En Michoacán el qué dirán, el cómo afectará una decisión a sus carreras políticas y, como no podía dejar de ser, un conservadurismo aprueba de ideologías políticas han logrado lo impensable: congelar casi cualquier iniciativa progresista hacia las mujeres. Bajo argumentos que contravienen la ciencia, su formación política y hasta el sentido común, legisladores como Baltazar Gaona demuestran que mantienen un pie en el siglo XV y otro en la época de las cavernas, con un claro irrespeto a lo dictaminado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación(SCJN) y una visión que nace desde la postura del privilegio y mira hacia abajo los reclamos de las mujeres michoacanas. Ni la paridad de género como acción afirmativa en el Legislativo, ni un parlamento aparentemente cargado hacia la izquierda han servido para inclinar la balanza en temas sensibles y urgentes como la despenalización total de la interrupción del embarazo, basado en el genuino derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Siguen pesando en su futuro y no en el presente, en el miedo a quedar mal con grupos conservadores, con cultos y con un grupo de votantes que creen tener seguros mientras rechacen abordar la agenda feminista. Así pensaba un tal Cristóbal Arias, que minimizó la respuesta de las mujeres y terminó último en la competencia electoral por la gubernatura el año pasado. Dura, pero elocuente lección que debería tomarse en cuenta.