ETELBERTO CRUZ LOEZA ¡Es la economía, estúpido! - Bill Clinton, Presidente de Estados Unidos Aterrizó en mi teléfono celular artículo del abogado José Elías Romero Apis; éste lo leí con detenimiento y mi cabeza le dio varias vueltas. Finaliza su artículo con esta sentencia: En política, hay juguetes indebidos, jugadores impedidos y juguetes prohibidos. Complemento estas sentencias con las recomendaciones que, a través del tiempo, he leído y aprendido: no se debe jugar ni con la economía, ni con la Iglesia, ni con el Ejército, ni con la Educación, ni con la salud del Pueblo y ni con el presidente de la República. Seguramente, todos ellos tienen razón. Sin embargo, para nuestro actual titular del Ejecutivo federal, cargo que respeto, no respeta nada y para él, todos son juguetes al alcance de sus poderosas manos y lo hace con la mano en la cintura por palabras muy simples: poder absoluto, casi. Al mismo dispositivo individual llegó una charla de sobremesa en la cual, de manera informal, hizo uso de la palabra el invitado, José Ángel Gurría Ordóñez, ex secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, organización en cuyo seno están los países más desarrollados económica y científicamente y más poderosos del planeta. En la comida con el tema Despertemos México, en la cual estuvo nuestro ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores acudieron 300 líderes empresariales y políticos de nuestro país. En su charla, con bastante naturalidad, muestra de experiencia, conocimiento y confianza, se refirió con amplitud y profundidad de todos los temas de actualidad e interés y que, curiosamente, Andrés Manuel López Obrador no respeta y sí juega con ellos. De todos ellos, llamaros mi atención lo siguientes: Seguridad y Protección: Proteger a la sociedad es uno de los principales mandatos del Pacto Social en un gobierno democrático. ¿Quién protege hoy al pueblo de México? (En estos momentos está por definirse la ubicación de la Guardia Nacional – por el momento no pasó en la H. Cámara de Senadores - que no se sabe para qué está ¿o para proteger al pueblo de México o para protegerse a sí mismo o para proteger a…), ¿A quién protege el gobierno…porque a alguien debe proteger el gobierno? Sin entrar más allá y sin rascarle mucho, por los hechos, por los números, por las comparaciones, es evidente que no es a la sociedad. (Afirmó) Aquí están sentados los líderes de la sociedad; del sector empresarial, acaso de la política, de los partidos políticos…entonces, por qué no se manifiesta la sociedad…la sociedad no debe estar callada. Debe expresar sus insatisfacciones e inconformidades. Debe hacerlo. No debe estar tan sumisa, tan silenciosa. Tenemos un entorno muy complejo, el mundo muy difícilmente no podría enfrentarse a un mundo más complejo; son muchos los desafíos: una desaceleración generalizada, inflación altísima, tasas de interés muy altas, sin precedentes, gestión social y política que confronta constantemente a los gobiernos y la pandemia. Tenemos que recuperar una parte de las oportunidades perdidas. Tenemos una inflación autogenerada…entre otras cosas por falta de competencia y, finalmente, se afecta a los más vulnerables; está una informalidad del 70% de la fuerza de trabajo y así es imposible…es imposible capacitarlos para un mundo laboral cada vez más digital y tecnológico. Casi la mitad de nuestra población está en la pobreza y una quinta parte de esa población está en la pobreza extrema. México es uno de los países más desiguales del mundo; el 10 de la población posee el 79% de la riqueza nacional…La desigualdad está muy acentuada. Estamos creciendo anualmente a un promedio del 2%; en el año 2000, con todo y crisis, crecimos al 7%. Y la desigualdad no es únicamente económica; son desigualdades sociales, de acceso a salud, educación, servicios, justicia, estado de Derecho, a cultura. Además, es un problema de competitividad en…Estado de Derecho, sistema político, salud, estabilidad política, Estado de Derecho, Estado de Derecho…Respeto de contratos…Es en todo lo que puede llamarse Buen Gobierno. Comparativamente tenemos una competitividad desigual de 1/4 con Estados Unidos y de 1/3 en relación a los 18 países líderes de la OCDE, como Francia, como Dinamarca. El Instituto Nacional para la Competitividad – INCO, que sigue la pista de 43 países – nos tuvo registrado en el lugar 30; ahora nos tiene en el lugar 37. Habrá que saber por qué. Tenemos un problema de seguridad: la violencia es creciente y se genera gran incertidumbre, fuga de capitales y número creciente de actividades económicas lícitas con capital de la delincuencia. No hay seguridad para la inversión y sin capital no habrá inversión, no habrá trabajos, no habrá productividad. También tenemos un gobierno chiquito que capta 1/3 de lo que reciben países líderes de la OCDE. Debemos tener una prioridad del gasto y una reforma fiscal efectiva y, además, nos falta transparencia en la asignación de contratos. Los contratos deben asignarse como norma por concurso y no por asignación directa; la asignación directa indica una percepción de corrupción. Debemos tener un sistema de justicia que sin distinción sancione y castigue. Así, desaparecerá la corrupción. Fue charla de más de 30 minutos. Con esto es suficiente para ofrecer una visión real de nuestra situación integral. Ciertamente, el titular de nuestro poder Ejecutivo Federal no es culpable de las causas externas de estos problemas, deficiencias o carencias, pero sí responsable porque casi todas ellas pasan por su oficina y/o se turnan a sus secretarías, después de ser acordadas con él, mas lo que sucede es que, como lo afirmó Carlos Urzúa, su primer secretario de Hacienda, por sus irreflexivas decisiones, no valora o valoran los efectos. Lo cierto es que está generando distorsiones en los eslabones de la economía y es un sector en el cual, y con el cual, no se debe jugar, pero él lo hace porque tiene Poder y no sufrirá lo resultante.