La Voz de Michoacán Los civiles armados han sido el “dolor de cabeza” de los últimos dos gobiernos, y de los últimos cuatro gobernadores y todo apunta a que también será para el nuevo gobierno de Michoacán. La experiencia que vivió el estado en 2013 con el surgimiento de los grupos de autodefensa sigue evolucionando, y se antoja como una tarea inconclusa. En paralelo, el crimen y los civiles armados están radicalizando su actuar. En 2013, a pesar de que ya era insostenible la inseguridad que golpeaba a las regiones, sólo existía un grupo criminal hegemónico y los que se identificaron como autodefensas no tenían ninguna sospecha de estar vinculado al crimen. En aquellos tiempos Michoacán estaba copado por el crimen. Ellos decidían muchas de las actividades, incluidas las gubernamentales, según los testimonios de la Comisión para la Seguridad que encabezó Alfredo Castillo. La evolución de los autodefensas, cuya actuación fue estratégica para expulsar a los Caballeros Templarios de Michoacán, concluyó con su institucionalización y legalización, vía la Fuerza Rural. Sin embargo, de manera gradual el problema se fue saliendo de control, y tras el debilitamiento del cártel hegemónico fueron surgiendo grupos, células y gavillas que se apoderaron de territorios. Esto ha sido el primer obstáculo del gobierno: enfrentarse a todos esos grupos que tienen afinidad, identidad o lazos en las regiones en donde operan, aunado a que se convirtió en una bola de nieve el problema. Ahora, hay dos grupos de civiles armados con fuerte presencia en regiones del estado. En la tierra caliente están operando los llamados “Cárteles Unidos”, mientras que en la región centro los “Pueblos Unidos”. Conforme transcurre el tiempo avanzan en control territorial, mientras se disputan una guerra frontal con el Cártel Jalisco Nueva Generación, a quien identifican –ambos grupos- como el rival “a vencer”. El gobierno tiene una “papa caliente”. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla ha advertido que tienen que ser desarmados, y anuncia una ofensiva para cumplirlo. Esto cada vez más se convierte en un “dolor de cabeza”.