La Voz de Michoacán Los recientes dichos del presidente López Obrador sobre los derechos de los criminales y cómo sus tiempos son diferentes a los de antes han encendido un debate político generalizado. Sobre todo en entidades como Michoacán, donde reina la figura del crimen organizado en muchas regiones, lo que mencionó el mandatario se ha tomo como un desliz retórico como pocos en su sexenio. Y justamente el video fue grabado en Michoacán, donde un grupo de civiles armados “echa” de una población en Cuatro Caminos a un convoy del Ejército Mexicano. Las lecturas de la postura presidencial pueden ser muchas, desde aquellas perversas suposiciones de negociación hasta la de una estrategia que busca que los criminales vean la buena fe del gobierno federal y decidan por voluntad propia dejar de ser maloso al menos tan malos y regresar exclusivamente a la siembra y trasiego de drogas y precursores químicos. Las declaraciones han servido también para evidenciarla aparente fragilidad del aparato de poder y la displicencia con que parece se realizan algunos operativos. Por otra parte, no faltan quienes resaltan las virtudes “humanistas” de López Obrador, evitando posibles enfrentamientos entre narcos y Ejército, con las consecuencias de masacres tan conocidas. Sea cual sea la explicación hay dos verdades inmutables que se deben tomar en cuenta: la estrategia, sea la que sea, no ha mitigado de forma efectiva la violencia en tres años. También, recordar que los vacíos del poder del Estado se suelen llenar y en México lo suelen llenar grupos criminales