La importancia del BRICS y del nuevo banco de desarrollo

Tal es el atractivo del BRICS, que, a estas fechas, más de 20 países están solicitando su ingreso, lo cual será tema de la agenda de Johannesburgo.

ABEL PÉREZ ZAMORANO

Entre el 22 y el 24 de agosto se celebrará en Johannesburgo, Sudáfrica, la cumbre del grupo BRICS, asociación de colaboración económica de países fundada en 2008 por Brasil, Rusia, India, y China (en 2010 se incorporó Sudáfrica), hoy por hoy una potencia económica de primer orden: incluye el 22% de la superficie del planeta, el 42% de la población, produce la cuarta parte del PIB mundial y más de un tercio de los alimentos. Los cuatro fundadores poseen el 40% del oro mundial, y “… su comercio interno pasó de unos US$27,000 millones en 2002 a US$282,000 millones 10 años más tarde. Según algunos cálculos, esta cifra se duplicará en 2015” (BBC News, 15 de julio de 2014). En este marco, China es ya el principal socio comercial de Brasil y de Sudáfrica.

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En palabras de Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad: “El mito fundacional de las economías emergentes se ha desvanecido, los países BRICS […] Están tratando de posicionarse como portavoces del Sur global, como un contramodelo del G7” (DW, 26 de marzo de 2023). Y lo están logrando. “Estimaciones del Fondo Monetario Internacional indican que la contribución de los BRICS al PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo será superior al 50% en 2030. En 2020, la contribución del grupo ya era del 31.5%, frente al 30% de los países del G7 […] Debido a estos números y al creciente interés de varios Estados en unirse al grupo, asistimos al ocaso de los (antiguos) ídolos del sistema internacional, lo que indica el nacimiento de una nueva era. El ascenso del grupo, por su parte, se da en medio de un telón de fondo de desconfianza respecto a los desorbitados privilegios de Estados Unidos en el sistema (principalmente por el papel del dólar como moneda de cambio internacional y reserva de valor), así como por una crisis de legitimidad sufrida por las principales instituciones financieras multilaterales de la posguerra, como el Banco Mundial y el FMI” (Valdir da Silva Bezerra, Sputnik, 15 de abril de 2023). Idénticas cifras proporciona RT, con base en datos de Acorn Macro Consulting, compañía de investigación macroeconómica con sede en el Reino Unido.

Tal es el atractivo del BRICS, que, a estas fechas, más de 20 países están solicitando su ingreso, lo cual será tema de la agenda de Johannesburgo. Destacan entre ellos: Turquía, Arabia Saudita, Indonesia (con una población de 279 millones de habitantes), Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Argelia, Túnez, Irán, Egipto, Nigeria, Zimbabue, Sudán, Etiopía, Argentina y Venezuela. Sobre la importancia de los países islámicos, el canciller ruso, Sergei Lavrov, declaró: “La adhesión de países islámicos al BRICS beneficiará el fortalecimiento del mundo multipolar […] en cierta medida, todos son líderes del mundo árabe e islámico.” Son elocuentes las declaraciones del ministerio de Exteriores etíope: “Solicitamos el ingreso […] Para salvaguardar nuestros intereses nacionales”.

​Líderes norteamericanos advierten el aislamiento de su país. Larry Summers, profesor en la Universidad de Harvard y exsecretario del Tesoro, dice: “EUA se está quedando solo […] advierte que aquellos países que no están ‘en el lado correcto de la historia’ tienden a unirse cada vez más ‘en una amplia gama de estructuras’ […] Estados Unidos está perdiendo influencia a nivel global a medida que otras potencias suman fuerzas en nuevas alianzas, según se expresó en una entrevista concedida este viernes a Bloomberg…” (RT, 15 de abril de 2023).

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El grupo BRICS ha evolucionado en su estructura, funciones y alcances. Para incidir efectivamente en el desarrollo de los países, necesita operar financieramente, otorgando créditos en condiciones favorables; con tal propósito creó en 2014 el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB por sus siglas en inglés) también llamado Banco de los BRICS, con sede en Shanghái, que inició funciones en 2016, y cuya actual directora es Dilma Rousseff. En él participan también Bangladesh, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Uruguay. El NDB maneja una cartera de crédito de 100 mil millones: cada país del BRICS aporta la quinta parte del capital; a manera de referencia, el Banco Mundial dispone de 82 mil 100 millones de dólares para créditos, a junio de 2022 (Vijay Prashad, El Viejo Topo, 16 de abril de 2023). Ha aprobado hasta hoy 96 proyectos de desarrollo, por un monto de 32 mil 800 millones de dólares, para financiar infraestructura de desarrollo en áreas como energía limpia, recursos hídricos, salud, desarrollo urbano, entre otras.

