MEXICANOS PRIMERO MICHOACÁN Erik Avilés Martínez En el marco del 30 de abril, Día del Niño y de la Niña, en pleno proceso electoral, se destaca cada vez más la falta de compromiso de la inmensa mayoría de los partidos políticos, los funcionarios del sector educativo y candidatos en campaña con las infancias, quienes más necesitan contar con políticas sociales que les generen condiciones para su desarrollo integral. Lo anterior, se ha buscado sustituir con medidas clientelares de carácter eminentemente electorero. Finalmente, con sus hechos simulatorios demuestran actuar bajo criterios de rentabilidad política, dado que la niñez no vota. En contraste, salvo valiosas, muy serias y honorables excepciones, también se ha visto cómo ha campeado la simulación y hasta la colusión entre colectivos y cámaras que se han dedicado a levantar la mano a ciertos actores políticos, con claro intercambio de favores, sin realmente exigir compromisos trazables a favor de la primera infancia. Por ello, consterna la muy escasa voluntad política para comprometerse con los derechos de las niñas, niños y jóvenes. Al respecto, un referente serio, de una agenda bien lograda, plural, poderosa y arropada por cientos de organizaciones de la sociedad civil es el Pacto por la Primera Infancia, que logró comprometer a las tres personas que disputan la presidencia de nuestro país y busca a su vez, hacer lo propio con todos los puestos de elección popular. Resulta penoso contemplar la cantidad de candidatos que firmaron el Pacto por la Primera Infancia en Michoacán de Ocampo: apenas seis. Solamente fueron un candidato a diputación federal, dos a diputaciones locales y tres a la presidencia municipal, dos de ellos que compiten por Morelia. Lo anterior puede constatarse por propios medios ingresando a https://elecciones.pactoprimerainfancia.org.mx/inicio Lo más sorprendente es que, cuando se hace una búsqueda web al respecto, nos encontramos con políticos en campaña quienes el 30 de abril se fotografiaron firmando el PPPI, pero, no subieron evidencias de su firma al portal electrónico oficial del Pacto Por la Primera Infancia. Tanto la muy escasa participación de los candidatos michoacanos como estos actos simulatorios son pésimas señales que envía la clase política hacia las infancias de nuestra entidad federativa. A nivel nacional, también hubo nubarrones hacia los derechos educativos de las generaciones en formación, ya que el gobierno mexicano amenaza con no dar continuidad a la participación nacional en la Prueba PISA 2025, hecho que afectará a nuestro sistema educativo nacional al dejar de contarse con referentes para visibilizar la realidad ante la sociedad en general acerca de la eficacia de nuestro sistema educativo, su inclusión y equidad, contribuyendo a la transparencia acerca de las posibilidades que tienen los estudiantes de 15 años en México para resolver problemas de la vida real con base en los aprendizajes esperados a esa edad. Así también, ha contribuido para informar a los padres de familia sobre el contexto en el cual se encuentran los estudiantes que participan en PISA, para impulsar su colaboración al respecto e impulsarlos hacia un mejor futuro. Paralelamente, nos ha servido para concientizar acerca de la importancia del aprendizaje en el desarrollo integral a escala personal, sectorial y nacional, así como para realizar comparación entre planteles, entidades federativas y países, para ponderar las políticas públicas que se están implementando y cuáles han generado resultados, posibilitando la mejora continua de las políticas públicas, legitimando las acciones en pro del aprendizaje. Lo anterior permite direccionar mayor presupuestación para la política pública educativa en la nación, particularmente, en tiempos de campaña electoral y de construcción de planes y programas de desarrollo. Así también, es posible contrastar las acciones de gobierno que se realizan en México respecto a las de otras naciones en torno al fomento del aprendizaje, así como monitorear su avance o retroceso respecto al resto del orbe. En ello, se pueden identificar el logro de objetivos pretéritos, así como establecer metas para que los diseñadores e implementadores de las políticas públicas establezcan métricas y escenarios factibles por alcanzarse. También, si se aprovecha adecuadamente la información y se aplican las políticas públicas, así como decisiones desde las familias y sociedad civil, se podrán tomar acciones que permitan contribuir articuladamente a impulsar el aprendizaje de los estudiantes. Asimismo, se puede delinear el perfil del aprendizaje de los estudiantes para reflexionar sobre los planes y programas educativos, así como para construir escenarios didácticos que propicien su desarrollo próximo. Finalmente, PISA también contribuye al desarrollo de investigación y análisis de información, destinados a diseñar mejores políticas en el campo de la educación. En suma, la Prueba PISA ha sido un faro que ha permitido iluminar la efectividad de nuestro sistema educativo nacional con base en uno de los factores más importantes que puede haber en su interior: medir la capacidad de los estudiantes de 15 años del país para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias para afrontar los retos de la vida real. Más allá de los resultados que se han obtenido, es importante no apagar ni distorsionar esa lámpara que ha permitido conocer lo que antes de PISA no se sabía con certidumbre. Las candidatas y el candidato deben comprometerse con su continuidad, así como con el establecimiento de políticas públicas, con base en los hallazgos de PISA para la mejora continua de nuestro sistema educativo nacional, ya que se trata de una radiografía de lo que ha pasado en nuestra nación: se exhibe un estancamiento de los resultados, lo cual muestra que debemos de redoblar esfuerzos para poder avanzar al respecto, tomando las