Erik Avilés Desde hace décadas, se generaron problemas muy serios en el proceso de ingreso a las escuelas normales, donde los estudiantes y los consejos estudiantiles habían establecido una especie de autogobierno, capturando y monetizando cada paso que debían dar los aspirantes para estar matriculados en el primer semestre de la formación inicial docente. Hubo momentos en los cuales se vendieron claves de más para el ingreso a las normales, donde se generaron procesos paralelos que redundaron en tener que abrir grupos adicionales a los que ya constituían la matrícula proyectada para cada escuela normal pública del estado de Michoacán. Por supuesto, esto trajo inmensas consecuencias a la programación de la creación de plazas docentes, ya que la cantidad de plazas automáticas que deberían de requerirse para los egresados de las escuelas normales era mayor que la proyectada originalmente, generándose déficits en las finanzas educativas estatales, al crearse plazas docentes en lo local, lo que representa una carga directa al erario michoacano. Aunado a lo anterior, también se generaron problemas para establecer una carrera magisterial para los trabajadores recién contratados, quienes tuvieron una plaza estatal supernumeraria a las planteadas originalmente. Resulta en los hechos sumamente complicado establecer procesos de promoción horizontal y vertical para esta modalidad de contratación, razón por la cual se les ha soslayado durante años para poder participar en procesos que, para quienes tienen una plaza de carácter federal, resulta natural cada ocasión que se emiten convocatorias. Durante muchos años, se normalizó la colonización de los recursos, los procesos, agentes educativos y comunidades escolares. La estridencia que alcanzan las acciones de los militantes del movimiento normalista trastoca la civilidad y la paz en las que deben desenvolverse las vidas cotidianas de los habitantes de Michoacán y de Morelia en particular. Ante las acciones que realizan los militantes del movimiento normalista, salvo casos excepcionales, la impunidad es la constante, al parecer por instrucciones superiores, ya que, incluso al encontrarlos en flagrancia evitan detenerlos. Ciudadanos, medios de comunicación y servidores públicos los graban, los padecen y no se hace algo al respecto. Las autoridades, en lugar de ejercer sus atribuciones constitucionales se limitan a contener y a reparar los siniestros que ocasionan los integrantes de estas movilizaciones, con cargo al erario. En este proceso de ingreso a las escuelas normales 2024, los actos de los militantes del movimiento normalista dejaron de representar causas legítimas o de reivindicar derechos pisoteados, al oponerse de manera enardecida ante una convocatoria de ingreso al servicio profesional docente donde tendrían que competir con egresados de una institución pública como es la Universidad Pedagógica Nacional. ¿Cuál es el problema con ello? Ni cuando había convocatorias para la participación abierta a cualquier egresado de instituciones privadas habían reaccionado tan virulentamente. El tono desaforado de las conflagraciones, de los daños a terceros inocentes, de las afectaciones a la movilidad de millones de ciudadanos, solamente exhibe la magnitud de los intereses que, al parecer de las cúpulas, visibles e invisibles del movimiento normalista, les están afectando. En esta ocasión probaron nuevas tácticas de presión social que volvieron miserable la calidad del aire en la capital michoacana durante un día entero. Así también, esclarecen el profundo antagonismo que puede haber entre las cúpulas de la UPN y el normalismo en pleno proceso político-electoral; lo cual sucede justo cuando no hay definición aún de los candidatos que competirán por las fuerzas electorales hegemónicas en las respectivas instituciones. Recordemos que, desde hace décadas, la educación superior en Michoacán se ha convertido, soterrada o abiertamente en un conglomerado de bastiones electorales de diversas tribus, liderazgos e ideologías políticas. Los funestos resultados de la politización, el uso clientelar, el corporativismo, la corrupción, la monetización de la educación, así como toda clase de abusos y perversión que se han perpetrado al seno de las instituciones educativas michoacanas es lo que estamos padeciendo como sociedad. Es momento de exigir a los políticos que saquen las manos de esta clase de acciones, ya que resulta evidente que se actúa por consigna, errática e imprecisamente. ¿Qué tiene que ver la quema de un pastizal o de un autobús en la toma de decisiones para modificar las convocatorias de escuelas normales? Si lo que se busca es sentarse a negociar con las autoridades en materia de gobernabilidad desde una posición de poder, difícilmente se logrará esto al mostrar un talante violento. Desde Mexicanos Primero Michoacán elevamos un respetuoso y firme llamado a todos los actores involucrados a respetar a las instituciones formadoras de maestros, así como a las autoridades en la materia a ejercer sus atribuciones para hacer prevalecer el estado de derecho. Por otra parte, la educación que imparte el Estado, como lo marca el Artículo Tercero constitucional, debe de ser pública. Esta situación debe de respetarse a cabalidad. Sin embargo, los actos de corrupción que se han perpetrado en torno al proceso de ingreso al servicio profesional docente