Marx Aguirre En los últimos años, el concepto de “pueblo” es utilizado por distintas fuerzas políticas y dirigentes. Inclusive, en el lenguaje oficial, el Presidente de la República y funcionarios de alto nivel, se refieren al pueblo como la fuerza que hace posible las grandes transformaciones de México. Sin embargo, el contenido del concepto y su significado raramente se hace explícito, con lo cual se llega a la conclusión de que lo que es pueblo para algunos, es anti-pueblo para otros. Rigurosamente, no hay una definición de pueblo en México, aplicando las reglas que establece un método elemental de las definiciones, mucho menos aquel que ha sido denominado como el de “género” y “diferencias específicas”. En consecuencia, es importante, desde el punto de vista teórico, ideológico y político, contribuir a la comprensión del concepto de pueblo, relacionándolo con las circunstancias históricas en que se ha utilizado y como proceso en el cual se muestra al pueblo en lo que ha sido, lo que representa y lo que puede esperarse de él. En principio, en la historia de la política y la democracia, en Grecia, los esclavos no eran una parte del pueblo, eran “cosas” a las que se podía maltratar y matar, como hechos que se justificaban a nombre del pueblo. Los esclavistas no eran el pueblo, sino la encarnación viva de los semidioses y de la democracia. Llegaron después los terratenientes, los dueños de tierras y de hombres y mujeres, para quienes la religión hizo del sufrimiento una virtud para ganar la “gloria” y “la vida eterna”. Al pueblo correspondió la condición de “peones acasillados” y de indios. En la Guerra de Independencia de México, el pueblo insurgente, indios, mestizos, negros y mulatos, tapaban la “boca” de los cañones realistas con su sombrero, creyendo que sería suficiente para evitar el disparo, por gracia de la Virgen de Guadalupe. A pesar de la tragedia, la Independencia se logró, pero creó las condiciones para que México perdiera una guerra con los Estados Unidos y la mitad de su territorio. En aquel proceso, el pueblo siguió vivo en todo el periodo de Reforma, el Segundo Imperio y la Guerra contra Francia. Los que continuaron y murieron por la República y Juárez, fueron los campesinos y los indios como parte del pueblo. Ese ejército popular, derrotó a Maximiliano y sus seguidores e hizo posible la organización de un país diseñado en la Constitución de 1857. Después, llegó la Revolución Mexicana con un millón de muertos del pueblo, que hizo posible la entrega de la tierra a los campesinos, el reconocimiento y aplicación de los derechos obreros, la participación de los indígenas con derechos iguales a todos los mexicanos, la educación y los derechos a la vida, el trabajo, la justicia y el bienestar del pueblo. Todo muy merecido pero la lucha debía continuar. Los ideales de la Revolución fueron traicionados, abandonada su creación original, el ejido, en tanto que las conquistas sociales fueron privatizadas y la democracia devino en el poder del mercado, mediante la manipulación y la mentira. Hoy, en el campo, el pueblo esta envejecido, con sus ejidatarios rentando sus parcelas, los comuneros, los jornaleros agrícolas, las mujeres sembradoras, los que se van de migrantes, los ancianos y los enfermos, los jóvenes desempleados y las madres solteras jefas de familia. En las ciudades, los asalariados, los que se ocupan informalmente, los empleados de gobierno, los que viven en asentamientos irregulares, en fin, todos aquellos que tienen un futuro incierto. La sociedad como un todo no es igual a pueblo, particularmente en las sociedades divididas y contradictorias. En los siglos XIX y XX, la sociedad fue analizada en la perspectiva teórica y metodológica del marxismo, estableciendo que su estructura básica estaba integrada por la burguesía, el proletariado y los campesinos, como clases dominantes y dominadas. Las clases sociales dominadas, explotadas, como clases sociales mayoritarias estaban identificadas con el pueblo, eran el pueblo. A pesar de todo, la realidad es necia y el pueblo sigue vivo, compuesto por los sectores mayoritarios y menos favorecidos del desarrollo que lo hacen posible. Por eso, con el orgullo y la certeza de que no hay nada más grande que la energía popular para sostener a México, dotándolo de vida, dinamismo y grandeza. Por eso la importancia del análisis social, de la identificación precisa de lo que tanto se dice del pueblo.