Carolina Martínez La cantidad de objetos diseñados y producidos por el ser humano ha igualado la biomasa del planeta en el año 2020. Según la publicación del estudio realizado por el grupo de cinco investigadores (Emily Elhacham, Ron Milo y otros, Instituto de Ciencias Weizmann) en diciembre 2020, en la revista Nature, en 20 años duplicaremos esa cantidad si continuamos con nuestros hábitos de consumo, patrón de producción y estilo de vida actuales. Hablamos de diseño…vestuario, transporte, sustancias, edificación, objetos… Desde hace tiempo ha sido momento de llamar nuestra atención hacia la relación con el planeta, hoy es urgente. La respuesta a la inercia del comercio, la presión de las redes sociales y la parodia en los anuncios para pretender necesidades, encajar o imitar, es hacer una pausa cada vez que tienes el impulso o sientes que “necesitas algo” … No necesitas todo eso. Alguna vez has llegado a tu casa y visto cosas que te hacen pensar: ¿para qué las compré? ¿cómo me deshago de ellas? Si te está pasando por la mente, que la cantidad de objetos de los que hablan en el estudio no es real, querrás saber que sí. Analizaron cantidad y peso de los objetos inanimados producidos por el humano…sí, incluye esa reliquia escondida en lo profundo de tu clóset y que atesoras tanto que ya ni siquiera recuerdas. Acercarnos hacia el necesito menos y necesito poco, debe ser el hábito al que queremos apegarnos atravesando del consumo hacia la preservación, marchando de lo que pensamos y creemos hacia la práctica. La población mundial en 2050 podría llegar a alcanzar 9,600 millones de habitantes, que requerirían el equivalente a casi 3 planetas para proporcionar recursos necesarios para el estilo de vida actual, de acuerdo con el Banco Mundial. Y apocalíptico o no, algunos centran el esfuerzo o el sueño en extraer al humano hacia otro planeta, otros, en insistir que mientras tenemos este, queda algo por hacer. La Agencia Internacional de Energía, estima que, en el año 2019, el consumo final de energía por sector y respecto del consumo total por producto, la industria abarcó el 75 por ciento de carbón, 41 por ciento de electricidad y 37.6 por ciento de gas natural; el transporte y servicios el 86.8 por ciento de petróleo, 23 por ciento de electricidad y 20 por ciento de gas natural; el sector residencial (hogar), el 29.7 por ciento de gas natural y 26.6 por ciento de electricidad. Con todo esto, parece que no hay nada en que participar. Pero podemos desarrollar cambios y progreso en diferentes escalas, en la tecnología y la ciencia y también en tu pequeño mundo… el que sea, con las dimensiones que tengas…en tu trabajo, escuela, empresa, familia o en ti mismo… hay algo que puedes mejorar, algo que puedes hacer. La ONU presentó “Lazy´s persons guide to saving the world” o en español traducida como “Guía de los vagos para salvar el mundo”, de la que puedes tomar los siguientes ejemplos: desconectar los aparatos eléctricos, apagar la luz, comprar en empresas sostenibles, secar tu ropa al aire, tomar duchas cortas, comer menos carne y pescado, comprar productos con empaque mínimo, apoyar a los negocios locales, eliminar el uso innecesario de plástico, mantener el vehículo en buen estado, escoger alternativas de transporte y de pañales desechables, donar lo que no utilizas, revisar el sello de ventanas y colocar alfombra en época de frío, difundir publicaciones valiosas, divulgar medidas contra el cambio climático, luchar contra la inequidad y alzar la voz contra la discriminación de cualquier tipo. Otros ejemplos son: no desperdiciar comida, comprar solo la comida indispensable, ya que la pondrás en refrigeración, reparar objetos, reportar fugas, usar un vaso para lavarte los dientes, ser consciente de los recipientes de la comida para llevar, usar paneles solares. Algunas de estas acciones podrían tener impacto en el porcentaje del sector residencial citado, al que le corresponde casi el 30 por ciento del consumo de gas natural y electricidad; otras acciones se verían reflejadas en tus hábitos de consumo, alimentación y transporte, en general generarías menos basura, menos CO2 y podrías analizar tus acciones cotidianas y modificarlas para la sustentabilidad. También podemos repensar nuestra práctica en el diseño, incluso rediseñar el propio proceso del diseño y su concepto, dirigirlo hacia un diseño centrado en los valores de la naturaleza, no por los resultados de mañana sino para años y generaciones más allá de nuestro rango de esperanza de vida. Puede ser desde el control de los materiales y el estudio de otros nuevos, ya que volviendo a la pregunta del inicio sobre las cosas: ¿cómo me deshago de ellas?, tendemos a pensar que desaparecen como magia o que se desintegrarán fácilmente si se las llevan a “la basura”, cuando por el contrario han sido fabricadas con materiales duraderos y ya no estarán cerca de ti, pero estarán en el mundo. O puede ser a través del proceso del diseño bajo lineamientos que promuevan los ciclos naturales, por ejemplo, en la producción de vivienda, con entendimiento de la interrelación de los espacios construidos y no construidos, a veces con modestia en el tamaño de la casa, otras venciendo el arquetipo de lo eterno. Tenemos que aplicar la eficiencia y el principio de economía, hacer más y mejor con menos, sin desperdiciar recursos, pero también consumir y producir solo lo necesario. Si dejamos de consumir en exceso, dejamos de producir bienes y desechos en exceso. Y por favor a quien te pregunte, explícale esto, en vez de ahorrártelo diciendo que solo eres tacaño. colecciudad@gmail.com