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Aparentemente, a nuestro titular del Ejecutivo Federal no le importan nada sus palabras y estilo personal de gobernar.

Etelberto Cruz Loeza

Las palabras de un presidente importan, no importa lo bueno o lo malo que sea ese presidente. En el mejor de los casos, las palabras de un presidente pueden inspirar. En el peor de los casos, pueden incitar. Joe Biden, presidente constitucional electo de Estados Unidos.

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Utilizó palabras del futuro presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresadas tras los vandálicos sucesos en la sede del Senado norteamericano, en Washington, el pasado 6 del presente, para ejemplificar el valor de las palabras presidenciales, y, como complemento, comportamientos, estilo de vestir e imagen de gobernar de López Obrador.

Aparentemente, a nuestro titular del Ejecutivo Federal no le importan nada sus palabras y estilo personal de gobernar; mas eso es lo que él desea que veamos=aceptemos; en el fondo, todos sus actos están electoralmente valorados, medidos y dirigidos: todos ellos tienen sus destinatarios.

Y, entrando en materia, asesorado por el guatemalteco Epigmenio Ibarra, éstas son las columnas con los cuales el señor presidente de la República sostiene su actuación:

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1ª Los medios: El señor presidente de la República basa descansa toda su actuación ejecutiva en el manejo, dirección y maquillaje de los medios informativos– tradicionales y contemporáneos: Hotmail, Gmail, mensajería instantánea, redes sociales – preferentemente, sean benditas o malditas, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, WhatsApp, etc. y las plataformas, preferentemente Meet, Zoom, radio y televisión, conferencias en tiempo real, video llamadas, periódicos tradicionales y portales informativos. Por ellos ejerce en todo su esplendor su poder presidencial. Tiene su lista de favoritos – Televisa, La Jornada y TV Azteca y los apestados, lo cual es natural, aunque se dé baños de inmaculada pureza e impoluta limpieza. Con todo y que cotidianamente se dice constructor timonel maquinista de la 4t – aunque no lo dice, al estigmatizar a los conservadores y neoliberales, se infiere que es liberal; lo cierto es que es sumamente conservador y aplica aquellas frases lemas de la política chicharronera de José López Portillo: A) Nada más mis chicharrones truenan. B) No le voy a pagar ¡para que me pegue!

2ª Conferencias matutinas: Sus conferencias mañaneras: son herramienta multiusos: ataca a sus contrarios, oponentes y archienemigos, justifica a sus favoritos, ejemplos a la mano: Hugo López-Gatell, el doctor Muerte, subsecretario de Prevención y Promoción de Salud: expresó más de 10 adjetivos para enaltecerlo. Poco importan los drásticos y disparados números fúnebres y epidemiológicos de la pandemia y sus mentiras y dislates, gazapos y estupideces que expresa: es el dedo chiquito del presidente. (En lo personal supongo la razón: a alguien debe echársele la culpa de los errores, contagios y muertes. ¡Ni modo!). Distrae, fustiga, agrede, divide, se burla, banderillea y batea a quien quiere y cuando quiere. Laboralmente marca cierta agenda y señala líneas, aunque sean de pánico. ¿Para qué enlistamos más?

3ª La mentira: Si bien la mentira es herramienta del hombre, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología electrónica, aplicada, particularmente en la comunicación y política, su utilización, se ha quintuplicado en la política y como están de moda los neologismos, nuestro presidente hace uso de fake news, medias verdades, posverdades, verdades maquilladas y tele realidades y las expresa con toda naturalidad y se sale por la tangente, con sus otros datos. Funcionan portales informativos y empresas de comunicación electrónicas que entre sus especialidades validan las aseveraciones del señor presidente y cuantifican la cantidad de mentiras, fake news y espectro de neologismos; han llegado a concluir en un promedio diario: 40 mentiras o datos difíciles de comprobar. Multiplíquelos por los días de gobierno y más o menos tendrá una cantidad aproximada de mentiras o datos muy difícilmente comprobables.  

4ª. Promesas: Ese axioma don Juanesco *prometer, prometer, prometer, hasta vencer. Ya adentro, ¿Quién se acuerda de promesas? Fiel a la recomendación, nuestro titular del Ejecutivo federal, cuando está en crisis política, como la cerrazón de actividades económico laborales, prometió miles de millones de pesos como estímulo a empresarios, dinero que jamás se asignó; cuando se informó de las pérdidas de plazas laborales, prometió la creación de miles de empleos y apoyos económicos como estímulos; ni empleos ni dinero se vieron; al estar muy sensible en la aceptación social, prometió no detener el combate a la corrupción: Emilio Lozoya. Al criticársele los afectos a la mamá de El Chapo Guzmán, prometió saludar a todas las personas, pues merecen atención y respeto. No ha sido así; al mostrársele la inexistencia de medicinas contra el cáncer infantil, prometió compras multimillonarias y abasto a suficiencia. No hay existencias. Es su palabra contra la realidad. Nadie lo desdice.