Rafael Huacuz Elías Las normas generales de conducción en la vía pública se encuentran reguladas conforme a lo que señala la Ley de Tránsito del Estado de Michoacán de Ocampo (2018) y para su capital, Morelia, el Reglamento de Tránsito y Vialidad del municipio de Morelia (2021); En teoría, el seguimiento puntual de dicha normativa debería ser parte de la vida cotidiana de quienes hacemos uso del espacio público en la ciudad, sin embargo, parece que esto no es así, ya que en el día a día de la ciudad, encontramos una gran cantidad de conductas que trasgreden dicha normativa y su correcta aplicación de la Ley. Datos recientes señalan que del número de vehículos que a diario circulan en la ciudad, comenten al menos una falta de tránsito en la semana, por tanto, la cantidad de infractores supera por mucho la capacidad de la autoridad competente para aplicar la ley, si consideramos que en el Estado se encuentran registrados más de 2 millones y medio de vehículos y para la capital más de medio millón según datos del INEGI al 2021. En lo que respecta a los agentes de tránsito, en su mayoría omiten muchas de estas transgresiones viales o se ven superados por creces por los automovilistas infractores que doblan en lugar prohibido, se estacionan sobre las banquetas o en sentido contrario al flujo vial o exceden la velocidad permitida en vialidades secundarias o terciarias, por citar algunos ejemplos de la poca cultura vial del automovilista. La saturación vehicular de la ciudad es evidente y con una tasa de incremento anual superior al 5 por ciento, desde luego que cualquier ampliación vial o cualquier nueva vialidad, pronto se verá rebasada en cuanto a su capacidad, por tanto, observamos ahora un fenómeno que ha ocurrido en pequeñas ciudades que sobrepasaron sus límites viales y en donde la población ha buscado medios alternos para la movilidad, como es el caso del uso de motocicletas, las cuales han incrementado significativamente su número en nuestra capital y en donde ahora pareciera que compiten por el espacio público con el automóvil, es común ver motociclistas para servicios de entrega de mercancías o alimentos, incluso existe la contratación del motociclista para dar servicio de trasporte de pasajeros mediante las nuevas aplicaciones digitales. Pese a la falta de cultura vial, quienes somos automovilistas seguimos ciertas reglas básicas para evitar algún percance en la ciudad, por ejemplo, conducir por la derecha; permanecer en este carril al circular a baja velocidad; sólo rebasar por la izquierda; respetar los sentidos establecidos en las calles; evitar cerrar la circulación con dos o tres filas de estacionamiento; etcétera, sin embargo, con la irrupción acelerada de los motociclistas se rompen estos principios y es común verlos infringir permanentemente dichas normas y, por consiguiente, generar o verse envueltos en algún percance automovilístico. ¿Quién no ha tenido ya la mala experiencia por algún percance o susto cometido por un arrebatado e impulsivo motociclista? ¿Qué cantidad de colisiones por día se generan en la ciudad en donde resulte lesionado e incluso pierda la vida un motociclista? Estos datos estadísticos tienen una curva ascendente y en el futuro inmediato así se mantendrán ante la baja cultura vial de nuestras ciudades. Las obligaciones que los reglamentos previamente mencionados aún son letra muerta y pareciera que exista un choque antagónico entre automovilistas y motociclistas en donde ciudadanos ciclistas o peatones salen perdiendo en esta lucha actual por la movilidad en el espacio público, lejos estamos aún de mejorar significativamente el trasporte urbano para desincentivar el uso del transporte motorizado y aún más lejos de formar una cultura de medios alternativos para la movilidad como son scooter u otros dispositivos eléctricos. colecciudad@gmail.com