La Voz de Michoacán Corren las últimas horas del 2020. Como cualquier ciclo que concluye cada quien hace el balance de lo que vivió. Todo suma, hasta lo malo. Ha sido un año sumamente complejo. De por sí, la humanidad al paso de los años ha venido experimentando cambios profundos que nos sorprenden. Este ciclo que estamos por concluir nos deja un mar de experiencias. La contingencia sanitaria nos vino a cambiar todos los planes. Nos vino a mostrar nuestras debilidades, y que ahora se convierten en áreas de oportunidad que nos llevarán a caminar sin tanta prisa. Cuánto tiempo tiene que no se disfruta un amanecer o un atardecer, que no admiramos la naturaleza, o que no abrazamos a nuestros seres queridos. Es justo eso. Hacer una pausa, sin que nos detengamos y así ver los horizontes que se cruzan por nuestra existencia. La sociedad necesita reencontrarse como un ente colectivo, pero desde adentro, cada quien debe ir a la reconciliación interna. El 2020 es quizá muy amargo para quienes perdieron su patrimonio, o a un ser querido. La contingencia no respetó roles ni estratos sociales. Reconstruir nuestras familias es una necesidad apremiante. Ahí es en donde están las verdaderas bases de la sociedad, y no en los gobiernos. Nunca pasarán de moda valores como el respeto, la lealtad, honestidad, el amor, y muchos más. Debemos ir nuevamente tras ellos. Ahí encontraremos nuevamente a sociedades fraternas, solidarias, que cada vez son menos frecuentes. El cisma que nos provocó la COVID-19 nos debe hacer entender que los cambios comienzan por uno. Los hábitos saludables deben iniciar en casa, de manera particular. El respeto debe ser una práctica de cada minuto. El amor es la esencia de la vida. Las lecciones que nos deja este año, son que regresemos a lo que ya éramos, y que fuimos perdiendo paulatinamente. Justo es eso. Es regresar a lo que ya hacíamos, a esos hábitos que hoy parecen imposición, pero que ya eran nuestros. El virus se ataca lavándonos las manos, guardando la sana distancia. No es nada nuevo, pero lo será si nos acostumbramos a otros estilos de vida. El 2020 sin duda deja marcas que no se borrarán en nuestras vidas. Familias incompletas se quedan, sueños incumplidos, esperanzas rotas. El 2021 debe ser nuestro gran examen. Emplear nuestros conocimientos y nuestra experiencia. No repetir patrones que nos hicieron daño. El próximo año es la oportunidad que nos da la vida de ir cambiando paulatinamente. De ser mejores hijos, padres, hermanos, sobrinos, vecinos… Si cada quien mueve un poco de su voluntad, probablemente tendremos un entorno más amigable, en donde nos sintamos más incluidos todos. Pequeños cambios sumados en los millones de mexicanos harán esa gran diferencia. Estamos a tiempo. Felices fiestas y próspero 2021