Horacio Erik Avilés Martínez* Si no existe plena vivencia de los derechos educativos de los mexicanos, ni tampoco hay asomo de que su garantismo vaya a incrementarse, ni tampoco está garantizado el advenimiento de escenarios promisorios para ellos, resulta natural que sus actores clave estén en campaña. Estudiantes, padres de familia, maestros, activistas, sindicalistas, funcionarios y la clase política están siendo incrementalmente involucrados en el proceso político-electoral que alcanzará su clímax en la jornada de votación, que tendrá verificativo el 2 de junio próximo, cuando se tomarán decisiones colectivas cruciales, las cuales definirán el futuro de las generaciones jóvenes en la nación. Hasta el momento, está demostrado que, de parte de los aspirantes, candidatos y partidos políticos no hay grandes propuestas para la campaña; por lo que, al respecto, salvo que suceda algo extraordinario, las expectativas son bajísimas para estos comicios. En cuanto a la efectividad gubernamental de los gabinetes educativos en los órdenes federal, estatal y municipal, así como la producción legislativa, los indicadores exclaman por sí mismos la inmensa deuda histórica heredada de administraciones anteriores, la cual se ha acrecentado en las últimas fechas, inundando no solamente las dependencias educativas, sino que se amenazan áreas tan sensibles como los organismos autónomos vinculados con la política educativa, ya sea en su evaluación, su transparencia, su transversalidad o su mejora continua. En cuanto a las predecibles acciones de los grupos gremialistas, está anunciado que, como en cada proceso electoral ocurre, arreciarán las marchas y movilizaciones en Michoacán, en total sincronicidad con la cuenta regresiva hacia la jornada de votación. Como ejemplo, este viernes se quedarán sin clases las niñas, niños y jóvenes cuyas comunidades escolares en las que están inscritos son dominadas por el grupo denominado “Poder de Base”, el cual sin empacho alguno ha convocado a paros de labores que lesionan la regularidad educativa. Así también, amanece este viernes la Secretaría de Educación en el Estado tomada, complicando la vida de miles de ciudadanos que tienen la necesidad de acudir a esas oficinas a resolver diversas situaciones. No se espera mucho mejor actitud de varios grupos de presión más, en aras de impulsar su agenda particularísima. También, los funcionarios están en campaña. Vemos cómo se ha redoblado su actividad en redes sociales, se ha incrementado la serie de comunicados que emiten día tras día, así como se han multiplicado los avisos de entrega de apoyos sociales, al filo de la normatividad aplicable en materia electoral. Muchos de ellos están enlistados en la lista de aspirantes a cargos de elección popular o forman parte de las pirámides de élites que ingresarán o continuarán ocupando cargos públicos. A nivel nacional, esta semana ocurrió un inusual debate entre un extitular de la SEP y el actual director de Materiales Educativos del gobierno federal, moderado por un periodista, quien dedicó casi media hora de su espacio televisivo para tales efectos. ¿Por qué esperarse al final del sexenio para debatir? ¿Por qué propiciar justo ahora esta clase de encuentros, en pleno proceso electoral? ¿Qué intereses de cada uno de los debatientes se alimentaron con esta puesta en escena, al grado de osar verse las caras para debatir? Por ejemplo, después de un exilio mediático de casi seis años, sorprende la irrupción pública realizada por el extitular de la SEP, advenido a candidato plurinominal que colocaron representando a los priistas de la Quinta Circunscripción, a la cual, por cierto, se adscribe Michoacán de Ocampo. También, que después de haberse colgado de algunas alas gremialistas y designaciones muy específicas para validar el nuevo modelo educativo y legitimar a los libros de texto gratuito, se tome en cuenta por parte de un funcionario federal, por fin, a alguien que disiente respecto a los pasos que ha dado la SEP. Si, en pleno proceso electoral, se acordaron ambos personajes de la importancia de contrastar visiones, Pero lamentablemente incurrieron en medias verdades, en diatriba, clichés retóricos asemejados a pastelazos, pedradas y entretenimiento barato. Quienes vimos este debate nos quedamos esperando a que se comprometieran a cocrear, a defender, a impulsar, a construir juntos las áreas de coincidencia que en sus discursos aparecen. No se habló de proyectos en común, ni en buscar remediar lo mal hecho, ya sea en la actual administración pública federal o la pasada, ni en generar sinergias entre el poder ejecutivo y el legislativo, mucho menos en generar proyectos de colaboración entre militantes de partidos políticos antagónicos, en los cuales se pusieran los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes al centro. Fue penoso escuchar falacias ad hóminem, medias verdades, cifras manipuladas, acusaciones sin pruebas, generalizaciones y francos insultos a dos personajes quienes han tenido el destino educativo de millones de mexicanos en sus manos. Ambos, decidieron