacer acopio de carbón y leña para calentarse; se teme, sobre todo, porque la guerra de Putin, convierta al invierno en su nueva arma de guerra. Ya lo está haciendo con el petróleo y el gas apretando donde más les duele a los europeos… su eterna debilidad. Sobre todo para Alemania, Austria, República Checa, Hungría, Polonia, Rumanía y otros países Bálticos altamente dependientes de la red de ductos que los une con Rusia. En los últimos días, Ucrania ha recibido sendos bombardeos en sectores estratégicos, su red eléctrica ha caído colapsada por los misiles y por los drones iraníes suicidas. Hasta el momento, ha perdido más del 30% de su infraestructura eléctrica. Esa es una mala noticia para los ucranios –más de 1 mil 100 ciudades ucranias están sin electricidad– y también para todos los países de Europa del Este que reciben gas y electricidad desde esos ductos. Putin quiere congelar a los europeos hacerlos pagar por su apoyo decidido a Kiev. Sin suministro y con los petroprecios y otros insumos energéticos subiendo como un globo aerostático en un aquelarre al que se han sumado los miembros de la OPEP, con su recorte de dos millones de barriles de petróleo diarios, el invierno más bien será un infierno. Ursula von der Layen, presidenta de la Comisión Europea, remarca que han estado trabajando “duro” para proteger a Europa de las consecuencias de los mercados energéticos. La Comisión se ha obsesionado con convertirse en un elemento intrusivo en el mercado internacional de gas y de petróleo ha buscado delimitar los precios del petróleo y del gas, ponerle un tope al precio de los energéticos vendidos por Rusia y lo único que ha conseguido es generar una burbuja de volatilidad en el mercado energético. Esa intervención que en términos económicos buscaría alterar el libre mercado ha tenido consecuencias contraproducentes, el riesgo para todos es que en los próximos meses se viva una burbuja energética con una escalada envenenada para muchos países dependientes y sobre todo para los más débiles. La guerra es un parteaguas que trastocará los mercados internacionales las tornas cambiarán en muchos sentidos. Para la UE, se abre como nunca antes la oportunidad de atender su rezago energético, de verdaderamente detonar las energías fósiles, verdes y también abrirse al fracking, a la energía nuclear y la exploración submarina en busca de los energéticos fósiles. Europa va a vertebrarse con ductos que no tengan que depender del grifo ruso. La UE debe aprovechar lo mejor posible los fondos Next Generation que están siendo repartidos entre los 27 países miembros, una millonada de euros muchos a fondo perdido y no tendrán que devolverlos solo invertirlos bien y con acierto. Si muchas ciudades del mediterráneo tuvieran placas solares en sus edificios públicos, privados; en las viviendas; en las paradas del transporte y en las industrias ese sol incesante de la primavera y sobre todo del quemante verano servirían para generar esa electricidad por la que tanto se teme que haga falta en el invierno. Todo es cuestión de visión. Yo en lo personal lamentaría muchísimo que esos fondos, una parte terminen dilapidados en subvenciones sociales, para utilizar el hambre y la necesidad de la gente en términos electorales. A colación Dice la Comisión Europea que está tomando todas las provisiones del caso y que solo ante una situación muy crítica no habrá suministro de gas o de electricidad. En el marco de un nuevo reglamento de emergencia, el organismo propone la compra conjunta de gas, mecanismos de limitación de precios en la bolsa de gas TTF; nuevas medidas sobre el uso transparente de la infraestructura y la solidaridad entre los 27 países miembros de la UE para compartirse insumos energéticos. También busca un nuevo punto de referencia de precios de GNL para marzo de 2023; y para el corto plazo, contar con un mecanismo de corrección de precios para establecer un límite de precio dinámico para las transacciones en la bolsa de gas TTF. Igualmente, la Comisión propone: “Un uso específico y flexible de la financiación de la política de cohesión para hacer frente al impacto de la actual crisis energética en los ciudadanos y las empresas, utilizando hasta el 10% de la asignación nacional total para 2014-2020, por un valor cercano a los 40 mil millones de euros”. @claudialunapale