“Un homenaje a estas compañeras fieles y humildes que, pidiendo sólo aire, son capaces de elevarnos y mostrarnos cómo se abren los caminos adelante nuestro, si pedaleamos lo suficiente. Con la ciudad…como telón, las bicis danzan invadiendo el paisaje urbano.” Maia Ferro Colectivo ciudad Las memorias de nuestra primera bicicleta, su diseño y su forma, siempre van acompañadas de las experiencias que implican el caerse y el levantarse, todo un proceso de juego y aprendizaje para andar en la “bicla” como coloquial y cariñosamente la nombramos, proceso que emula y concentra la complejidad de la vida misma, indudablemente las cicatrices y los raspones forman un pasaje trascendental en nuestras historias de vida personales. La bicicleta y el imaginario colectivo, nos puede hablar desde muy diversas perspectivas, que siempre resultarán de interés para sociólogos y antropólogos, así podemos imaginarla como una herramienta asociada al trabajo, un triciclo metálico de color amarillo, compañero que permite recorrer la ciudad para repartir garrafones de agua, para vender tamales, pulque o pan, así Gabriel Vargas en los años 60’s recrea historias urbanas en la Familia Burrón, de la cual Ruperto Tacuchees un miembro más de una numerosa familia afincada en los barrios populares de la ciudad, un ratero venido a bien y convertido en repartidor de panadería trepado en su bici, cubriéndose media cara y con la canasta de pan equilibrada en su cabeza, surca velozmente las gélidas calles de la ciudad de México, con un pedaleo tenaz en los albores de la mañana. No es posible entender el México moderno sin las imágenes de personajes urbanos como el albañil con su clásica bicicleta de trabajo y su herramienta cargada en la parte posterior, y el dínamo gira infinitamente en la rueda posterior, le permite iluminar el camino desplazándose de día y de noche en la urbe, así también personajes que van desapareciendo poco a poco, como el afilador y su clásica bicicleta de trabajo que se transforma y se adapta con una rueda de afilar que funciona con el pedaleo de la bicicleta y le permite recorrer la ciudad en busca de cuchillos sin filo en las casas de la ciudad, definitivamente la bici, tiene y ha tenido un rol importante en la cultura contemporánea. Indudablemente la bicicleta también ha hecho historia en el cine y sus imaginarios de cultura, sin duda alguna el primer lugar lo ocupa la clásica Ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica en 1948, situada en época de post-guerra narra la vida de Antonio Ricci, poéticas escenas en blanco y negro de la danza urbana de bicicletas y trabajadores con escaleras que pedalean en las luminosas calles del amanecer en Roma; Antonio es un obrero desempleado que pega carteles publicitarios y al estar encaramado en la escalera le roban su bicicleta, acompañado de su pequeño hijo Bruno, inician la búsqueda del ladrón para recuperar su bien más preciado. Y como olvidar también al clásico Cinema Paradisode Giuseppe Tornatore, de 1988, Alfredo un proyeccionista de cine pedalea en su vieja y destartalada bicicleta y lleva a Totó en los manubrios, un pequeño niño amante del cine, que a través de estos paseos y las películas construyen una gran amistad que durará toda la vida. Sin lugar a dudas, otro hito cultural global lo ocupa E.T. El Extraterrestre de Steven Spielberg en 1982, para toda una generación de niños que crecieron en los 70’s y los 80’s, la emocionante escena de persecución de patrullas a un grupo de jóvenes adolescentes en bicicleta pedalean a toda velocidad y esquivan hábilmente los obstáculos montados en bicicletas BMX, que culmina con el mágico vuelo en bici de la pandilla liderados por Elliot y E.T. encaramado en la canastilla frontal, la memorable escena de la clásica bicicleta Kuwahara BMX rojavuelan, cruzando el sol del atardecer, una metáfora del sueño de libertad que proporciona la bicicleta en la adolescencia. Creo que estos tres ejemplos hablan muy bien de la bicicleta en el cine, en el contexto europeo y en el contexto estadounidense, han llevado a cabo la construcción de imaginarios procedentes de la cultura occidental, sin embargo, para realizar un ejercicio decolonizador más justo y equilibrado, podríamos también mencionar el muy memorable documental Ciudad, del 2020, dirigido por Carlos F. Rossini con Maya Goded, Julio Hernández Cordón y Nuria Ibáñez, la construcción de una mirada colectiva de la Ciudad de México llevada a cabo por cuatro directores cuatro diferentes visiones de búsqueda y descubrimiento de los gestos de una megaurbe. Dentro de los cuatro espejismos condensados en una estética del blanco y negro, surge un ciclista desde la oscuridad de un puente del viaducto, rodeado de autos en un embotellamiento, un joven moreno, ataviado en negro, mochila a la espalda, camisa sin mangas, lentes oscuros, bigote negro, pedalea con gran fuerza incorporándose del asiento, pasan coches a su lado sin perturbar la cadencia, disfruta del aire que despeinan un poco su copete de mechones rubios y poco a poco y con mucho esfuerzo sube al segundo piso, donde la velocidad de los autos empieza a incrementarse y pasan veloces autos a muy corta distancia ¡swosh!, le pitan fuertemente y sin inmutarse les lanza besos a los conductores, temerario ciclista de gran habilidad y destreza en dos ruedas, en la selva de asfalto y autos de la ciudad. Sirva este como un homenaje al pasado 3 de junio día mundial de la bicicleta que siempre construye y ha construido imaginarios de cultura, rutas infinitas por recorrer y brisas de libertad.