La violencia en el trabajo y las mujeres NORMA ELIZABETH ALFARO LEAL A propósito del 08 de marzo es importante conocer sus raíces, siendo una lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad, proclamado por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1977 como el Día Internacional de la Mujer, esta conmemoración tiene como fin un cúmulo de reconocimientos, sus orígenes de las manifestaciones de las mujeres que, especialmente en Europa, reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los sexos, vinculado a los movimientos feministas durante la Revolución Rusa de 1917 y la lamentable pérdida de vidas de mujeres trabajadoras en Estados Unidos de Norte América. Hablemos de las mujeres y el trabajo; es inevitable entrelazar estos conceptos con la violencia, ya que la misma ha formado parte de la vida de las mujeres y por supuesto laboral, lamentablemente millones de trabajadores de todos los continentes llevan sus cicatrices, siendo un problema mucho más grave de lo que se cree, ya que las pruebas indican que siguen sin informarse todos los actos de violencia que ocurren en los lugares de trabajo. La violencia en el trabajo adopta distintas formas, puede tratarse de agresiones físicas o de amenazas, o de violencia psicológica, manifestándose a través de intimidación, hostigamiento o acoso basados en distintos motivos, entre ellos el género, la raza o la orientación sexual. El acoso sexual, el problema que más comúnmente afecta a las mujeres, y es una de las formas de violencia hacia las mujeres además de ser de las experiencias más ofensivas y degradantes en contra de las mismas. Hasta la fecha, las relaciones sociales de género se expresan en una distribución desigual de poder entre hombres y mujeres, generando situaciones de tensión y violencia que afectan, fundamentalmente, a las mujeres, donde el hostigamiento laboral y el acoso sexual en el trabajo son expresión de la violencia de género muy extendida en los espacios laborales, estas agresiones producen malestares físicos y psicológicos en las mujeres afectadas, así como desmedro de su situación económica y familiar. Las mujeres en México viven de ingresos bajos y las que cuentan con estudios superiores son de ingresos intermedios, lamentable ambas sufren esta violencia laboral, el 37% de las mujeres en México han sido objeto de violencia física y/o sexual por parte de un compañero de trabajo, jefe o mando superior la prevalencia llega a ser de una de cada dos mujeres. En México la participación laboral de la mujer está por debajo en comparación con otros países, causando impactos económicos importantes. En 2019 la participación laboral de las mujeres fue tan solo 45% (datos pre-covid), comparado con 77% para los hombres, una brecha de 32%. Si las mujeres participaran en la misma proporción que los hombres, el ingreso per cápita sería 22% más alto; si México pudiera implementar políticas públicas para aumentar la tasa de participación laboral en 0.6 puntos porcentuales al año, conforme a lo observado en España, Irlanda y Chile, esto contribuiría a la eliminación de la brecha de género en la participación laboral, y llevaría a un crecimiento económico de 0.4% anual. Además de que se necesitan, más acciones preventivas para evitar la violencia laboral, que no perjudiquen las condiciones de trabajo y el bienestar general de las mujeres en el trabajo, con la información de los mecanismos y herramientas, para la atención de las quejas.