Horacio Erik Avilés Martínez La discusión acerca del presupuesto educativo se ha acelerado conforme se acerca el plazo para su aprobación. Si bien, pareciera que ya hay decisiones tomadas y que prácticamente se aprobará de manera inercial el proyecto presentado en el congreso federal, también es cierto que hay una gran cantidad de elementos de análisis que deben ser tomados en cuenta para mejorar la precisión de las políticas públicas que tienen como objetivo garantizar los derechos educativos de las generaciones en formación en nuestro país y en Michoacán en particular. Como ejemplo demoledor, porque exhibe la problemática existente respecto al incremento del abandono escolar y la pérdida de matrícula durante la pandemia, está el comparativo de las estadísticas de matriculación para el estado de Michoacán de Ocampo respecto a los ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022, de acuerdo con la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública. Es decir, se trata de la información oficial que el gobierno federal expone para conocimiento de la ciudadanía. Al respecto, veamos: En cuanto a matrícula total del sistema educativo michoacano, se tiene que, de agosto de 2020 a agosto de 2021, la matrícula en la entidad descendió un total de 83 mil 422 estudiantes, al pasar de 1 millón 315 mil 240 a 1 millón 231 mil 818 estudiantes, lo cual representó un total del 6.7 por ciento de descenso. En contrapunto, contradiciendo toda la lógica de la situación de pérdida de alumnado, se tiene que el total de docentes se incrementó, al pasar de 78 mil 351 a 83 mil 552. Es decir, esto representó un incremento del 6.6 por ciento en el total de maestros contratados, a pesar de que la matrícula descendió un 6.7 por ciento. En el cociente de estudiantes por cada maestro, en 2020 se tenía un total de 16.79, mientras que en 2021 pasó a 14.74. No está de más subrayar que todo este fenómeno es enteramente atribuible a la anterior administración educativa estatal, la cual tomó la decisión de realizar las respectivas contrataciones, sin observación ni participación ciudadana en los procesos de asignación de claves. En educación inicial se sufrió una pérdida muy ligera, al pasar de 11 mil 090 en 2020 a 11 mil 060 estudiantes en 2021, con una disminución de 30 infantes matriculados en este nivel educativo. En educación preescolar, la pérdida fue superior, ya que se pasó de 189 mil 542 estudiantes a 181 mil 522, acumulando una pérdida de 7 mil 620 niñas y niños en la matrícula escolar. En educación primaria, ya no regresaron 10 mil 504 estudiantes para el ciclo escolar 2021-2022, ya que solamente estuvieron inscritos 531 mil 531 de los 542 mil 035 alumnos del ciclo anterior. En lo que respecta a educación secundaria, la pérdida de matrícula fue de 7 mil 735 estudiantes, ya que la matriculación decreció de 225 mil 770 estudiantes a solamente 218 mil 035. En suma, en educación básica se perdieron 25 mil 889 estudiantes, al decaer la matriculación de 968 mil 437 estudiantes a solamente 942 mil 568. En educación media superior, la tendencia a la baja se sostuvo, ya que se perdieron 8 mil 842 jóvenes, reduciéndose la matrícula de 163 mil 552 estudiantes a solamente 154 mil 710. En educación superior, a diferencia de todos los demás niveles, la matrícula creció, ya que, de manera contraria a la inercia manifestada desde educación inicial hasta educación media superior, se pasó de 106 mil 950 estudiantes, a 112 mil 773 en el ciclo escolar 2021-2022, representando un incremento de 5 mil 823 universitarios. ¿Qué cambia en educación superior respecto a los demás niveles, que aquí si subió la matriculación? En el caso particular que a posgrado respecta, la tendencia a la baja retomó vigor, ya que de 7 mil 715 estudiantes se pasó a 7 mil 079, decayendo un total de 636 estudiantes de posgrado. Porcentualmente, fue la caída más drástica, ya que cayó el 8.25 por ciento la matriculación. En suma, la tendencia es alarmante, ya que uno de cada quince estudiantes matriculados en el sistema educativo michoacano durante el ciclo escolar 2020-2021 ya no se inscribieron en agosto de 2021. A reserva de que se presenten las estadísticas oficiales de arranque del ciclo escolar en marcha y se comparen con las anteriores, las cifras exhibidas manifiestan una alerta roja para todo el sistema educativo estatal y para la formulación de prioridades de política pública y de inversión. La cifra de estudiantes que ya no estaban en la escuela en agosto de 2021 se aproxima a más de dos veces el estadio Morelos completamente lleno. Es más, equivale al 99.84 por ciento del total de los docentes michoacanos reportados en el ciclo escolar 2021-2022. Es decir, por cada docente michoacano que estaba contratado en agosto de 2021 prácticamente hubo un estudiante que ya no regresó. Por otra parte, de ese nivel es el saldo heredado en materia de abandono escolar y de pérdida de la matrícula en Michoacán de Ocampo. Así recibió el sistema educativo la actual administración estatal el pasado 1° de octubre de 