La Voz de Michoacán El avance de los grupos de civiles armados se está convirtiendo en una verdadera “bomba de tiempo” para los gobiernos federal y estatal. De manera gradual están “ganando terreno” y haciéndolo suyo. El gobierno simplemente advierte que no los tolerará. Esto que ocurre con “Pueblos Unidos” –como se identifican los civiles que operan en el centro del estado- es una operación similar a la que tuvieron los grupos de autodefensa que en su momento fueron liderados por José Manuel Mireles, aunque con sus matices. El gobierno del estado ha dado indicios de que no se reconocerá a esta organización, y mucho menos, tolerará. Sin embargo, se ha mediatizado su presencia en varios municipios, y recién se confirmó su arribo a un municipio más. Su plan es seguir avanzando, desafiando al poder del estado. Los civiles armados traen exactamente el mismo discurso que en el 2013 enarbolaron los autodefensas: el combate del crimen organizado. Es evidente la presencia de varios grupos y cárteles en varias regiones del estado, cada uno con sus propias insignias. Sin embargo, es sumamente peligroso que se deposite el poder del control de territorio a civiles armados. Quedaría en evidencia la incapacidad del gobierno en el combate de la delincuencia. Sí claro, la fuerza del crimen es sumamente poderosa, pero la confianza es que inferior que la del estado. La estrategia del gobierno federal es apostarle más a la reconciliación y no tanto a los enfrentamientos que caracterizaron a los gobiernos pasados. Sin embargo, es evidente que con Pueblos Unidos no se puede llegar a dialogar, menos partiendo de lo que es obvio: usan armas de alto calibre. Es por ello que el gobierno debe trazar la estrategia de manera contundente, efectiva y que evite el derramamiento de sangre y la confrontación social. No es un tema callado ni quieto. Está presente y conforme pasen los días quizá seguirá subiendo de tono y radicalizándose. Al tiempo.