Erik Avilés Martínez Han transcurrido ya tres semanas desde que el huracán “Otis” tocó tierra en el vecino estado de Guerrero. El tiempo ha pasado y la herida sigue abierta. Las consecuencias del fenómeno meteorológico siguen sin atenderse a cabalidad y el daño multidimensional se sigue acumulando entre los habitantes de los municipios afectados. El apoyo institucional y social ha sido insuficiente, por lo que gravitan inmensamente los factores económicos, donde la infraestructura, viviendas, sector productivo sufrieron daños multimillonarios que requerirán cuantiosas inversiones y años de trabajo denodado para reconstruir Acapulco. Así también, las necesidades básicas de la población difícilmente se atienden, por lo que se encuentran miles de personas en situación de pobreza alimentaria, padeciendo prolongadamente un mal que amenaza con volverse crónico. Además de la mortandad que se generó y que ha desatado controversia por las cifras de fallecidos y desaparecidos, pende sobre la población la posibilidad de que se desaten enfermedades como consecuencia de las condiciones de higiene y de falta de alimentación balanceada, así como de posibles plagas que pudieran empeorar aún más las circunstancias. Particularmente, consterna la situación educativa, ya que hay afectaciones inmensas a los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes en la región afectada. Es triste, lamentable, indignante e inaceptable la tragedia que se está viviendo, por todo lo que pudo prevenirse y no se hizo, así como por la respuesta institucional, tardía e imprecisa. El llamado a la solidaridad y a la reconstrucción de las zonas siniestradas debe ser unánime y merece generar acciones humanitarias. Como resultado del impacto meteorológico sobre sus costas, seis municipios fueron declarados zona de desastre, resultando por lo menos 2 mil 205 escuelas cerradas. Incluso, las cifras que estima la autoridad son altas y muy preocupantes, ya que la Secretaría de Educación Pública ha detectado hasta ahora 341 planteles educativos con cierto nivel de daño, los cuales se encuentran enclavados preponderantemente en los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez. Las afectaciones más graves se encuentran en la gran cantidad de estudiantes que están siendo perjudicados, al verse imposibilitados de ejercer sus derechos a estar, a aprender y a participar en las escuelas, estimándose al menos en 214 mil 716 niñas, niños y jóvenes de todos los niveles educativos. Paralelamente, la situación socioemocional sigue sin ser realmente atendida. Estudios que ha realizado Mexicanos Primero con antelación han demostrado la inmensa correlación entre el aprendizaje y el factor socioemocional, siendo más complicado que aprendan los estudiantes que sienten miedo, tristeza o pérdida de la autoimagen. Hasta este momento, las autoridades educativas no han establecido medida de política pública alguna que posibilite la atención socioemocional de quienes han sufrido las consecuencias del fenómeno natural, conllevando miedo, angustia, dolor y pérdidas en una cantidad de casos aún por cuantificar, toda vez que ni siquiera se ha establecido un diagnóstico al respecto para poder mensurar los efectos socioemocionales entre las comunidades educativas. Las circunstancias anteriormente mencionadas, nos permiten cuestionar profundamente sobre la capacidad de respuesta de parte de las autoridades educativas y, en general, del estado mexicano ante emergencias. Si bien, ha habido muestras de solidaridad con el estado vecino, tanto a escalas locales, nacionales e internacionales, todavía no se vislumbra el momento en el cual pueda haber un retorno a clases, ni mucho menos, una regeneración total de las afectaciones acontecidas. Lo anteriormente mencionado preocupa por multiplicado en el escenario de la reciente aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, ya que si bien, el gasto educativo se incrementará para el próximo ejercicio fiscal, la cifra es menor al porcentaje de incremento en el gasto total. Lo anterior se explica con mayor claridad al observar que el aumento del 2.7 por ciento no logra detener que los recursos asignados para el año próximo serán las cifras mínimas como proporción del producto interno bruto nacional y del presupuesto de egresos total, no habiéndose visto estos niveles desde 2016. Mas aún, 6 de cada 7 pesos del incremento para el rubro educativo se destinará al gasto corriente, en rubros como el pago de nómina, las previsiones salariales, apoyo administrativo y en servicios de educación básica para la Ciudad de México, sin tomar en cuenta al importantísimo nivel de educación inicial y la incorporación de nuevas tecnologías a la educación. Más aún, a pesar de ser programas bandera de la actual administración pública federal las becas universales, el programa La Escuela Es Nuestra y las Universidades para el Bienestar, no presentaron incrementos significativos. Por si fuera poco, no se reduce la brecha presupuestaria de 0.81 puntos del PIB respecto a la recomendación internacional de destinar entre 4 – 6 % del PIB al sector educativo. Por si fuera poco, todo lo mencionado anteriormente respecto a la presupuestación para 2024, se exacerba al no considerarse partidas extraordinarias para atender la crisis educativa en Guerrero. Lo anterior mereció críticas y reproches durante la comparecencia de la titular de la SEP en el Congreso Federal. Más allá de politizaciones, la carencia de resultados en