EFE / La Voz de Michoacán Héctor Álvarez Contreras En el año 2017 la ciudad de Morelia fue declarada como Ciudad Creativa de la Música y al mismo tiempo, declaradacomo parte de la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO. Esto se añade a la distinción de ser Patrimonio de la Humanidad que el mismo organismo internacional otorgó en el año de 1991; de esta manera se eleva el carácter cultural y el potencial turístico de la misma ciudad y de su entorno. Pero, sobre todo acentúa la idea de que los morelianos habitamos una ciudad con vocación creativa, artística. Esto no es novedoso en ninguna manera. La ciudad hereda desde su fundación y a través de su formación virreinal un legado rico de todas las formas artísticas tradicionales. Los principales museos locales resguardan importantes acervos que testifican la constitución estética de las capas históricas que han dado forma a nuestra sociedad contemporánea, con rasgos culturales sujetos a la polémica, la discusión y a la crítica, como corresponde a cualquier comunidad en cualquier parte del mundo. Hay ciudades en México que en las últimas décadas han adquirido rasgos creativos y culturales más acentuados y las han definido como ciudades artísticas. Un ejemplo icónico es sin duda la ciudad de Oaxaca de Juárez, donde la notable labor del artista visual Francisco Toledo, su familia y un grupo de gestores instauró un importante conjunto deinstituciones culturales de gran calidad y alcance, como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), fundado en 1988, la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, la Fonoteca Eduardo Mata, la Biblioteca Francisco Burgoa, el Cine Club El Pochote, la fábrica de papel y Taller Arte Papel Oaxaca en San Agustín Etla, además de diversos proyectos editoriales. El mismo artista y su familia regalaron varios edificios para la albergar colecciones de obra gráfica, de obra fotográfica también donadas por Toledo, así como obras de su autoría. En esta misma dirección, el artista promovió la conservación de la culturainmaterial, el patrimonio construido y natural de Oaxaca. En colaboración con instancias estatales, federales y la sociedad civil, destaca la construcción del Jardín Etnobotánico enel conjunto del antiguo convento de Santo Domingo de Guzmán. El gran acervo histórico y cultural que existe en Oaxaca paulatinamente se enriqueció con el trabajo y la iniciativa de Toledo, otros artistas, artesanos, arquitectos, fotógrafos, diseñadores, gestores, etcétera, así como la sociedad civil. Aumentó el número de escuelas de música, arquitectura, artes y diseño; también creció el interés en estudios regionales. Favoreció la restauración del convento del siglo XVI de Santo Domingo de Yanhuitlán, el rescate y acondicionamiento del ex convento de San Pablo, sede de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca -de gran impacto social y el Museo Taller Erasto Cortés, en el Centro de la ciudad de Puebla de los Ángeles. La influencia de todo este trabajo artístico en Oaxaca fue tal, que alimentó de manera importante el movimiento neomexicanista del arte nacional. La atmósfera cultural y creativaen la ciudad y la región se extendió muy rápido y durante mucho tiempo llegaron a vivir artistas, galeristas y gestores de diferentes latitudes de México e incluso del mundo, buscando alimentarse de ese ambiente y desarrollarse en el mismo. Si bien, el estado de Oaxaca comprende problemas sociales y económicos muy complejos, las actividades artísticas han dado salidas reales a problemas importantes de la entidad. En la ciudad de Zacatecas, se fraguó también durante esos años un modelo cultural y artístico por influencia del legado de Federico Sescosse, la gestión de los hermanos artistas Pedro y Rafael Coronel y de Manuel Felguérez, así como de un consolidado grupo de activistas culturales de la sociedad civil preocupados por el rescate del patrimonio tangible e intangible de la ciudad de Zacatecas y su entorno, que se consolidó en un lugar con gran pulso creativo. En los años 90 y hasta principios del 2010, esta agitación artísticatambién tuvo gran alcance. El Museo Grabado al interior del Museo Manuel Felguérez originó varios colectivos, centros culturales, foros de teatro y galerías independientes que mostraban actividades creativas espontáneas y frescas, que hacían de la ciudad y la región lugares de interés turístico, académico y cultural. Lamentablemente el incremento de las actividades delictivas que asoló a todo el país disminuyó esta inercia en Zacatecas, pero sigue en recuperación. Hemos mencionado de manera muy sucinta y tal vez simple, estos dos ejemplos de muchos otros de ciudades mexicanas que poseen o se encaminan a esta dimensión artística a la que aludimos; la ciudad de Guanajuato, Querétaro, Cuernavaca, Tijuana y por supuesto la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, en algunos sectores urbanos por su escala geográfica. Existen también ciudades de carácter “alternativo” como San Miguel de Allende, Playa del Carmen o Pátzcuaro, que tienen una impronta notable para el desarrollo de las artes y la cultura. La ciudad de Morelia tiene una dimensión muy amplia en la agencia cultural. “La oferta” oficial de festivales de poesía, de música culta y popular, cine, danza, teatro, etcétera, no tiene en ningún modo formas caprichosas ni superficiales. Hay sustentos académicos, profesionales y de oficio muy arraigados en la tradición, que se remonta al origen histórico de la sociedad moreliana, con toda su complejidad y alteridad posibles. También, como en toda sociedad, hay un pulso creativo, que tiene poco que ver con los vaivenes de las políticas estatales, los institutos de cultura y el protagonismo de los funcionarios. En esta vena también se encuentran valores vivos y representativos de la sociedad moreliana. ¿En dónde viven estas expresiones artísticas espontáneas, desenfadadas, sin filtros ni intereses oligárquicos o ideológicos?, ¿Qué nos permitirá vestir a Morelia como ciudad creativa? colecciudad@gmail.com