2021, prácticamente dando inicio del ciclo escolar 2021-2022. Más allá del respectivo deslinde de responsabilidades que se debería de hacer respecto a cuáles fueron las actuaciones emprendidas para contener y remediar el inmenso abandono institucional suscitado durante 2021, es tiempo de presentar también soluciones para recuperar a los estudiantes, uno por uno. Rendir cuentas de cada vida, de cada persona, de cada estudiante con nombre apellido, sueños y aspiraciones es una obligación insoslayable para los funcionarios responsables de garantizar los derechos a estar, a aprender, a participar y a convivir en las escuelas michoacanas. En el marco de la elaboración del presupuesto de egresos del estado de Michoacán para el ejercicio 2023 y de la inminente aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2023 resulta ser una máxima prioridad visitar a quienes están fuera de las aulas hoy, con la finalidad de construir condiciones para recuperar a los estudiantes, regresarlos a las aulas, proveyéndoles de todo lo necesario para que su retorno pueda suceder. ¿Quiénes son? ¿Dónde están los 83 mil abandonados por el sistema educativo? ¿Quién irá por ellos? ¿Cuáles serán las políticas públicas diseñadas para recuperarlos? Más aún, no se sabe que alguien haya ido por ellos desde entonces, ni que se haya diseñado un programa específico para tales efectos. Ni mucho menos, se conoce públicamente cuáles son las estadísticas oficiales al respecto para el presente ciclo escolar, del cual todavía no se han difundido cifras, por el uso y costumbre de algunas fracciones gremiales de bloquear el recabado de información que realizan las autoridades educativas en la entidad. Pero, lo sorprendente es que un fenómeno tan lacerante y violatorio de derechos prácticamente es silencioso. A pesar de que en los planteles tienen su nombre completo, su domicilio, su CURP y diversos medios de contacto, ante su ausencia nadie los busca. Los abandonan el Estado y la sociedad, pero, incongruentemente, las víctimas guardan silencio ante la flagrante violación a sus derechos a estar, a participar y a aprender en las escuelas. No podemos seguir callando ante esta situación. Bajo el panorama presentado, el programa insignia de la administración vigente se ve profundamente cuestionado: el de otorgar becas y hacer transferencias directas de recursos para los estudiantes y sus familias, sin imbricarlos transversalmente a otros programas de apoyo social. Si se incrementó el abandono escolar a pesar de los miles de millones de pesos repartidos, quiere decir que las transferencias directas pulverizadas no funcionan del todo para retener en las escuelas a los estudiantes. Deberá de hacerse una evaluación sistemática de los resultados alcanzados por los programas respectivos. Y paralelamente, para quienes no mueven un dedo para retener a los estudiantes, qué cómoda les resulta su ausencia. A quienes ya no están en las escuelas se les llama “desertores”, revictimizándolos y transfiriéndoles la responsabilidad de irse y después la opción absurda de regresar por sus propios medios, cuando evidentemente fue la falta de condiciones lo que les impidió seguir ejerciendo su derecho a aprender. ¡Estudiando estaban, estudiando los queremos ver de nuevo! Es una aspiración legítima, que las generaciones jóvenes logren desarrollarse a plenitud y alcancen a ser la mejor versión de sí mismos. Levantemos la voz y exijamos políticas públicas para que las autoridades vayan por quienes ya no regresaron y les construyan las condiciones necesarias para su pronto retorno. Pero no se nos olvide que lo mencionado hasta aquí puede ser la punta del iceberg. Por ello no nos cansaremos de pedir que la autoridad educativa elabore un diagnóstico individual, para cada estudiante, donde se establezca cuáles son las condiciones socioeconómicas, socioemocionales y en materia de aprendizaje en las cuales se encuentra, cómo fueron las situaciones vividas durante la pandemia, con la finalidad de establecer una estrategia personalizada para su atención socioemocional, con apoyo socioeducativo y un programa de recuperación de aprendizajes, para que toda una generación pueda continuar en formación. Los diputados locales deben voltear a ver estas cifras durante el proceso de conformación del presupuesto de egresos 2023, toda vez que se requiere invertir en esta situación a la brevedad. Urge que se tome en cuenta la situación y se conforme un presupuesto garantista que contemple las necesidades de más de 83 mil estudiantes en Michoacán, quienes nunca debieron dejar de acudir a la escuela. Hoy no sabemos si regresaron, si se fueron de la entidad, si están trabajando o si tomaron senderos equivocados de vida, presionados por las circunstancias y la falta de oportunidades, expresadas en padecer las puertas de su escuela cerradas para ellos. Retornarlos a la escuela es reencontrar el camino para alcanzar desarrollo incluyente en Michoacán. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles *Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.