Etelberto Cruz Loeza Leí con detenimiento colaboración del Consejero Ciudadano del Instituto Nacional Electoral (INE) Ciro Murayama en defensa de las representaciones plurinominales, también llamados de representación proporcionales, listado regionales o, simplemente, de Partido, publicada en la más reciente revista Nexos. Entiendo su función, su rol y, hasta eso, un poco su pequeña historia, e intención, en nuestro país, desde los juicios de Mariano Otero, allá por 1847, hace 174 años. Entiendo que existe un escenario no muy halagüeño para ellos, pues el titular del poder Ejecutivo Federal desea desaparecer la mitad de ellos - dejarlos en 100 y de pilón, los del Senado, dejándolos en 96 – con lo que las H. Cámaras de Diputados y Senadores, de presentarse y aprobarse la iniciativa que sostiene el presidente de la República, quedarían, en 400 y en 96, respectivamente. El sedicente motivo es buscar el ahorro. La verdad es que Andrés Manuel López Obrador no muestra sus razones=motivos, únicamente muestra sus deseos, sus cartas: desea pasar a la historia, una razón más, como transformador de Instituciones. Sería inaceptable que fuera contra las minorías, contra el pluripartidismo. Andrés Manuel López Obrador y la cuarta transformación en acción. Esta acción está incluida en su paquete de reforma electoral de gran calado: tiene el deseo y capricho de cambiar todo lo electoral, desde el Instituto Nacional Electoral, su encaje legal y, también, todo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es curioso este capricho: gracias a los plurinominales configuró la mayoría calificada en la legislatura federal, que ya es historia, se fue. Realmente, el perfil actual de los plurinominales, que son regalos, está distorsionado, por culpa mayoritariamente de las cúpulas de los partidos políticos. En teoría, republicana, las Representaciones de las Minorías deberían servir para que en el poder Legislativo todas las voces, las minorías, estuvieran representadas y no se tenga el poder aplastante de la Mayoría y en las cámaras se presente un juego democrático con la participación de estas minorías. Mariano Otero lo afirmó muy claro en su voto particular al Acta Constitutiva y de Reforma de 1847: La necesidad de llamar todos los intereses a ser representados, es hoy una verdad tan universalmente reconocida, que solo ignorando el estado actual de la ciencia puede proclamarse el duro y absoluto imperio de la mayoría sin el equilibrio de la representación de las minorías…solo hay duración y vida en el ejercicio de todos los derechos, en la manifestación de todas las opiniones, en el libre desarrollo de todas las fuerzas y de todos los intereses…hace que no se levante un solo sistema para destruir a los demás, que el libre examen redunde en el beneficio y provecho de todos. Todo iría muy bien en esos espacios políticos ese pasado legislativo que se desea olvidar – 40 por ciento de la Cámara de Diputados y 25 por ciento de la Cámara de Senadores – eran utilizados para ubicar a profesionistas calificados, expertos, pero que, en una contienda territorial no era seguro su triunfo; con ellos, los pesos de las H. Legislaturas tuvieron calidad profesional=académica, pero las cúpulas de los partidos políticos cambiaron todo ante la carencia de cuadros profesionales y de militantes, expertos y con conocimientos, y se fueron por lo más fácil: asegurar un espacio de poder a sus familiares, compromisos político-económicos, relaciones de afecto temporales y/o caprichosas y como no participaban en la contienda territorial sencillo, simple: registrar a la persona; finalmente nadie se oponía. Era legal. ¿Qué pasará? Por un lado, dado que sería una reforma constitucional, la iniciativa debe recibir el voto favorable de las mayorías calificadas de ambas cámaras, que como se configuraron con la elección de junio, es posible que no pase y se quede en la congeladora. Por otro, como eso perjudica los intereses de todos los partidos políticos - en todo el país y en todos los estados -, es posible, y probable, que no reciban las votaciones necesarias para que sea reforma constitucional. Muy difícilmente será aprobada esta reforma electoral, pero… ¿Qué debe suceder? Precisamente que se regrese al espíritu político electoral: proponer en esos espacios a personas con conocimiento, profesionalismo, experiencia, que balanceen el peso cualitativo de las legislaturas y no sean únicamente políticos, políticos y sí, también científicos, ideólogos-técnicos universitarios y tecnológicos, docentes, artistas de todas las áreas del arte y la cultura, especialistas, etc., quienes ofrecerían un plus adicional a las comisiones legislativas y al peso específico de ambas cámaras o, también, formar militantes, cuadros y simpatizantes para que de ellos surjan y/o nutran los Plurinominales, las minorías partidistas y así, todas las opiniones estarían representadas, que es el espíritu y la letra de las representaciones de las minorías.