La Voz de Michoacán El coronavirus llegó para quedarse una larga temporada. La vacuna quizá podría desterrar esa enfermedad, pero mientras no se aplique a todos los mexicanos, seguirá invencible. Más de 50 mil personas han dado positivo a la COVID-19 y la tendencia al alza seguirá durante los próximos días. Lamentablemente entre más contagios, más defunciones quedan a su paso. Hace once meses se registraron los primeros casos en Michoacán, y a la distancia, la única lección que queda clara, y que no la hemos entendido, es que no hay poder humano que la pueda detener. Es imparable. Miles de personas han padecido el mal, y otras miles han perdido a un familiar o ser querido. La experiencia es que este virus se ensaña en personas que presentan obesidad, sobrepeso o enfermedades crónicas. Sin embargo, pese a esta estela de dolor que deja a su paso el coronavirus, aún hay miles de personas que no creen en él, que desarrollan una vida muy normal, a pesar de los riesgos propios y a terceros que provoca. El peligro mayor es en aquellas personas que presentan el coronavirus de manera asintomática, pues son potenciales transmisores a todos, sobre todo a quienes están propensos a sufrir su letalidad. Fue así como miles de personas murieron. Por la irresponsabilidad de quienes se resistieron a usar cubrebocas, a guardar la distancia y otras tantas medidas de salud que se nos han insistido. La vacuna que ya ha llegado a varias regiones del estado se aplicará por etapas, y esto no debe ser un aliciente para relajar las medidas. Se estima que la vacunación total se prolongue hasta el próximo año. La cuarta oleada, según los especialistas, se aproxima y en el mundo arrojará más víctimas mortales. Los que enfrentan ese riesgo ahora serán los jóvenes. Quienes creían que son inmunes, están lejos de esa realidad. Después vendrán los momentos para festejar, salir al antro o reunirse con las familias. Este es momento de asumir con responsabilidad el riesgo sanitario que ataca en cuanto ve oportunidad. A once meses, no todos hemos aprendido las lecciones que nos deja esta contingencia. Los que ya lo hicieron, lamentablemente ya perdieron a familia, o sufren sus secuelas de una enfermedad dura.