Rubén Moreira Valdez El cardenal Felipe Arizmendi Esquivel (1940), obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, sede episcopal de Bartolomé de las Casas (1484-1566), días atrás escribió el artículo “Verdades y medias verdades”, del que retomo algunas ideas. Dice el obispo que “en los debates previos a las elecciones del próximo 2 de junio, escuchamos verdades y medias verdades. Por ejemplo, se dice que hemos mejorado en el país. Eso es verdad en algunos aspectos, pero en otros estamos muy mal. Esto no lo quieren reconocer quienes solo resaltan los logros actuales”. Y añade: “Cierto que no se pueden negar los avances alcanzados en algunos rubros, pero éstos no son conquista de un solo sexenio o de un partido, sino de muchos factores que se han conjugado, sobre todo del trabajo de los mismos mexicanos, además de los esfuerzos del gobierno en turno”. Arizmendi, en 1991, fue nombrado obispo de Tapachula, Chiapas, donde estuvo hasta 2000, cuando inicia su ministerio episcopal en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, erigida en 1539, donde permaneció hasta 2018. En esas dos diócesis fue obispo por 27 años. Conoce las profundidades del territorio chiapaneco y tiene una visión muy amplia de su realidad y de ella dice que fue testigo, sobre todo a raíz del alzamiento zapatista, de cómo con diferentes partidos en el poder federal y estatal “mejoraron carreteras y se hicieron nuevas, llegó la luz eléctrica a casi todas las comunidades, incluso de la selva; se proveyó a más poblaciones de clínicas de salud y de escuelas, también con universidades para indígenas”. “Muchísimas casas, que antes eran de bajareque o de madera, se transformaron con otros materiales más sólidos, también con agua al menos entubada. Muchas mujeres indígenas han asistido cada vez más a universidades, algunas con doctorados y otras especialidades, pues son muy capaces e inteligentes”. “Todo esto, ciertamente, se ha logrado con diversos apoyos gubernamentales en los diferentes sexenios, y no se los puede adjudicar un solo partido. Los programas sociales del gobierno han existido desde hace años, aunque con diferentes nombres y matices, y van a continuar, gane quien gane”. “Este progreso, sin embargo, se debe ante todo a tanta gente tan trabajadora que hay; muchos han emigrado al interior del país o al extranjero, y sus remesas hay ayudado mucho al progreso social. Estos datos, como muchos otros, pueden ayudar a discernir la verdad y las medias verdades en las contiendas políticas”. Esa visión del obispo para el caso de Chiapas vale para todo el país. El desarrollo de los estados de México es producto del trabajo de la ciudadanía y de los distintos gobiernos, no es obra de uno solo. La construcción de una mejor sociedad, una más justa e incluyente, con muchos problemas y deficiencias, tiene muchas décadas. No comenzó hoy. En mi opinión, lo inédito en el México moderno es la polarización que impulsa el gobierno federal y que se usa como estrategia política, y la permisividad que practica el partido oficial y sus gobiernos con relación al crimen.