EDITORIAL

Intentó ser diputado federal y gobernador, y aunque en votación no le fue tan mal en ambas contiendas a pesar de no tener una estructura sólida, en el imaginario de la sociedad sólo se le reconocía porque levantó en armas a un pueblo, pero al final todo quedaba en demagogia y en la fotografía.

Hipólito Mora

Murió en la raya, en el campo de batalla, como quizá lo presintió muchas veces, y como también hubiese querido. De carácter duro, pero siempre respetuoso, rebelde por momentos, y de sangre caliente como el grueso de la población de tierra caliente. A Hipólito Mora Chávez le cobró la factura el crimen organizado, al que desafió desde que se levantó en armas, a pesar de que todos los pronósticos eran desalentadores.

PUBLICIDAD

Él siempre consideró que estaba viviendo extra, pues desde que organizó al pueblo de La Ruana, le habían puesto precio a su cabeza. Él así un día lo narró. Fue el verdadero fundador de los autodefensas, y aunque aún quedan muchas dudas de cómo se concibió esta idea, fue el movimiento armado que revolucionó al país en los tiempos modernos, que obligó a una gran embestida federal para contener al crimen que cada vez ganaba más terreno.

A Mora Chávez nadie le recompensó lo que hizo por la tierra caliente, misma que estuvo sitiada por el crimen organizado durante una larga temporada por la disputa del territorio con otras células. El movimiento que él fundó hizo despertar a toda una población que vivía sumisa y obediente a los intereses oscuros de la delincuencia, que no dudó en apoderarse de instituciones para cumplir con sus objetivos.

Intentó ser diputado federal y gobernador, y aunque en votación no le fue tan mal en ambas contiendas a pesar de no tener una estructura sólida, en el imaginario de la sociedad sólo se le reconocía porque levantó en armas a un pueblo, pero al final todo quedaba en demagogia y en la fotografía. Honestamente no hubo una “recompensa” por ese trabajo que maquinó, y que era responsabilidad del gobierno en turno.

PUBLICIDAD

Fue ejecutado y calcinado. El grupo que cometió el crimen lo tenía planeado. El país tendrá la mirada hacia Michoacán por este hecho, pues Hipólito Mora se convirtió en un activista que no se callaba. El fundador de los autodefensas deja un legado, que quizá ahora de fallecido, se le reconocerá, pues ayudó a quitarle a una región entera el yugo que tenía impuesto por la delincuencia.

El nombre de Mora Chávez quedará escrito en la historia de Michoacán por la simple razón de que le dio forma a un movimiento armado que puso en jaque al Estado mexicano, y que enfrentó a un grupo que tenía casi todo el control de lo público y lo privado. El ruanense pierde la batalla más importante después de un largo caminar, y nos deja muchas reflexiones que seguramente seguirán sin comprenderse.