Catherine Ettinger En las caminatas matutinas he pasado por los antiguos hospitales civil e infantil. Con el cambio de sus instalaciones a la llamada Ciudad de la Salud al norte de Morelia quedaron los edificios desocupados, resguardados por personal de seguridad, pero en desuso. Los efectos del cambio se sienten más allá de los edificios: los campamentos del Bosque Cuauhtémoc han desaparecido y muchos negocios de la zona, enfocados principalmente a las necesidades de pacientes y médicos, tiene poco movimiento. Queda evidente una gran oportunidad para nuestra ciudad, no solo de reutilizar los inmuebles comentados, pero también de definir una nueva vocación para esta zona de la ciudad. En el marco de las discusiones sobre el destino de la antigua penitenciaria que se encuentra en la avenida Acueducto ha salido a relucir la posibilidad de que el Gobierno del Estado de Michoacán concentre oficinas y reduzca el gasto en rentas. Los hospitales de la zona del bosque presentan la misma circunstancia y la reubicación de oficinas, en particular en el Hospital Civil, podría ayudar a reactivar la zona. A más de 70 años de su construcción, sin duda requiere de la elaboración de un buen proyecto para su restauración y adecuación a nuevo uso que incluyera una revisión detallada de las condiciones de su estructura. No obstante, la arquitectura del edificio, basada en una estructura de esqueleto de concreto, admite fácilmente la modificación de la distribución interior, pudiéndose prestar para alojar dependencias diversas según las necesidades que seguramente tiene identificados los funcionarios estatales. Me atrevo, sin conocimiento detallado ni de las condiciones de los edificios, ni de las políticas que implementarán los gobiernos municipal y estatal entrantes, esbozar algunas ideas. Para el caso del Hospital Infantil pareciera lógico alojar oficinas de dependencias que ya se encuentran en la zona. El DIF, por ejemplo, tiene edificios rentados en otras partes de la ciudad además de tener instalaciones en el bosque en módulos de pobre calidad constructiva. Así se presenta una oportunidad que tiene tres facetas: la de optimizar el gasto al reducir rentas con un uso para oficinas, la de desocupar instalaciones de baja calidad en el actual DIF para restituir áreas verdes y la de crear espacios afines al cometido actual del bosque como espacio recreativo. La planta baja podría venir a solventar necesidades sentidas de la sociedad como estancias diurnas para personas de la tercera edad o adultos con discapacidad, así como para actividades lúdicas. El tema del Hospital Infantil se relaciona con la misma historia del Bosque Cuauhtémoc y su carácter original. En este mismo espacio he abogado por el reconocer que el antiguo Paseo de San Pedro era en primer lugar un jardín, donde los reglamentos enfatizaban la importancia de la vegetación y de la continuidad visual. Era un espacio verde con chalets o casas de campo se encontraban dispersas entre los árboles. El actual uso de varios de los solares para oficinas resultó en la construcción de no solo de muros que separen los lotes, sino en la pérdida constante de áreas verdes en lo que probablemente el parque público más importante de la ciudad, si no por su extensión, si por su significado histórico. Las dependencias que ocupan predio en el bosque —el DIF, la Comisión Forestal, la Secretaría de Gobierno, el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce y el Museo de Historia Natural Manuel Martínez Solórzano—, en menor o mayor medida, han eliminado áreas ajardinados para en su lugar crecer sus instalaciones o crear estacionamientos. Un proyecto juicioso de nuevo uso para el Hospital Infantil podría ayudar a revertir esta pérdida. Difícilmente abogo por la demolición de edificios por dos razones. En primer lugar, porque siempre conlleva una función de testimonio histórico y en segundo lugar porque desde el punto de vista ambiental es un gran desperdicio que no sea aprovechado o reciclado un objeto que en su proceso constructivo consumió importantes recursos. Para el caso del bosque, haría una excepción poniendo en el balance las ventajas de, en primer lugar, lograr la restitución de áreas verdes y árboles que son de tanta necesidad en la ciudad actualmente. En segundo lugar, si se elimina algunas de las estructuras de construcción reciente se lograría un rescate parcial del sentido original del bosque en donde había continuidad visual ya que las únicas barreras permitidas para aislar los lotes eran moreras o setos naturales. No dudo que quienes están involucrados en las decisiones sobre el destino de los edificios comentados tienen mayor claridad sobre las necesidades desde la perspectiva el gobierno. Pero, valdría la pena antes de tomar las decisiones, considerar los sueños de algunos de los habitantes de ver el Bosque Cuauhtémoc y su zona aledaña resucitar. @dCcD