La Voz de Michoacán El cambio de uso de suelo en Michoacán se ha convertido en un verdadero problema sin solución, es más, ni promesas. Morelia de manera acelerada es víctima de los talamontes, que, al amparo de la omisión de las autoridades, de los ejidatarios, y de la misma sociedad, están extrayendo enormes toneladas de metros cúbicos de los bosques, que significan oxígeno y agua para los miles de habitantes de la capital. Está claro que hay quienes cuentan con permisos de aprovechamiento forestal para extraer madera de los bosques michoacanos, sin embargo, hay otro grupo, aún incuantificable, de personas que están haciendo de las suyas, y sobreexplotando los recursos forestales, atenidos a que sólo se actúa cuando hay denuncias, y no porque haya operativos ni despliegues constantes en las zonas que poco a poco están devorando. Los ejidatarios no denunciarán por el simple hecho de que son grupos delincuenciales que han lanzado cuanta amenaza quieren, y otros más porque son parte de esas mismas redes, ante la inoperancia de las delegaciones de la Semarnat y Profepa, que a decir de las autoridades estatales prácticamente están desaparecidas. Urge poner atención y orden a este tema, en donde lamentablemente las consecuencias las veremos pronto. Se tiene que respetar a quienes tienen los permisos. Con ellos no existe ningún inconveniente, pero se tiene que atrapar a quienes están lastimando nuestros pulmones. Para esta labor se requiere de un esfuerzo enorme, en donde se acompañe a los ejidatarios, que incluso, podrían estar amenazados de muerte. Si no se logra coordinación, y decisión de todas las partes, lo más seguro es que en esta lucha los únicos que salen ganando son los depredadores de los bosques.