Guerrero debe dar ápice a la autocrítica y la demanda a la autoridad aparece legítima, ya que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Debemos de entender todos los mexicanos que Guerrero es la circunstancia; por lo que, si no lo salvamos, tampoco nos salvaremos nosotros. En línea con lo anterior, Mexicanos Primero, juntamente con otras organizaciones de la sociedad civil ha emprendido una colecta, en aras de repartir al menos 3 mil 250 mochilas equipadas con útiles escolares entre los estudiantes de las escuelas más marginadas de la región afectada. Las organizaciones participantes han puesto a disposición un número de cuenta bancaria, perteneciente a la asociación Enseña por México, A.C., para quien desee hacer donativos económicos, deducibles de impuestos, centros de acopio para entregar mochilas y útiles escolares. Se puede consultar más información en www.mexicanosprimero.org Por otra parte, es momento de reflexionar cuánto hemos permitido se estanque el sistema educativo michoacano. Hemos visto que las cifras de personas damnificadas por Otis se parecen mucho a las que el olvido, la corrupción y la incompetencia ocasionaron con el analfabetismo, con el rezago educativo y el abandono escolar en Michoacán de Ocampo. La magnitud de la tragedia ocurrida debería permitir mirarnos en Michoacán en el espejo de nuestros vecinos: no estamos en un lecho de rosas en materia educativa. Sólo que, nuestro nivel de normalización del abandono educativo en nuestra entidad federativa nos anestesia socialmente: pareciera que se nos olvida cuántas niñas, niños y jóvenes se encuentran fuera de las escuelas, por lo que ni siquiera un huracán que golpeó al estado vecino nos mociona al orden, a la reflexión y a la acción. Por ahora, en Guerrero la tragedia coloca reflectores que impelen a la acción, en Michoacán la normalización de la inaccesibilidad de la educación campea. La catástrofe silenciosa que constituye la precariedad educativa parece haber encontrado un nicho donde instalarse cómodamente. Pero, es que las cifras de personas michoacanas afectadas por estar fuera del sistema educativo, en situación de rezago educativo y analfabetismo son iguales o superiores a las de la cantidad de damnificados educativos en los municipios guerrerenses, con la diferencia de que, aquí el llamado a la acción nunca llegó. Lo sabemos: la autocrítica es complicada. Más aún, es fácil generar discordia cuando alguien argumenta u opina acerca del nivel de excelencia que guarda la educación que reciben nuestros hijos. Inmediatamente sobreviene la actitud defensiva y se legitima como buena. En el estudio de percepción que se realizó meses atrás, Mexicanos Primero Michoacán encontró que el promedio de calificación que los michoacanos asignan a la educación es de 6.8, incluyendo que cuatro de cada diez la evalúan con 8 o más. En contraste, padecen lo insufrible un millón y medio de personas en rezago educativo; es decir, que no pudieron concluir la educación básica habiendo cumplido quince años. Esto significaría que no se les brindaron las condiciones para tales efectos. Es grave, pero a veces ese tipo de desgracias visibles ayudan a dimensionar las que se encuentran debajo de la alfombra, de esas de las que nadie se ocupa jamás. Solamente, en Michoacán hay 220 mil personas que no saben leer ni escribir. Es decir, de acuerdo con cifras recientes del IMCO, ello implica que uno de cada tres michoacanos está imposibilitado de ganar más de tres salarios mínimos mensuales durante su vida laboral en promedio, no superando los siete mil pesos mensuales, por encontrarse en situación de analfabetismo o de rezago educativo. Esperemos que estas lecciones que nos deja el paso de Otis en Guerrero se atiendan en el sector educativo michoacano, siendo tomadas en cuenta por quienes formulan y ejecutan las políticas públicas, lo cual implica disolver las amenazas a los derechos educativos de más de un millón trescientos mil niñas, niños y jóvenes, quienes merecen garantías para sus derechos a estar, a aprender y a participar en las escuelas michoacanas. Particularmente, contamos con dos grandes oportunidades de realizar medidas preventivas: la realización del Programa Sectorial de Educación 2023-2027 y el Presupuesto de Egresos del Estado de Michoacán 2024, donde deberían contemplarse acciones profilácticas antes de que la ruleta de los fenómenos meteorológicos nos impacte. En Mexicanos Primero consideramos que si se asegura la mencionada triple inclusión para cada ciudadano en formación tendrán un mejor futuro, así como nuestra sociedad contará con sostenibilidad y desarrollo integral. Nunca más deberíamos de esperar a que acontezcan tragedias, ni huracanes, ni vaivenes político-electorales para poner manos a la obra y reconstruir los sistemas educativos estatales, a grado tal que operen debidamente y estén blindados ante fenómenos naturales y situaciones sociales. Paralelamente, además del rescate de la educación guerrerense, particularmente en los municipios afectados, también es momento de voltear a ver los inmensos atavismos del sistema educativo michoacano y aprovechar que hay ciertas condiciones para que se operen reformas administrativas, financieras, organizacionales y pedagógicas, en aras de generar mayor sostenibilidad de nuestra educación estatal. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles *Erik Avilés es doctor en Ciencias del Desarrollo Regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, AC.