COLECTIVO CIUDAD Rafael de Jesús Huacuz Elías En 1973 se estrenó la cinta ‘Soylent green’, protagonizada por Charlton Heston y Leigh Taylor, en México fue presentada como: ¡Cuando el destino nos alcance! En su trama se muestra una visión distópica de la sociedad, la cual habría alcanzado límites claros al crecimiento y sus recursos, es decir, un mundo sin petróleo, sin alimentos y sin agua, la película fue ambientada en la Ciudad Nueva York, irónicamente para nosotros, justo en el año 2022, y como parte de su trama nos muestra como el acceso a una vivienda se da sólo en sectores sociales de muy alto estatus económicos, los hogares se encuentran restringidos para quienes pueden comprar un departamento con todo y el personal que lo atiende, el cual es vendido como accesorio o mueble, en una especie de esclavitud posmoderna Por otra parte, podemos ver como los automóviles dejaron de circular en las autopistas interurbanas las cuales se convirtieron en hogares de miles de personas, alineados a lo largo de varios cientos de kilómetros entre la ciudad y su periferia. Los escasos recursos como los alimentos y el agua, son los bienes más valiosos, y tienen que ser resguardados bajo estrictas medidas de seguridad; una escena nos muestra a la gente viviendo entre las escaleras de los edificios, en las calles, en pasillos de los edificios, quienes para sobrevivir tienen que hacer largas filas día con día, si quieren obtener un poco de agua, que debe ser distribuida raquíticamente entre la gente por la escasez del vital líquido. La película plantea un escenario en un planeta mucho más caliente de lo que actualmente tenemos. La ciudad sobre poblada, debe ser alimentada con supuestas “galletitas” de plancton marino, bajo el supuesto de ser un súper alimento de producción masiva, aunque al final la verdad revelada nos muestra que este producto es elaborado con los restos de personas que son inducidas a una “eutanasia asistida”. La distopía de ‘Soylent green’, a 49 años de su estreno, me parece, aún no cumple a cabalidad su distopía y está lejos de alcanzarnos en su totalidad como profecía apocalíptica, sin embargo, parcialmente ya vivimos los estragos de un mundo en decadencia ambiental, la era del fin del petróleo está a la vuelta de la esquina y tal como lo ha demostrado desde los años setenta, los estudios científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), una drástica caída en la curva de energía representará una caída en la curva de producción de alimentos y por tanto, hambruna generalizada para países del sur como del norte global. Actualmente nuestra sociedad mexicana, altamente urbanizada (80 por ciento urbana contra un 20 por ciento rural), se encuentra al límite del agotamiento de varios de sus recursos, el agua potable es uno de los más emergentes, la escasez en las ciudades ya está afectándonos, y con un planeta más caliente, entre 1.5 y 2 grados centígrados más, habitantes de centros urbanos del norte del país se enfrentarán al dilema de tener que migrar a otras zonas en el sur con mayor disponibilidad del recurso o quedarse y administrar lo poco que pueda tener. Los datos reportados por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), nos aclaran los conceptos de sequía y escasez, en el primer caso, nos dice CONAGUA que la sequía es una baja precipitación por debajo de los promedios registrados durante varios meses o años, mientras que la escasez se refiere a la falta de agua suficiente para cubrir la demanda de una comunidad, pero ¿cuánta agua es suficiente? Si tomamos como parámetro la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona requiere 100 litros de agua al día (más o menos 5 cubetas grandes) para satisfacer sus necesidades de consumo como e higiene, aunque las normas mexicanas establecen una dotación de agua potable por habitante y por día, no menor de 150 litros/habitante/día (SEDESOL), sin embargo existen zonas urbanas en donde esta dotación es nula y ya recienten los impactos económicos que ello representa por tener que comprar a un sobre costo una pipa de agua para surtirse a la semana. La escasez y disposición de agua potable traerá como consecuencia un aumento en las enfermedades gastrointestinales, asociada en mayor morbilidad de los sectores sociales pobres o vulnerables como son los niños y los ancianos; además, repercutirá directamente en aumentar la marginación y la desigualdad social, los impactos ambientales se verán reflejados por un aumento en incendios en pastizales y bosque, erosión y perdida de suelo, así como perdida de flora y fauna silvestre. La escasez de agua ya representa un gran reto para grandes zonas metropolitanas de México que tienen que extraer, trasportar y distribuir el vital líquido desde zonas cada vez más lejanas, por ejemplo, la zona limítrofe entre el Estado de México y Michoacán ya distribuye agua a la CDMX. El reto es muy claro y la reflexión debe llegar no sólo a la sociedad en su conjunto, sino con mayor fuerza a quienes son los actuales funcionarios en la materia y quienes deberán trabajar el tema desde las más altas esferas con la etiqueta de “emergencia nacional”, si no queremos ser “rebasados por el destino”. colecciudad@gmail.com