ETELBERTO CRUZ LOEZA El Estado mexicano, la nación, el país, y su sociedad, estamos viviendo el fin un mundo inédito en cuya superficie destacan la aparente anarquía, el desinterés, pero que, en el fondo, en ese fondo en el que muy pocos cuentan que seguridades, existen certezas, que, también pueden no serlas, porque ese mundo se está acabando, pero que deseo permanezcan ciertas cualidades y ciertos valores, sobre todo las instituciones, base del Estado. La semana antepasada la ministra presidenta de nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, al recibir el premio Derechos Humanos 2023, de parte de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, en Marruecos, afirmó: Las garantías fundamentales solo pueden ser posible, si hay independencia judicial, sin presiones ni cuestionamientos, e impartición de justicia sin subordinación interna o externa La única forma en que nuestra función jurisdiccional se erige como un mecanismo de protección de los derechos humanos es que podemos desempeñarla libremente, sin presiones ni condicionamientos. Nuestra única presión debe ser cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales que nuestros países han decidido darse, así como los compromisos internacionales asumidos. Hoy pongo sobre la mesa la importancia de la independencia judicial como la garantía de estos derechos, porque su realización exige que la impartición de justicia sea sin subordinación interna o externa alguna. En ninguna parte del mundo existen certezas definidas permanentemente, pero si valores trascendentales y verdades científicas; así las cosas, en nuestro mundo todo globalizado, en la política, en la administración, como si se fuera saliendo de un tsunami estamos rodeados de incertidumbre, mas, para pisar en firme y seguro, bastante ayudaría los resolutivos de nuestras instituciones. Tal como lo dijo el expresidente de la República, Demonio de Dublín, Carlos Salinas de Gortari, todo lo que pasa en México es por la política, la cúpula de MORENA presiona a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la acosa social, política, partidista y jurídicamente: Tiene un cerco de militantes aplantonados frente a su edificio central en Pino Suárez, lo que obliga a sus ministr@s a sesionar en sede alterna. Política y partidistamente – desde el presidente de la República y sus líderes en las 2 H. Cámaras del H. Congreso de la Unión - amenaza a la estructura superior de nuestra Suprema Corte de Justicia a modificar su estructura, promoviendo iniciativa de reforma constitucional al artículo 96° constitucional…presentándola en septiembre de 2024… ¿Por qué ahora? Saben que cometieron errores en todo el proceso de la última sesión del periodo ordinario de sesiones del Senado de la República – cuantitativamente – les faltó una senadora suya que estaba de comisión en España, por lo que o falsificaron su firma o X, Y, Z formas milagrosas - y cualitativamente-procedimental legislativamente -. Y ese camino – utilizado por el ministro Javier Laynez Potisek, será el mismo que se reutilizará para detener el curso de la llamada segunda parte del Plan B…Y ellos lo saben, razón por la cual están sembrando odio y saña que fortalecerá el odio contra los resolutivos jurídicos y sucesos políticos, como los resultados de las elecciones – estado de México y Coahuila - que se difundan y se den en no má de 3 semanas. Saben, también, que los tiempos actuales – el hoy y el inminente mañana – no les son propicios. Las palabras de la ministra Piña Hernández resuenan en sus cerebros: la impartición de la justicia sea sin subordinación interna o externa…hoy pongo sobre la mesa la importancia de la independencia judicial como garantía de estos derechos sin subordinación interna o externa alguna. No es extraño que la ministra presidenta de la Corte sea acosada personalmente y que el poder judicial esté señalado cotidianamente como podrido, razón suficiente para que se proponga nueva forma estructural para su nueva conformación: consulta pública e iniciativa para reformar el artículo 96° Constitucional – de hecho, todo el capítulo IV. Del Poder Judicial, empezando por el 94°… ¡para después del proceso electoral constitucional del 2024, que, parafraseando, será la Madre de Todas las Elecciones! ¿Por qué razón plantea todo ahora, cuando, si se hace caso a lo usual y recomendado, no tiene todo el poder, como lo tuvo en la primera parte de su sexenio? Para sensibilizar, no a la sociedad y sí a sus fieles Tigres y adoradores amlovers y suceda-repetir lo que, en Estados Unidos, hizo Donald Trump – intentar con sus fieles tomar el Capitolio – intento de subversión -, Jair Bolsonaro, Brasil – no aceptar el resultado electoral con el pretexto de que las urnas eran viejas e inútiles; lo de Bolivia, con Evo Morales – ¿nuestras fuerzas armadas le invitarán a que deje el poder? ¿En Perú, sus fuerzas armadas y la policía lo despojarán del poder y generarán crisis política – no constitucional, aunque “casi”? O la de Ecuador, con Guillermo Lasso – que intenta desaparecer su Asamblea Legislativa y convocar elecciones para la reconformación de todo el poder o clonar el modelo venezolano o el modelo nicaragüense o el cubano… Modelos sobran, pero faltan ciertas circunstancias, entre ellas, tiempo y poder absoluto. Y no las tiene y cada día que pasa, tiene menos, pero está sembrando vientos para cosechar tempestades. En ningún sexenio hubo algo como lo que vivimos: al secretario de gobernación, responsable de la seguridad interior y de la gobernabilidad… ¡en campaña política! A la Jefa de Gobierno de la ciudad de México, dejarla al garete y andar en campaña publicitando su ¿exitoso estilo?, de gobierno. Al secretario de relaciones exteriores enfrascado en tener publicidad e imagen y callar mientras el titular del Ejecutivo federal hace a un lado la doctrina Estrada y se confronta con China, Perú y el Senado de Estados Unidos y se mete en la vida de otras naciones. Nuestra Suprema Corte es el faro en este tiempo tempestuoso.