La Voz de Michoacán De un tiempo a la fecha nos relajamos tanto que se nos olvidó que el uso del cubrebocas era obligatorio, aunque existiera una ley que lo ordenara. Y es que pareciera que muy poco aprendimos de esta contingencia sanitaria. Miles de personas fallecieron a causa de las complicaciones por COVID-19, y apenas comenzó el descenso de casos positivos y muertes, y la sociedad comenzó a olvidarse de las medidas que ayudaron mucho a que hoy estemos de pie. Sí, el cubrebocas ayudó de manera significativa a cortar la cadena de contagios, así como otras medidas como la sana distancia, pero hoy, todas ellas son respetadas y cumplidas por unos cuantos, pensando que la contingencia ya concluyó. Y quizá los números nos reflejan que COVID-19 ha disminuido su presencia, y nadie lo podría discutir si nos sujetamos a los números oficiales, pero lamentablemente esa enfermedad, con todas sus variantes, llegó para quedarse. Lo dicen los expertos. Quizá sí ya había un hartazgo de usar de manera obligatoria el cubrebocas, pero de no haber sido por esta medida, probablemente hoy las circunstancias fueran otras. Dejar la obligatoriedad del uso –mentalmente- nos pone en otra posición. Nos lleva a pensar que las cosas poco a poco se están relajando, y que estamos transitando hacia la nueva normalidad, y que ojalá las cosas sigan o se mantengan estables para evitar otra pesadilla de dos largos años. El Congreso aprobó que el cubrebocas deje de ser obligatorio, y hay contrastes en la población. Por una parte, hay quienes lo celebran, pero por otra, hay quienes pronostican escenarios muy desalentadores. Pero la reflexión es que hace mucho dejó de ser obligatorio…