COLECTIVO CIUDAD |Mercados y cenizas

Indiscutiblemente grandes lecciones en materia del entorno construido y del deterioro a través del tiempo y a través del fuego, pero quizá el reto más importante tiene que ver con la intensa vida de los mercados y su ocupación por todos los habitantes del mismo.

Jorge Humberto Flores Romero

El cielo del centro de Morelia se tiñó de rojo cerca de la media noche de aquel trágico sábado 20 de mayo, una gran columna de humo negro indicaba el inicio de un gran incendio en el Mercado Independencia. El día después nos dejó sorprendidos ante la magnitud de la devastación producto del incendio. La edificación de tres niveles, que es el estacionamiento, se inclinó en todas direcciones, la estructura metálica ahora son solamente fierros retorcidos y entrepisos de concreto ondulados y fracturados que siguen la retorcida trayectoria de la estructura. Tubos de drenaje fundidos a las columnas que los soportaban, la parte central del estacionamiento completamente derrumbada y con algunos, vehículos que estaban estacionados al momento del incendio y que continúan atrapados entre las estructuras colapsadas.

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De los toldos, anuncios y cortinas metálicas en planta baja solamente quedan ruinosos fierros retorcidos, mismos que fueron devorados por las llamas. El negro hollín prevalece en las partes más cercanas al estacionamiento, exponiendo las ruinas tanto al exterior como al interior del mercado acordonado. Como resultado del siniestro más de 140 locatarios tienen perjuicios en su patrimonio y con pérdidas económicas que superan por mucho los 100 millones de pesos y que implica la necesaria demolición de las estructuras colapsadas, destacando que afortunadamente no hubo pérdidas humanas.

Ante este siempre trágico escenario se plantean varias preguntas: ¿Por qué reiterativamente y a través de los siglos los mercados públicos se siguen incendiando? ¿No se podrían evitar cuantiosas pérdidas humanas y daños importantes a la infraestructura en las ciudades? ¿De qué manera se podrían proteger los mercados ante estos eventos? Seguramente son preguntas que se han hecho a lo largo de siglos y que desgraciadamente siguen sin plantear una solución más congruente con las dinámicas sociales, económicas y políticas de nuestro país. Citaremos tres casos destacados dentro del panorama nacional, que nos permitirán entender su relevancia y lo reiterativo de tales eventos.

Uno de los casos más trascendentales es el mercado La Merced en CDMX, diseñado por Enrique del Moral durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, en la década de 1950. El mercado ha sufrido más de 25 incendios y afortunadamente sigue en pie este patrimonio de la arquitectura del siglo XX. Sobre los incendios, podemos destacar algunos de los eventos más recientes y que causaron mayor destrucción. En los años 2013 y 2019 acontecieron unos de los más importantes. En 2013, por ejemplo, el incendio convocó a un concurso nacional de arquitectura en colaboración con la Sedeco para realizar un proyecto de rescate integral para la Merced, sin embargo, nunca tuvo mayor impacto debido a desacuerdos entre los principales actores involucrados en el proyecto, desde locatarios hasta organismos de gobierno.

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Otro caso a mencionar es el del Mercado Corona en la ciudad de Guadalajara, cuyos orígenes se remontan a incendios importantes a principios del siglo XX que dieron origen al mercado diseñado por Julio de la Peña en la década de 1960. El mercado fue víctima de un incendio devastador a causa de una explosión de gas, dejándolo completamente en ruinas. Posteriormente se procedió a la reconstrucción total, pero desgraciadamente sin los resultados esperados por los locatarios, quienes han manifestado por múltiples medios su desacuerdo completo con el proyecto y la gestión política del mismo.

Por otro lado, no podemos dejar de mencionar el Mercado Libertad o de San Juan de Dios en la ciudad de Guadalajara, diseñado por Alejandro Zohn en la década de 1960 del siglo pasado, y que sufrió un gran incendio en el 2022 que dejó la parte sur del proyecto destruido.

En el caso concreto de Morelia, el Mercado Independencia, así como el Mercado Revolución o, mejor conocido como San Juan, fueron desarrollados también en la década de 1960. Estos fueron los años en que se dotó de un gran equipamiento urbano a la ciudad. Ambos mercados fueron diseñados por Joaquín Álvarez Ordóñez, también con una gran calidad arquitectónica que les ha permitido envejecer a través de estos sesenta años con gran dignidad y soportando diversos embates del tiempo.

En estos casos, lo que podemos observar como común denominador es que estos mercados fueron infraestructuras que equiparon a las ciudades en su momento de crecimiento urbano. Todos tuvieron detrás un gran proyecto de nación y se dotaron de arquitecturas de gran calidad en las décadas de 1950 y 1960, lo cual les otorgó la dignidad que necesitaban estos espacios, que funcionaron como una extensión del espacio público y raíz de nuestra cultura. Lamentablemente, en la actualidad se hace poco o nada para impulsar con la misma energía y con la gran calidad les caracterizó para la creación de nuevos mercados, a excepción de algunos casos destacables de Sedesol.

Indudablemente hay mucho que aprender de estos casos y de muchos otros a lo largo y ancho de nuestro país, sin embargo, es importante hacer notar lo poco del aprendizaje que en materia de incendios en mercados que ha sido aplicado en reglamentos y normatividad. Valdría la pena instituir algunas Normas Oficiales Mexicanas (NOM) que regulen desde el proyecto, la vigilancia durante la construcción y el permanente cuidado durante la operación de manera más estricta en estos entornos construidos.

Indiscutiblemente grandes lecciones en materia del entorno construido y del deterioro a través del tiempo y a través del fuego, pero quizá el reto más importante tiene que ver con la intensa vida de los mercados y su ocupación por todos los habitantes del mismo. Los locatari@s, los niños, los diableros, el ambulantaje los clientes, las autoridades y en general todos los actores que le dan vida a los espacios del mercado, y toda la vida cotidiana que se condensan en estos espacios de todos, identidad del mexicano y corazón de nuestras ciudades.

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