COLECTIVO CIUDAD | Ciudad, historia y tradiciones

El fuerte simbolismo patriótico permite a los individuos de nuestra sociedad orientar sus actos y creencias hacia la priorización de aquellas cosas que consideran importantes destacar de nuestra cultura.

Rafael de Jesús Huacuz Elías

Nuestra capital michoacana se viste con los colores que dan inicio a nuestras fiestas patrias desde el mes de septiembre, lo mismo ocurre en las demás ciudades del país que, como Morelia, hacen remembranza de nuestra Independencia luciendo los colores de nuestra bandera nacional: verde, blanco y rojo.

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El fuerte simbolismo patriótico permite a los individuos de nuestra sociedad orientar sus actos y creencias hacia la priorización de aquellas cosas que consideran importantes destacar de nuestra cultura. Es sabido que con el establecimiento de hechos y acciones trascendentales de nuestra sociedad se construye la historia, que, con el tiempo, llenará la agenda cívica y llegará a ser parte de la vida cultural de nuestros pueblos,  lo que la antropología social denominó inicialmente como la interpretación de la cultura a través de sus símbolos y posteriormente la sociología norteamericana bautizaría como el “interaccionismo simbólico”.

La ciudad es un receptáculo de historia y cultura y se transforma y perpetua de generación en generación. El nacimiento de nuestras ciudades es en sí mismo un hecho histórico que, con el paso de los años, se convierte en una tradición para ser celebrada por su población bajo el auspicio de sus autoridades; No obstante, en nuestras ciudades podemos encontrar infinidad de rincones que han consumado hechos históricos, por los muros de nuestras ciudades o entre sus callejones, aún resuena el murmullo del pasado, la gente, sus hablas, sus risas o sus llantos que de generación a generación han habitado estos espacios.

Los ancianos nos dirán que en su época se respetaba tal o cual tradición, de carácter civil o religioso, en donde diversos actos solemnes y protocolarios eran el escaparate social para diversos estratos de la población. A pesar del tiempo nuestras autoridades gubernamentales, ya sean federal, estatal o municipal, procuran perpetuar dichas tradiciones patrias, con poca o mucha afluencia social. Algunas eventos del mes patrio son más tumultuosos que otros, por ejemplo, en la noche del 15 de septiembre, cientos de familias mexicanas se reúnen para gritar: “viva México” (y/o alguna que otra consigna social). En la mañana del 16 de septiembre es común ver confluir en el centro de nuestras ciudades una multitud de chicos y grandes para disfrutar en el tradicional desfile cívico-militar.

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La verbena popular se hace presente y da paso a que la economía formal e informal logre consolidar un ingreso bien remunerado ante la crisis e inflación económica contemporánea; los llamados antojitos mexicanos son el plato principal de los hogares en estos días que, más o menos austeros, intentarán llegar a nuestros hogares para cumplir el antojo patriótico del momento.

La pirotecnia se vende en el mercado negro, a pesar de las restricciones impuestas a esta tradición en franca vía de extinción, lo anterior por el peligro inminente que representa su producción, comercialización y uso social; en su defecto surgen nuevas tradiciones como son las luces multicolor en las calles y fachadas de los edificios históricos o la tecnología led y el video mapping, que es una técnica audiovisual que trata de proyectar imágenes sobre superficies reales como son los edificios emblemáticos de la ciudad simulando que su arquitectura cobrara vida, movimiento e incluso porqué no: sentido social.

He de señalar que, con todo lo que representa este simbolismo patriótico, actualmente existen voces (o sistemas) que intentan usurpar la tradición popular, intentan instaurar una visión mercantilista y unipolar para reiniciar (reset) a la sociedad bajo un “nuevo comienzo” o “nuevo orden global” como si siglos de historia y tradición no existieran, este poder desde la sombra tiene a su alcance redes sociales y sistemas de inteligencia artificial que, con complicados algoritmos, le permite a los usuarios permanecer cautivos de sus dispositivos electrónicos observando pasivamente la nueva “virtualidad”, para alejarlos del contacto social que se da en el espacio público, con ello, se intenta desestimar el valor que los hechos y acontecimientos históricos han dado a cada sitio, a cada casa o a cada lugar, en la vida misma de la ciudad.

Finalmente invitaría a salir de casa y vivir el espacio público estos días festivos o no, invitaría a recrearse en la ciudad y sus espacios;  disfrutar de los pequeños placeres de caminar y alegarse por lo que la tradición y la cultura nos ha heredado para no perdernos o dejarnos engañar por el universo digital.

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