Enrique Flores El Tribunal de Justicia Administrativa en Michoacán (TJAM) ha entrado en una coyuntura política y jurídica incierta, provocada por dos frentes: la traición entre magistrados y la pésima asesoría que el Ejecutivo estatal ha recibido sobre este tema. Hugo Gama Coria sacó su verdadera personalidad y traicionó desde el seno del tribunal a sus pares. Este conflicto ocasionará un desgaste innecesario, ya que, si Sergio Mecino no es reelegido en la magistratura, inmediatamente presentará un amparo y habrá un impasse en las funciones jurisdiccionales, como ya ha sucedido anteriormente. ¿Quién asesorará al Ejecutivo sobre estos temas? Más bien, ¿quién lo asesora mal? Diría el clásico: ¿qué necesidad hay de mover el avispero y generar disputas jurídicas en un órgano que venía trabajando de forma cotidiana sin mayores sobresaltos? El dictamen presentado a votación en la sesión extraordinaria y nocturna de este jueves en el Congreso del estado afirmaba que el magistrado no había cumplido con su trabajo y que existía un presunto rezago laboral. De trasfondo político, es cierto que Gama, al llegar al TJAM, se alió con Sergio Mecino. Parecía que caminaban juntos, pero la ambición es grande, igual que el hambre de poder. El magistrado Hugo, a espaldas de todos, entretejía un camino para que Mecino no resultara reelegido y ya tenía a un candidato para ocupar la sala vacante: Sergio Martínez Ocampo, quien simplemente se desempeñó como coordinador del voto de Carlos Herrera. Vamos por partes: Hugo Gama presume tener cercanía y lealtad con el titular del Ejecutivo y, por otro lado, intenta hacer magistrado al excolaborador de Herrera. Se ha caído la máscara. Gama seguirá siendo magistrado, pero en las salas del TJAM quedará la huella de la traición. Se cierra la pinza: los del pasado ahora lo tienen todo; Fiscalía, Auditoría y Tribunal de Justicia Administrativa.