Jorge Humberto Flores Romero Para Carlos Gonzáles Lobo, académico emérito de la UNAM, el concepto de vivienda social no existe, pues las empresas inmobiliarias, al producirlas en serie terminan fabricando cajas inertes, grandes paisajes de cajas repetidas hasta el infinito, hasta donde la vista alcanza, son paisajes siniestros que retratan el hacinamiento y uniformidad de conjuntos habitacionales en México. El gran tema de la vivienda nos conduce a reflexionar en esta ocasión sobre la importancia de cómo albergar espacialmente a la actividad humana, los hechos humanos habitables de cualquier tipo de familia y cómo es que éstas deberían acceder a una vivienda digna. La vivienda entonces, consideramos debe ser flexible y versátil para recibir a la vida, la búsqueda de espacios vacíos para que la vida los llene a su ritmo y a su velocidad. Entre las problemáticas que las inmobiliarias han creado encontramos que la política estatal de vivienda en México en el año 2001 se enfocó en colocar en el mercado inmobiliario miles de viviendas a muy bajo costo, cuyo objetivo principal fue impulsar la industria de la construcción mediante la promoción intensiva de vivienda social, destacando la importancia de políticas públicas que impulsen el equipamiento con el objetivo de revertir el desequilibrio actual causado por unas políticas de vivienda diseñadas más como un detonador económico que como un satisfactor social como lo aseveran Espinoza y Sánchez. Actualmente las políticas están orientadas a fortalecer el Programa de Regeneración de Vivienda Abandonada, enmarcado en el Programa Nacional de Vivienda (PNV)colaborando la SEDATU con el INFONAVIT, en diferentes zonas del país, en donde se concentra principalmente este fenómeno. Los datos del Infonavit arrojan datos preocupantes sobre la vivienda, pues actualmente existe un incremento acelerado en el abandono y deterioro de la vivienda como un efecto de factores externos que afectan algunas zonas del país. Dentro de ellas podemos mencionar la ubicación de Unidades Habitacionales fuera de los contornos urbanos de la ciudad, la ruptura del tejido social (ocasionada por esta desconexión con la ciudad), servicios municipales deficientes e inseguridad, aunado a la falta de infraestructura o equipamiento urbano como parques, escuelas, hospitales, así como la mala calidad de viviendas y de las condiciones del entorno de los mismos junto con el hacinamiento que conlleva. Aunado a las problemáticas mencionadas, la crisis del COVID-19 han amplificado aún más la crisis, pues los habitantes de estos tipos de viviendas han tenido que enfrentar las recomendaciones en de la OMS con cierta dificultad. Las nuevas normas de convivencia como el aislamiento, el distanciamiento social y el trabajo desde casa, implican una serie de preguntas y dificultades que revelan la falta de reflexión social al momento de planear UH: ¿cómo resolvemos estas necesidades en una vivienda mínima, sin el espacio suficiente para el aislamiento? y suponiendo que co-existan en casa enfermos contagiados en esas condiciones de hacinamiento ¿Cómo es posible conservar el distanciamiento físico? ¿cómo trabajar y estudiar desde casa sin el espacio adecuado para estas eventualidades pandémicas? Tales dificultades develan que estas recomendaciones de la OMS solo pueden cumplirse dentro de una situación de privilegio que la mayoría de las viviendas y sus habitantes no pueden acceder, lo que plantea una condición de desigualdad social para estos habitantes. Según datos de INEGI a fines del 2020 existían 6.15 millones de viviendas deshabitadas, es decir 14% de las viviendas del país. La cifra contrasta con los 5 millones de viviendas abandonadas en 2010, y representa un alza del 22% en un lapso de una década. Dentro de la estadística es importante resaltar que Veracruz tuvo un incremento del 64.4% y en seguida Michoacán con un 31.2%, lo cual nos pone en una posición incómoda en el panorama nacional de la vivienda deshabitada. Las causas del abandono de se debe principalmente a la lejanía del empleo, a los bienes y a los servicios urbanos. Otro factor de abandono es que la adquisición de vivienda no siempre es con la intención de habitarla, además de la imposibilidad de pagar el crédito hipotecario, la mala calidad de la vivienda, y la localización en zonas de riesgo por factores naturales, la localización en zonas inseguras por factores sociales, entre otros. En nuestra ciudad podemos referirnos a las siguientes Unidades Habitacionales que presentan muchas de las características mencionadas: UH San Pedro, ubicado al Suroeste de la ciudad con una gran desconexión con la mancha urbana y su falta de municipalización que mantiene afectadas a 2300 viviendas desde el 2014, con un 10 por ciento de créditos vencidos. La UH Campo Nubes, ubicada en el extremo poniente de la ciudad, misma que afecta a 2300 viviendas por sus altos índices de delincuencia y su desconexión con la mancha urbana, así como la falta de municipalización, con un 10 por ciento de créditos vencidos y por último el conjunto de Villas Oriente también presenta una gran desconexión con la mancha urbana, así como la falta de municipalización que mantiene afectadas a 2100 viviendas desde el 2017, con un 15 por ciento de créditos vencidos. Sin duda un gran reto para el Infonavit y la Sedatu el mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las 8700 viviendas, para evitar los procesos de deterioro y de abandono de vivienda en estas Unidades Habitacionales, definitivamente es importante dar un giro de tuerca en las políticas públicas dirigidas hacia la vivienda social. colecciudad@gmail.com