Raúl Coria Tinoco En una ciudad en los años 80’s, Blanquita una niña de 7 años junto con su hermano Jorge de 11 años, caminaban diariamente a la escuela que estaba ubicada a casi un kilómetro de distancia de su casa, esto implicaba cruzar vialidades de alto aforo vehicular y desplazarse por una de tantas colonias populares de la ciudad. Vivian en lo que ahora se conoce como ciudades de 15 minutos. Cuando tenían que ir a un espacio deportivo, parque u otro destino ubicado a mayor distancia, utilizaban el trasporte público para llegar a él. Regularmente jugaban en el espacio público inmediato a su vivienda, es decir, la banqueta y la calle, estos espacios se transformaban en un campo deportivo, un escenario, lo eran todo; compartían este lugar con otros niños en las mismas condiciones, ya que un parque o espacio recreativo formal era distante; realizaban sus dinámicas en muchas ocasiones sin el acompañamiento de un adulto, tenían una alta percepción de seguridad; estas condiciones fueron típicas de muchos niños y niñas de esa generación. Las nuevas generaciones viven una realidad diferente en las ciudades, resultado de la suma de varios fenómenos sociales, económicos y medio ambientales, tales como el aumento de población, informalidad, inseguridad, cambio climático, el crecimiento urbano y en el momento actual las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. Cabe señalar que los niños, niñas y jóvenes menores a 14 años son parte de la población en situación de vulnerabilidad; en Mexico representan un poco más del 25 por ciento de la población total. Además, el 6.5 por ciento de los niñas y niños en el país tiene alguna discapacidad. En el ámbito físico urbano los niños se enfrentan a varios desafíos; en el hogar por la pandemia se ha recluido a los pequeños en espacios adaptados a dinámicas de educación, recreación e interacción; por lo tanto, las familias promedio con 3 o 4 habitantes, se ven forzadas a adaptar su vivienda para realizar estas actividades y aunque desde el punto de vista de optimización dinámico-espacial se han presentado algunas innovaciones, no termina por contar con lo necesario para un hábitat saludable. Según cifras de INEGI, la mayoría de las niñas y niños de entre 10 y 14 años son físicamente inactivos; sólo 12.5 por ciento y 17.9 por ciento realizan al menos 60 minutos de actividad física moderada-vigorosa siete días por semana, respectivamente, esto aun y con el incremento de lugares para el deporte que entre 2013 y 2018 crecieron anualmente un 5.4 por ciento. La movilidad es compleja para los pequeños, ya que la ciudad no está pensada para ellos, está diseñada pensando en los autos ocasionado la segregación de las personas; en la década pasada alrededor de 11 mil niños murieron por atropellamiento, es decir que murieron 3 niños promedio por día en el espacio público, según datos de INEGI. Además, la deficiente accesibilidad en el transporte y espacio público, que presenta barreras físicas, ausencia de señalización y comunicación, lo cual genera confusión. A pesar de que se cuenta, con leyes, normativas y políticas públicas, dirigidas al bienestar de este grupo vulnerable en temas de alimentación, educacion, protección social, migración y seguridad. Y con acuerdos con la ONU y UNICEF en donde México en 1990 ratificó su compromiso con la Convención de los Derechos del Niño, lo cual está alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). No son suficientes estas políticas, ya que las ciudades no facilitan el habitar de las niñas, niños y adolescentes. Específicamente en el tema de inversiones dirigidas hacia los derechos de los niños como plenos ciudadanos, es importante que sean considerados como participes del diseño, la planeación y gestión de las ciudades. ¡Hay que preguntarles! Muestra de ello, en 2016, la ciudad de Tel Aviv adopto una iniciativa llamada Urban95 con esta intención. Si bien, se trata de generar espacios específicos para el juego, la cultura y el deporte, también es pensar en toda una diversidad de componentes que permitan proporcionar la seguridad, autonomía, la inclusion y habitabilidad de los niños y niñas, con y sin discapacidad en espacios tan básicos como lo es una banqueta. Es importante fomentar los barrios de 15 minutos, lo cual está relacionado con inversiones en cuanto a banquetas, calles, parques, transporte público e instalaciones con servicios que las familias necesitan, es decir una recreación y movilidad sustentable que permita desplazamientos seguros. Es incongruente la aprobación de inversiones unilaterales dirigidas a infraestructura para el vehículo privado, deben preverse inversiones integrales y transversales para lograr estrategias aplicadas a la dinámica y espacio que permitan abordar las problemáticas para con ello mitigar y evitar casos como las muertes por atropellamiento. Se requieren políticas e inversiones que, aunque no sean dirigidas específicamente a este grupo vulnerable, en su aplicación puedan obtener beneficios; un ejemplo es la reducción de tiempos de traslado en las ciudades, ya que ello permitiría contar con tiempo para que los padres tuvieran más convivencia con los menores. Debemos pensar y generar ciudades inclusivas, accesibles, que permitan aprender, proporcionen seguridad, salud física y mental, ya que como lo señala UNICEF “No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo de los niños, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de la … civilización humana”. colecciudad@gmail.com