¿CÓMO ES QUE CRISTO VIVE?

Este domingo celebramos el corazón palpitante de nuestra fe: la resurrección de Jesucristo. No es solo una fecha en el calendario cristiano, sino el eco eterno de un evento que transformó la historia de la humanidad.

Sergio Sánchez Díaz (Inspirado en el mensaje original del pastor John Spyker)

Este domingo celebramos el corazón palpitante de nuestra fe: la resurrección de Jesucristo. No es solo una fecha en el calendario cristiano, sino el eco eterno de un evento que transformó la historia de la humanidad. La tumba vacía no es una metáfora ni un símbolo; es una realidad viva que sigue trayendo esperanza, consuelo y poder transformador a millones alrededor del mundo. Pero hoy queremos detenernos un momento y preguntarnos con sinceridad: ¿Cómo es que Cristo vive?

PUBLICIDAD

La historia: El suceso de la resurrección

En el Evangelio de Juan, capítulo 20, se nos relata una mañana que cambió todo:

“El domingo por la mañana temprano, mientras aún estaba oscuro, María Magdalena llegó a la tumba y vio que habían rodado la piedra de la entrada…” (Juan 20:1, NTV)

No encontró un cuerpo. Encontró una ausencia: la piedra removida, los lienzos doblados, los ángeles sentados, y un mensaje que resonará por los siglos: “¡No está aquí, ha resucitado!”

PUBLICIDAD

Este evento no es una historia para consolar a los afligidos ni una leyenda para sostener la tradición religiosa. Es el momento en el que el cielo interrumpió el curso natural de la muerte, declarando que el poder del pecado y del sepulcro había sido vencido.

Cristo murió, fue sepultado… pero al tercer día se levantó con gloria, dejando atrás la tumba. Esta es la base histórica y espiritual de nuestra fe. Sin resurrección, no hay cristianismo. Sin tumba vacía, no hay esperanza.

Las bases de nuestra fe cristiana

La resurrección no es solo un hermoso mensaje. Es la base inamovible sobre la que se edifica nuestra fe. Así lo declara el apóstol Pablo con fuerza y claridad:

“Si Cristo no ha resucitado, entonces toda nuestra predicación es inútil, y la fe de ustedes también es inútil.” (1 Corintios 15:14, NTV)

La resurrección de Cristo es la garantía de que nuestros pecados han sido perdonados, de que la muerte no tiene la última palabra y de que nuestro destino no termina en un ataúd, sino en la eternidad.

“Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aún después de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá.” (Juan 11:25-26, NTV)

¿Lo crees? Esa fue la pregunta que Jesús le hizo a Marta, y es la misma que nos hace hoy. Porque esta no es solo una historia que se cuenta, sino una verdad que se abraza con todo el corazón.

La fe cristiana es única: ningún otro líder religioso venció a la muerte. Todos los grandes pensadores y maestros que marcaron épocas fueron al sepulcro… y allí quedaron. Solo Cristo lo atravesó y salió victorioso, mostrando que Él no era solo un profeta, sino el Hijo de Dios viviente.

Pablo lo reafirma con palabras poderosas:

“Nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán. Entonces, cuando eso suceda, se cumplirá la Escritura: ‘La muerte es devorada en victoria. Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?’” (1 Corintios 15:54-55)

Por eso, hoy te invito a un solo llamado: cree. Cree en esta verdad eterna. Porque un día todos enfrentaremos la muerte, pero solo quienes creen en Cristo resucitarán a una vida eterna con Él.

La aplicación: El poder de la resurrección en tu vida

La resurrección no es un evento que solo transforma la eternidad. También tiene poder para transformar el presente. No es un acontecimiento que solo nos habla del cielo; nos habla del aquí y ahora.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17, RVR60)

Cristo vive… ¿y eso qué significa para ti hoy? Significa que ya no vives tú, sino que Cristo vive en ti (Gálatas 2:20). Que tienes una nueva vida, una nueva mente, una nueva identidad. Ya no eres esclavo del pecado, del miedo, de las heridas del pasado. Has resucitado con Él a una nueva historia.

“Las obras que yo hago ustedes también las harán…” (Juan 14:12, NTV)

Jesús resucitado no solo sana cuerpos, también sana corazones. No solo multiplica panes, también multiplica la esperanza. Él vive en nosotros para servir, amar, restaurar y proclamar que hay vida más allá del dolor.

Y si Él vive en ti, entonces tú también estás llamado a vivir para otros. Así como Cristo sirvió, tú también puedes servir. Así como Él perdonó, tú también puedes perdonar. Así como Él venció la muerte, tú también puedes vencer el miedo, la tristeza, el egoísmo, la desesperanza.

“Fuimos unidos a Él en su muerte, también seremos resucitados como Él.” (Romanos 6:5, NTV)

La resurrección no es solo una fecha que conmemoramos, es una realidad que encarnamos.

Dile al mundo que Cristo vive

Hoy, millones de personas en Michoacán, México y el mundo entero se congregan para cantar, orar y celebrar que Cristo vive. Pero no es suficiente con reunirnos. Tenemos que proclamarlo. No solo con palabras, sino con nuestras vidas.

“Dile al mundo que Cristo vive.
 Tú le conoces, pues Cristo vive en ti.
 Tu vida cambió con su poder,
 Tu cuerpo y alma Él sanó.
 Dile al mundo que Cristo vive hoy.”

Ese es nuestro llamado como creyentes. Mostrar con hechos, con compasión, con integridad y con amor que Cristo no está muerto, sino que reina. Y que su vida dentro de nosotros es más poderosa que cualquier crisis, que cualquier herida, que cualquier tumba.

Este domingo de resurrección, más que nunca, necesitamos recordar y proclamar con valentía:

¡Cristo vive! Y porque Él vive, yo también vivo.