han motivado que los exámenes de ingreso a las normales, al igual que a las ingenierías, los programas educativos del ITNM, y carreras de ciencias de la salud se realicen por parte de un tercero involucrado, el cual cobra una cuota de recuperación, lo cual pone en entredicho el que la educación sea pública y gratuita. Si bien, esto dificulta el pleno acceso a la educación para todos los aspirantes, particularmente aquellos que se encuentran en condiciones de pobreza y marginación, también es cierto que las circunstancias han orillado a las autoridades educativas a apoyarse en el CENEVAL, por poseerse una debilidad institucional de tal índole que resultaría prácticamente imposible aplicar un examen de ingreso transparente. En la actual administración estatal se claudicó al respecto, pero se ha ganado mucho en credibilidad y meritocracia en la aplicación de exámenes de ingreso, etapa clave de un proceso muy complejo. Esta situación debe ser de carácter temporal, mientras se recupera a plenitud la rectoría de las escuelas normales públicas en Michoacán. Las autoridades deben de robustecer la institucionalidad y la gobernabilidad interna de estos planteles para que, progresivamente, puedan volver a conformar sus propios exámenes. Capacidad académica la hay, pero en su momento se vició tanto el proceso que resultó imposible continuar así. La toma de decisiones que se hizo por parte de las autoridades del Instituto Estatal de Educación Media Superior y Superior fue compleja, pero correcta. El bien mayor es blindar el proceso de ingreso a las escuelas normales michoacanas, aunque se requiera apoyo externo. Mientras eso sucede, una política de apoyo para los estudiantes aspirantes a ingresar a las escuelas normales es que se les subsidie el pago del examen CENEVAL. En lugar de medidas carentes de sustento correlacional entre la permanencia escolar y la recepción de apoyos, como lo constituyen los hechos consistentes en fondearles a los jóvenes michoacanos conciertos y tenis nuevos. Esta acción socioeducativa, asistencialista, pero dotadora de justicia social podría tener mucho mayor impacto en el acceso a la educación y que genere estabilidad en torno al proceso. Así no tendrán manera de acusar al gobierno estatal de privatizar el proceso de ingreso a las escuelas normales. Además, se justificará plenamente el recurso erogado para tales efectos con la ausencia de reclamos por tales efectos y, por ende, de rebajar el tono de las protestas que suceden en torno a la situación. Otra situación que debe atenderse es abrirles oportunidades de estudiar educación superior a absolutamente todos los estudiantes que resulten rechazados de las instituciones de educación superior, para brindarles las oportunidades constitucionales que tienen por igual que a quienes resulten admitidos. La misma situación que ocurre en carreras de ciencias de la salud e ingenierías requiere soluciones integrales y personalizadas. Urge que se tomen en cuenta, uno a uno, los casos particulares de todos los estudiantes que aspiran a cursar educación superior, ya que no todos se encuentran en posesión de información relativa al abanico de opciones que existen para cursar una carrera universitaria, ni tampoco tienen las mejores condiciones para intentar ingresar a las instituciones de educación superior. Debe de conformarse una amplia cartera de apoyos, para incidir en cada caso particular, tomando en cuenta las características de cada joven y su situación específica, para asegurar la matriculación de la mayor cantidad de estudiantes posible. Becas para transporte, para útiles escolares, libros y materiales educativos, para alimentación escolar, para apoyo socioemocional, cursos de regularización en determinadas materias, orientación vocacional y muchos servicios más deben de estar a plena disposición de todos los estudiantes que aspiran a estudiar educación superior en Michoacán de Ocampo. Generar ese paquete de apoyo sería de gran ayuda y poder desarrollar una cartilla personalizada a escala estatal, para seguir y asegurar trayectorias completas a lo largo del sistema educativo estatal. Finalmente, queda pendiente también recuperar la centralidad académica de las acciones del normalismo. Las escuelas normales deben de reorientarse hacia sus razones fundantes, correlacionadas con la formación inicial docente que esté a la altura de los retos que plantea una entidad federativa tan compleja como Michoacán, por lo que se requieren profesionales de la educación de excelencia. En caso de lograrse, esta acción constituiría la columna vertebral de la recuperación de la rectoría de las escuelas normales michoacanas. Hay mucho por resolver aún en torno al normalismo, pero, en las políticas públicas que se emprendan a su favor debe haber progresividad, efectividad, gobernanza y mejora continua en torno a tan nobles instituciones educadoras. Ingresar a las escuelas normales debe ser un honor y una responsabilidad inmensa para cada estudiante que así lo logre. Deben generarse condiciones para que así sea en los hechos. El futuro de 40 generaciones de niñas, niños y jóvenes estará en las manos de cada egresado de las normales. Debe hacerse conciencia al respecto. Merecemos un gobierno educador. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en X en @Erik_Aviles *Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, AC