CUARTO PODER | ¿Y el nombre del juego?

Y estaba aun más obligado porque debía informar de la inédita y terrible fuga de información secreta, o no, de la que fue objeto la dependencia a su cargo y de la que es absolutamente responsable.

ETELBERTO CRUZ LOEZA

Si vas a decir algo importante… ¡¡no lo digas por teléfono!!

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Francisco Hernández Juárez, líder del sindicato de Telmex

Tomo uno o dos fragmentos de la colaboración del constitucionalista Elisur Arteaga Navas, publicada en Proceso, No. 2399, de 23 de octubre pasado. Señala lo que comprobé en la Constitución, tal como él lo escribe: 

El artículo 93 constitucional, segundo párrafo, dispone lo siguiente: “Cualquiera de las Cámaras podrá convocar a los secretarios de Estado, a los directores y administradores de las entidades paraestatales, así como a los titulares de los órganos autónomos, para que informen bajo protesta de decir verdad, cuando se discuta una ley o se estudie un negocio concerniente a sus respectivos ramos o actividades para que responde a interpelaciones o preguntas”.

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Luego entonces, ¿por qué ese desacato? Él debe respetar la Constitución Política que protestó y juró defender.

Y estaba aun más obligado porque debía informar de la inédita y terrible fuga de información secreta, o no, de la que fue objeto la dependencia a su cargo y de la que es absolutamente responsable.

¿Entonces?

¿Y por qué tuvo la audacia y/o desplante de citar a su domicilio oficial - Secretaría de la Defensa Nacional – a las comisiones parlamentarias y miembros de las comisiones parlamentarias que le solicitaran su presencia para conocer su juicio sobre la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría a su responsabilidad?

El ego del señor secretario debe ser superlativo, porque justificó su desacato … porque un representante popular tuvo expresiones indebidas-no recomendables para su persona” ¡¡¡Vaya!!! ¡Con qué poca agua se ahoga, mi General Secretario!

Señor secretario, vivimos en una democracia y lo que le dijeron, es poquísimo, una

minucia de todo lo que pudieron decirle y comparado con todo lo que puede pasar y exhibirse y decirle y hasta reclamarle. Respetuosamente su “YO” se extralimitó en su muy alta estima.

Desconozco si entre las funciones y responsabilidades de la secretaría a su cargo – y que él debe conocer y estar enterado – está la de espiar y la de ser escucha de las conversaciones telefónicas de protagonistas políticos, desde el presidente y su universo familiar, hasta protagonistas políticos empresariales, sindicales, ciudadanos que pudieran o signifiquen un riesgo para la ¿estabilidad-seguridad” del país. 

Eso es un delito y es muestra de poder omnímodo y sin límites.

Torpe como soy, supongo que su jefe superior – el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador – debió, u ordenarle o recomendarle hiciera caso de la cita y/o el   jefe de gabinete – Adán Augusto López Hernández – pedirle, sugerirle, y hasta ordenarle asistiera a la sesión a la que fue convocado.

Luego entonces, ¿Por qué, ni uno ni el otro, no lo hicieron?

Eso se llama Poder…o ¿tanteándole el agua a los camotes?

Me llegaron dos blogs… uno de ellos me aclaró la diferencia entre militarización y militarismo; las palabras del Gral. de División, D.E.M. retirado, Juan Alfredo Oropeza, me cultivó un poco y, posteriormente, el Larousse me confirmó:

MILITARIZAR: Someter a la disciplina militar a personas o agrupaciones civiles. Dar carácter u organización militar a una colectividad.

MILITARISMO: Predominio de elementos militares en el gobierno del Estado.

Si bien el señor presidente de la República tiene la atribución y facultad constitucional de designar en los puestos de la administración Federal a quién se le pegue la gana,

¿Por qué a los militares?

¿Por qué llenó de militares la administración civil de este gobierno? Están hasta en la sopa.

Los militares son humanos; no están exentos de ser corruptos. No son invulnerables a la corrupción…Y, como lo preguntó el Lic. Jesús Reyes Heroles:” ¿Ya lo pusieron donde hay? ¡Y donde están… ¡Hay! ¿Y qué les harán?

El otro blog contiene fragmento de charla de Carlos Marín, funcionario del diario Milenio y Milenio TV. Lo transcribo:

El informe sobre Ayotzinapa es una patraña…Lamento que muchos periodistas respetados por mí, porque son respetables, como el queridísimo y muy inteligente Leo Zuckermann, como te acaba de decir, se hayan ido con la finta de esta patraña. Una patraña que apesta más que el muladar del basurero de Cocula, Pepe. ¡Es una barbaridad!

Por eso en mi texto de hoy, publiqué, que con lo corroborado ya por el New York Times, y perdón por jalar la cobija, y que yo lo dije hace 2 semanas, la detestada, abominable “Verdad Histórica”, de Murillo Karam, queda vivita, coleando y rechinando de limpia. Frente a la sarta de pendejadas que ha cometido este Gobierno por sectario al enfocar una investigación criminal para complacer a los vividores del dolor ajeno que explotan la tragedia de los normalistas de Ayotzinapa. y peor, con esos pantallazos que Encinas dice de 150 y tantos o algo así, imagínate, la tercera parte, no tiene, dice el subsecretario, no tiene solidez. ¡la tercera parte Pepe, la tercera parte! Con pantallazos como esos, empinaron al Ejercito, el gobierno de la cuarta transformación. Mientras halaga al Ejército, poniéndolo a hacer negocios de particulares que lo colocan en una ruta muy riesgosa de corrupción. En el ejército mexicano, ahí lo apapachan mucho y desde el mismo gobierno y a través de la subsecretaría de Derechos Humanos, la comisión de esta verdad, que cada vez nos aleja más de la verdad, y de la fiscalía que manejó un achichincle del grupo interdisciplinario de expertos independientes y que empinaron la cosa hacia el Ejército para justificar la babosada de que fue un crimen de Estado, el mismo gobierno de la cuarta transformación le ha dado un chingadazo al Ejército, del que tengo toda la certidumbre de la indignación que ha causado en esa institución que goza de ser la mejor, la más apreciada por la sociedad mexicana en el sector público, y por cierto, la de carácter civil, la mejor valorada es el Instituto Nacional Electoral, que este mismo Gobierno se quiere chingar, Pepe.