aparecer a cuadro asumiéndose mutuamente como enemigos, llamándose “mal llamados” o “sargentos”. En un debate en el cual todos mienten, todos perdemos. Fue esclarecedor ver, debajo del manto de la ironía y la pulsión por contraatacar sin responder, a un emisario de la oposición desde el poder, que se empecina en mirar hacia el pretérito más que en transformar la mayoría en consenso, así como a un alfil restaurador de un muy cuestionable pasado, qué, desde antes de ocupar privilegiadamente su curul también mira hacia el ayer. Ninguno comprendió que el tiempo pasa y, a través suyo las generaciones jóvenes se forman o se malforman, mientras las disputas de quienes podrían mejorar el destino nacional quedan para el olvido, mientras consumen miserablemente los recursos y atención de nuestro presente. Hay muchas cuentas por rendir de gobiernos pasados y presentes. Lo cual se evitó cuidadosamente, transcurriendo la retórica por el camino fácil. Mucho más relevante aún: hay que reparar muchos asuntos antes de salir de la función pública; transparentar, resolver e institucionalizar. Políticas públicas que deben quedar operando plenamente y derechos que deben estar garantizados de una vez y para siempre. Es decir, hay demasiados temas en los cuales se debe coincidir y actuar conjuntamente. Lamentablemente, eso no se tocó. Fue manifiesta la falta de confianza, de empatía y una cerrazón inmensa a construir desde las diferencias. No hubo la más mínima intención de comprometerse juntamente a transformar la herencia negativa, ni a enmendar los errores que se encuentran sobre la marcha. Quedaron pendientes por reconocerse los derechos de las niñas, niños y jóvenes a estar, aprender y participar en la escuela pública, conforme al artículo tercero constitucional; así como hacer conciencia de la necesidad de la mejora continua; de emprender un rescate de la noción de progresividad en la política educativa, la mano franca para organizarse, movilizarse y construir un mejor sistema educativo, que supere los inmensos vacíos existentes en cuanto a políticas públicas. Después del debate entre Aurelio Nuño y Marx Arriaga, ¿qué podemos esperar en las campañas electorales cuando se debata sobre educación? Elevemos la voz, exijamos un debate más profundo en el ámbito educativo, máxime que ya sabemos la fecha para el contraste en materia educativa: el próximo 7 de abril, cuando las candidatas y el candidato deberán presentar sus agendas de desarrollo para el sistema educativo nacional. Requerimos un debate de mayor altura, exhibiendo que hay que tener la cara muy dura como para ignorar las circunstancias infamantes del sistema educativo nacional, presentarse sin propuestas de fondo, enfrascarse en diatribas bizantinas y no comprometerse para resolver la problemática, la cual, al concluir el debate, continuará sin haberse solucionado un ápice. Es decir, el histrionismo y la violencia verbal entre actores políticos que penosamente caracteriza a los debates en materia educativa en nuestro México contemporáneo indefectiblemente termina afectando a los más vulnerables. Con todo este contexto, hoy inician las campañas electorales con un incremento de 36.3 por ciento en el financiamiento público federal para los partidos políticos respecto a 2018; mientras que el porcentaje de recursos para la educación ha caído 3.6 por ciento entre 2015 y 2024. Mientras que en México se gasta cada vez más para que los candidatos se promocionen durante las campañas electorales, la inversión en educación se estanca o va a la baja. Los partidos políticos y candidaturas independientes podrán usar 36.3% más recursos para sus campañas respecto a lo asignado durante la elección federal de 2018, y en tanto, el presupuesto que el Estado otorga a la educación ha caído 3.36% entre 2015 y 2024. Eso quiere decir que las y los estudiantes han recibido menos recursos en términos reales, en comparación con 2015, año en el que se aprobó el presupuesto más alto para educación. De acuerdo con los últimos datos proporcionados por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) del ciclo escolar 2021-2022, 35.4% de las escuelas en nivel preescolar no contaban con servicios básicos completos (electricidad, agua potable, servicio de lavado de manos y sanitarios); 35.9% de las primarias, 32.9% de secundarias y 36.8% de los planteles en nivel medio superior tampoco tenían los servicios completos. Si el presupuesto educativo contemplara incrementos similares a los que se asignan a la partidocracia, se podrían cubrir las necesidades básicas en escuela y se permitiría a cada estudiante contar con las condiciones indispensables para estar y aprender en su escuela. Sí, México aún está muy alejado de garantizar las condiciones más elementales para que todas las niñas, niños y jóvenes puedan estar, aprender y participar en las escuelas. Por ello, coloquemos a la educación en campaña: que nuestro voto sea por la conformación del gobierno educador que merecemos. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles *Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C