MEXICANOS PRIMERO MICHOACÁN | Humanismo Educativo en Michoacán

Michoacán necesita un humanismo que ponga al centro los derechos humanos de los michoacanos, particularmente los de las niñas, niños y jóvenes en la entidad

Horacio Erik Avilés Martínez

El humanismo es una corriente del pensamiento que se ha caracterizado por poner las cualidades de los seres humanos y sus valores al centro. El presidente de México ha anunciado recientemente que desea escribir al respecto, para definir su concepto de humanismo mexicano. Aceptar la idea y lograr que exista implementación e indicadores de las dimensiones que se citen es un paso favorable. Transitar del discurso a la realidad sería una excelente manera de demostrar su visión sobre el humanismo ante los ojos de más de ciento treinta millones de coterráneos.

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Sí, una transformación respecto al trato que han recibido decenas de generaciones jóvenes en la entidad es algo favorable desde ahora. Michoacán necesita un humanismo que ponga al centro los derechos humanos de los michoacanos, particularmente los de las niñas, niños y jóvenes en la entidad, quienes no cuentan con las mejores condiciones para hacer valer sus garantías constitucionales de estar, aprender y participar en las escuelas michoacanas.

Por ejemplo, habrá humanismo educativo en Michoacán de Ocampo cuando se garanticen los derechos a la alimentación escolar, a la jornada ampliada y a escuelas dignas, equipadas, inclusivas y que cuenten con personal revalorizado y bien remunerado, con participación social y gobernanza en la toma de decisiones, establecida y articulada a nivel de centro escolar, municipio, entidad federativa y la nación.

Que nunca más se soslayen las necesidades escolares en programas donde se les coloque a los estudiantes, padres de familia, docentes y personal directivo en un perverso juego de suma cero donde tengan que arrebatarse montos presupuestales exiguos para tomar decisiones draconianas consistentes en tener que elegir entre alimentar a los estudiantes, pagarles a los maestros, equipar a las escuelas, construir y dar mantenimiento a la infraestructura o comprar consumibles.

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Sí, podremos hablar de una política humanista cuando las mejores facetas de las reformas constitucionales recientes impacten a los estudiantes de todas las escuelas públicas de la nación y les garanticen la inclusividad, la universalidad, la laicidad, la gratuidad y la excelencia en el ejercicio de sus derechos educativos, sin medias tintas, simulaciones ni obstáculos.

Habrá humanismo educativo cuando se respete el clamor de los actores clave del sistema educativo nacional y de la sociedad en general, construyendo estudios, investigaciones y reportes donde se muestren los resultados de diagnósticos en materia socioemocional, de aprendizajes y de condiciones socioeconómicas de cada estudiante en la nación, como basamento para la toma de decisiones y la implementación de políticas públicas que reviertan los efectos del confinamiento, de la crisis económica y de la pandemia oculta en materia de salud mental.

También, habrá humanismo en la educación cuando por fin el modelo educativo prometido esté desarrollado en su totalidad, existiendo los libros de texto gratuitos y materiales para los docentes que tanta falta han hecho para poderse implementar, permitiendo que los maestros se dediquen a su labor, sin obligarlos a hacer exégesis de documentos farragosos, ambiguos y politizados para autocapacitarse,  que en muy poco abonan a la planificación escolar y que en nada constituyen la llamada formación continua entre pares que mencionó la titular de la SEP en su más reciente comparecencia ante el Congreso Federal.

Habrá humanismo cuando a los trabajadores de la educación en Michoacán realmente se les revalorice en todos los aspectos de la palabra, que tengan una aplicación en línea o una ventanilla que les resuelva con prontitud y justicia sus necesidades relacionadas con sus derechos profesionales docentes, arrebatándoles del control que los gremios y sindicatos, así como las redes de corrupción han impuesto en torno suyo, manteniéndolos sojuzgados bajo un esquema clientelar, abusivo y monetizado de prácticamente cuanto paso deseen dar dentro del sistema educativo michoacano.  

El humanismo educativo existirá cuando se tomen en cuenta las voces de todos los actores clave de la educación estatal para establecer desde las instituciones educativas y las autoridades estatales estilos de liderazgo colaborativo y consultivo en donde se pueda construir un sistema democrático de  planeación para el desarrollo, tal y como está mandatado en la constitución, de tal manera que se pueda integrar a la brevedad el Programa Sectorial de Educación del Estado de Michoacán, que subsane las falencias que posee a la fecha el Plan de Desarrollo Integral del Estado de Michoacán 2021-2027, que lamentablemente fue construido mucho más desde un escritorio que desde los foros y mesas de trabajo en materia educativa, dado que por intereses adultocéntricos se cancelaron en dos ocasiones la realización de los encuentros temáticos. Entonces, es momento de demostrar humanismo tomando en cuenta la capacidad de los michoacanos de opinar y proponer en pro de ser artífices y colaboradores en el propio desarrollo educativo estatal.