mejores prácticas internacionales de los países punteros, los cuales invierten más y mejor en educación. No olvidemos que, los resultados de la Prueba PISA 2022 publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) exhibieron que dos de cada tres estudiantes no mostraron poseer las competencias para emplear las matemáticas ni la comprensión lectora para resolver problemas; y, en ciencias, uno de cada dos se ubicó en el nivel más bajo. Esto nos lleva a concluir que las y los estudiantes asisten a la escuela, pero no aprenden lo suficiente para demostrar competencias para la resolución de problemas. PISA es una forma de saber si los estudiantes ejercen su derecho a aprender, pues el contar con competencias para la vida futura implica desarrollar las habilidades de comprensión lectora y la resolución de problemas matemáticos. Los resultados de PISA 2022 demuestran carencia de conocimientos y habilidades que reflejan una crisis persistente de la educación mexicana, desde el 2000 hasta la fecha, anticipando un estigma colectivo para los jóvenes, relacionado con su dificultad para la resolución de problemas. La evolución y la sostenibilidad de nuestra sociedad están en crisis. Es crucial tomar decisiones públicas en favor del aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes. Si ellas y ellos no aprenden, menos tendrán competencias para enfrentar al mundo en su presente y futuro. Por el contrario, que mostremos áreas de oportunidad no resueltas durante ocho aplicaciones consecutivas implica continuar colocando la lupa de PISA sobre el sistema educativo nacional, independientemente de los resultados, los cuales indican estancamiento, de una sociedad cuyo sistema educativo no avanza en cuanto a brindar las mejores condiciones para que los jóvenes de 15 años logren resolver problemas en su vida. Los avances realmente han sido marginales, pero nunca como ahora se había cuestionado el panóptico que nos brinda PISA. Resultaría inaceptable la supresión de la participación de México en la prueba. PISA ha sido certera en su diagnóstico, pero, los gobiernos mexicanos, desde VFQ hasta AMLO no han aplicado las políticas públicas necesarias para revertir los puntajes obtenidos. México tiene que salir de este estancamiento, por lo cual es inaceptable el continuismo y la opacidad al salirse de PISA, como algunos sectores gobiernistas lo piden. Debemos de superar esta situación, seguirnos evaluando y destinando mayor presupuestación para asegurar el aprendizaje, mejorando el acceso universal e inclusivo a todas las niñas, niños y jóvenes, así como implementar medidas comprobadas que brinden impacto positivo en el aprendizaje, como es el caso de las escuelas de tiempo completo, los clubes de tareas y el reforzamiento socioemocional para impulsar el aprendizaje. Desde el ingreso de México a la Prueba PISA en el año 2000 hasta 2018 se tuvieron avances marginales, los cuales empezaron a caer en PISA 2018, hasta llegar a los niveles de 2022, donde prácticamente regresamos a los niveles del principio de este siglo. La indiferencia y simulación son causales importantes del estancamiento, porque desde 2000 a la fecha no ha habido una sola política pública que haya sido diseñada, presupuestada e implementada universalmente para mejorar los resultados nacionales en PISA. Mientras tanto, en el mismo marco del Día del Niño, Mexicanos Primero a través de sus redes de docentes preguntó a niñas y niños de escuelas públicas cómo es la escuela a la que quieren acudir para aprender todo aquello que les gusta. Ellos tienen plena capacidad de reflexionar sobre lo que quieren y necesitan para su propia vida, incluyendo su educación, como lo revelan sus opiniones. De acuerdo con el sondeo realizado, las infancias piden condiciones básicas, como baños y salones limpios, materiales para aprender, libros variados y nuevos. Quieren una escuela bonita, decorada y con salones para clases de danza y música, laboratorios para hacer experimentos, comedores y espacios con naturaleza como flores y árboles para descansar, leer y jugar y una alberca para nadar. En cuanto al aprendizaje, ellos saben que hoy se requieren nuevas habilidades como robótica, computación, programación y finanzas, pero también desarrollar todas sus facetas, por lo que expresan su deseo de tener clases de inglés, algunos sugirieron japonés, chino o lenguas indígenas como zapoteco y maya, artes, deportes y cocina. Además, saben que para aprender mejor necesitan maestras y maestros bien preparados, innovadores y creativos. Piden espacios de aprendizaje libres de violencia y acoso; que las personas adultas los traten bien; y apoyos en salud física y emocional, como una enfermería y psicólogos escolares, así como igualdad de género para “que las niñas y los niños seamos iguales” y espacios libres de contaminación ambiental. Para transformar la educación es fundamental escuchar a las niñas y niños, ya que cuentan con amplia capacidad de reflexionar y expresar sus aspiraciones sobre la educación y las escuelas que necesitan para su óptimo desarrollo, por lo que se deben incorporar sus visiones para que la escuela sea un espacio que garantice su derecho a aprender y contribuirá a que tengan mejores experiencias de aprendizaje y participación, lo que favorecerá que acudan todos los días a la escuela con entusiasmo. En suma, en el marco del 30 de abril, en relación con el aprendizaje, las promesas de campaña, el incumplimiento del calendario escolar y las resistencias existentes para escuchar a los estudiantes, lo mejor que podemos hacer los adultos es asegurar las mejores condiciones para que las niñas, niños y jóvenes crezcan, estudien y se desarrollen en Morelia. Actuemos asegurándonos de que así suceda. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles. *Erik Avilés es doctor en Ciencias del Desarrollo Regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C