Se unen, pues, los países pobres, víctimas históricas de saqueo colonial, sometidos hoy al control del capital financiero global, moderno mecanismo de extracción y acumulación de las riquezas. Recordemos, el imperialismo es precisamente eso: el dominio del capital financiero sobre todo el sistema económico productivo y comercial. Y aquí radica la relevancia del NDB: atacar el problema en su raíz, en las finanzas como mecanismo de control. Pero el banco no es todo.

El BRICS creó “… un fondo de reservas de emergencia, que cumpliría un rol similar al del FMI, con fondos frescos e inmediatos en caso de crisis cambiarias y abrupta fuga de capitales […] Para cumplir su función de estabilización económica, estará “dotado con US$100,000 millones […] tanto el banco como las reservas son pasos importantes para la remodelación de la arquitectura financiera global […] Según Kevin Gallagher, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Boston, el Nuevo Banco de Desarrollo y el Fondo de Emergencia marcan un cambio cualitativo del grupo. En los 90 tuvimos el llamado consenso de Washington que, vistos los resultados, fracasó. Con este banco y el fondo de emergencia de los BRICS nos encontramos ante lo que […] puede ser un modelo para la gobernanza económica global del siglo XXI” (BBCMundo, 15 de julio de 2014). Y para la liberación.

Occidente tiene bajo control las instituciones financieras internacionales: el Banco Mundial y el FMI (ambas, precisamente, con sede en Washington). Desde el acuerdo de su creación en Bretton Woods en 1944, el director del Banco debe ser estadounidense, y el del FMI, de Europa. Así se reparten. Pero Estados Unidos es el principal accionista del Fondo, en el cual goza de derecho de veto, si no de iure, sí de facto. El FMI (léase Estados Unidos y sus socios) decide a cuál país presta y a cuál no; además, aplica la condicionalidad de los créditos: condicionados a que los países “beneficiados” realicen los ajustes económicos que les sean ordenados.

Ambas instituciones basan su operación financiera en el imperio del dólar, divisa de referencia internacional, como se acordó en Bretton Woods, privilegio reforzado cuando, en 1971, Richard Nixon determinó unilateralmente que su país imprimiría dólares sin respaldo en oro, como había quedado expresamente convenido en Bretton Woods. Así, Estados Unidos se vio en libertad de imprimir cuantos dólares desease, y con ellos comprar el mundo; e imprimió papeles, y más papeles, sin control ni respaldo alguno, mórbida adicción que le ha llevado a la consiguiente pérdida de credibilidad, y a que hoy el mundo busque liberarse. En contraste, se percibe al Banco de los BRICS como una institución sana, sólida y justa, orientada a financiar infraestructura y desarrollo sostenible, sin las condiciones leoninas del Banco Mundial y el Fondo, y que permitirá a los países del llamado “Sur global”, reducir su demanda de dólares. El NDB protegerá a los países integrantes de las tan socorridas sanciones económicas y congelamiento de cuentas con que Occidente, el camorrista del mundo, castiga a los insumisos. El triunfo del NDB coadyuvará de manera importante al fin de la dependencia mundial respecto a Estados Unidos y sus organismos financieros; asimismo, protegerá a los países de la crisis en que se hunde aceleradamente la potencia norteamericana, en nuestros días, el país más endeudado, y con un techo de su impagable deuda que sube constantemente, y que entre sus dos principales acreedores tiene a… China. Igualmente, busca liberar al mundo del parasitismo económico del dólar, mecanismo global de exacción de riqueza. En Johannesburgo se discutirá también la operación del comercio al seno del BRICS mediante las monedas nacionales, así como la posible puesta en marcha de una nueva moneda de referencia mundial que sustituya en un futuro cercano al exhausto dólar. De esto trataremos en otra ocasión