Habrá también humanismo educativo cuando contemos con escuelas que tengan infraestructura física y equipamiento dignos, conforme a lo estipulado en la normatividad y los lineamientos respectivos, de tal manera que las instalaciones sean seguras, limpias, inclusivas y amplias, propiciando el aprendizaje de los estudiantes y estén al servicio de la convivencia, de la participación y de ser un entorno seguro para todos los que integren la comunidad escolar.

El humanismo educativo en Michoacán también tendrá verificativo cuando haya una presupuestación digna para cubrir plenamente las necesidades de las generaciones en formación, especialmente aquellas relacionadas con el ejercicio de su derecho a la educación, sin tener necesidad de brindar cuotas adicionales ni de recibir presiones tales que sean impelidos a abandonar las aulas, por la imposibilidad de contar con condiciones para continuar su trayectoria a través del sistema educativo estatal.

Entonces, una expresión superior del humanismo educativo será la existencia y eficacia de programas asistenciales y compensatorios para garantizar la erradicación del abandono escolar, visto más como una falta grave en la que incurre el estado mexicano, por ser violatoria de los derechos humanos de las niñas, niños y jóvenes que como lo que hoy se denomina desde las instituciones como “desafiliación escolar”, como si la imposibilidad de ejercer los derechos humanos de los menores de edad se tratasen de una cuestión tan banal como abandonar un club deportivo o cambiarse  de vivienda en un coto privado, así como el enfoque de “deserción”, en donde se les traslada completamente la carga de su inasistencia a la escuela a los alumnos y se les revictimiza a los estudiantes cualificándolos como desertores, como si realmente estuvieran fugándose de una institución concebida para vigilar y castigar.

También, habrá humanismo educativo cuando se logre que los planteles escolares se conviertan en auténticas comunidades de aprendizaje, libres de toda forma de violencia, acoso y discriminación, en donde se pongan en práctica los valores de la sociedad futura que se desea construir, erradicando la contracultura propia de lo peor de nuestra contemporaneidad.

En suma, quien se fije como objetivo construir humanismo en Michoacán de Ocampo debe pasar forzosamente por la escuela pública y garantizar que sea el eje de una transformación de las conciencias mediante la vivencia plena de los derechos humanos de la infancia y la juventud en los planteles escolares.

Mientras las escuelas sean todo lo contrario: focos de violencia, de pobreza y de abandono, replicadoras de los peores males sociales, segregadoras y mutiladoras de los derechos de los más vulnerables integrantes de la comunidad, resultará prácticamente imposible discursar un cambio social verdadero y recibir credibilidad a cambio, como se ha mencionado reiteradamente por la corriente transformacionista que hoy es hegemónica en el terreno político.

En absoluto se le puede desear al gobierno el fracaso en tal misión, sino todo lo contrario: que sí se logren los objetivos planteados, pero con el desarrollo humano como prioridad, nunca como promesa inalcanzable para ser empleada como mera bandera política que permita la legitimación y perpetuidad del régimen en el poder, sin dar resultados como contraprestación a la oportunidad de servir, que es consustancial a un liderazgo político bien entendido.

Pero no puede quedarse el humanismo en meras definiciones conceptuales ni en reflexiones de carácter político, sino que debe de transitarse hacia la operacionalización de las variables respectivas, para que se puedan construir indicadores de desempeño, establecerse metas y cronogramas, asignándose presupuesto y delegándose responsabilidades sobre la estructura de mando de las instituciones educativas.

Es momento de que existan evidencias de las acciones de un gobierno humanista, especialmente en torno a la educación de niñas, niños y jóvenes en nuestra entidad federativa sería una gran forma de dotar de congruencia el decir y el hacer, honrando anticipadamente la palabra y la voluntad presidencial y cumpliendo con los más importantes accionistas con que cuenta el estado mexicano, que son los ciudadanos en formación. ¡Que así sea!

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Erik Avilés es doctor en ciencias del desarrollo regional. Director general de Mexicanos Primero, Capítulo Michoacán, A.C.