La fiesta y el folclor

El jaripeo es historia, es cultura, es folclor, el jaripeo es tradición, un espectáculo que afrenta tanta trascendencia de la historia de México

Gonzalo Reyes

El jaripeo nunca debió haber sido lo que ahora es. El jaripeo es historia, es cultura, es folclor, el jaripeo es tradición, el jaripeo es honor y de gente a carta cabal. Lo que ahora existe, es un espectáculo que afrenta tanta trascendencia de la historia de México, de casi ya 500 años, el jaripeo antes era de honor y de superioridad sobre el reino animal y su naturaleza, era el dominio pleno de los hombres que trabajaban con el ganado y era su forma de distraerse con exhibiciones de los trabajadores de las haciendas al demostrar sus habilidades.

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 Lo de ahora es un espectáculo como cualquier otro donde la gente tiene la oportunidad de al pagar puedan disfrutar de unos tragos y de la música y baile, previo a la monta de toros que mejor es no describirla, lástima que así allá evolucionado la grandeza histórica del mexicano que antes se jugaba la vida sin acuerdos y exhibían su pericia dominando al ganado.

En los orígenes de los jaripeos fue otra cosa; antes ellos, los hombres eran los héroes y no los toros ya que en sus campos tenían cientos y hasta miles con los que trabajaban y cuando tenían ocasión se divertían al mostrar sus capacidades sobre el ganado en los corrales de reconocimiento, donde se congregaba el público que asistía a las fiestas que se realizaban.

Las que durante décadas y hasta cientos de años, fue la tradición y forma de expresar su gusto y la idiosincrasia de un pueblo que eminentemente tenía que depender del trabajo ganadero realizado en los campos. Pero llegó la comercialización de esa tradición y ahora tenemos lo que tenemos y así seguirá esto evolucionando hasta quien sabe que más planos, en los que las innovaciones darán otros giros a lo que marcaban los cánones del auténtico jaripeo ranchero.

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En pleno auge de la evolución de las jugadas de jaripeo, ya cuando se cursaban más de 2 décadas pagando por estos espectáculos, en Morelia, donde se originó su comercialización, entonces llegó San Lorenzo, la organización con una visión distinta a lo planteado por quienes en sus orígenes de la venta de este entretenimiento, más por lo monetario, los hermanos López Ríos, llegaron a encausar y darle dirección a estos festejos ya como una actividad que resultara digna para quien paga por ver y para quien tomara parte en su realización.

En su origen como negocio, consistía en ofrecer fuertes recompensas económicas al hombre que se quedara arriba de un toro hasta que dejara de reparar y fuera lazado por los de a caballo; pero como los premios eran grandes, se buscaba que los toros tiraran a la mayoría de los jinetes o a todos, para conservar como ganancia esos dineros; el público vivía emociones distintas, más encausadas al valor de los jinetes y ellos eran los héroes de aquellos jaripeos.

Los jinetes eran los que le daban valía a cada tarde porque sin ellos simplemente no había montas, pero algunos toros se colaron a la cúspide ya que era difícil de cualquier forma que les pudieran quitar el premio que defendían, así fue como nacieron las jerarquías del jaripeo, las que primero y antes que nada dirigían a favor de sus intereses los organizadores.

Esto dio inicio a un bache donde prevalecía la valía del toro sobre los montadores y siempre se buscaba que el bobino llevara la mejor parte y fue cuando entró en escena San Lorenzo y no solo en Morelia, ya venía con un largo camino por todas las plazas de varios estados que ya hacían de las montas, duelos encarnizados por querer ganar la supremacía, ganaderos contra jinetes, cuando ya estaban contratados estos últimos y que ellos no cedían ante las exigencias.

San Lorenzo, ordenó las incidencias y equilibraron potencias, al fin y al cabo, el jaripeo era ya un espectáculo pagado y no se defendía un premio que debilitara la economía del empresario si este se pagaba, ya que el sueldo de los jinetes estaba asegurado por realizar sus montas.

Ahí fue cuando se le dio la importancia al público, que es el que ha sostenido los espectáculos con su paga; se le brindaron emotivos duelos que garantizaran la emoción y la seguridad de que se desquitaba lo que se pagaba por un boleto en sus jaripeos; las ideas del señor Álvaro López, fueron muy idealistas y constructivas para la estructuración de las montas, surgieron ídolos de poder, al equilibrar potencias y desde abajo los que marcaron su nombre para la posteridad, se ganaron con esfuerzo su lugar en la cima del salón de la fama de San Lorenzo, que a la fecha es sinónimo de honestidad, de buenos espectáculos y de respeto por el jaripeo.

Cualidades que muy difícilmente se profesan y menos ahora en los espectáculos que tanta trascendencia tienen para la historia e idiosincrasia de los mexicanos; lo que en gran medida se debe a la dirección que le imprimió a las actividades de San Lorenzo, su mecenas, la gran dama de los jaripeos Blanca Margarita Correa López, quien por el gusto heredado por todo lo que es campo, ganadería y agricultura, pudo proyectar, cuando lo mejor de su vida lo brindó y casi en forma anónima para que se dignificara su identidad favorita que era el jaripeo, lo que cristalizó en la plaza Monumental de Morelia, con San Lorenzo y los hermanos López Ríos.

Otras actividades de tanta trascendencia para la cultura popular también fueron beneficiadas por las bondades y gusto de pertenecer a ellas; las corridas de toros, así como la cría de caballos de razas definidas, lo que a la fecha ha mejorado la cabaña equina de nuestro país, así como en la selección de aves de combate y en el campo en el mejoramiento de huertas y árboles frutales, que ahora gozamos desde el oriente michoacano y para todo el mundo.

La producción de toros para el jaripeo también fue la pasión de Blanquita y tubo la gallardía de promover la cría de toros de lidia con excelentes sementales que se ganaron ese grado tras el indulto en las plazas de toros; toda una vida prolífica que la llevó a la nominación de cargos públicos y a fomentar el desarrollo cultural en el oriente del estado, a la vez que formaba a su familia y dirigía por los mejores senderos a sus hijas y nieta, que hoy son personas de probada calidad cívica y moral que trabajan para el progreso de nuestro país tal como fue la distinguida Blanca Margarita Correa López y lo hiciera a lo largo de su fructífera vida que estuvo inclinada por la fe en nuestra religión donde fue preparada para dar lo mejor de su gesta humanitaria.

El 4 de julio cerró el último capítulo de su afanosa y benevolente existencia terrenal, ahora ya tiene más cargos y su bien ganada placidez en el terreno celestial desde donde seguirá iluminándonos a tantos que nos pudo beneficiar con todo lo que nos ofreció para trabajar en estos planos terrenales y por lo pronto la tarde de este mismo domingo 21 de julio se tendrá un atractivo jaripeo, al que ya nos han invitado, porque se plantea realizarlo tal como a ella le gustaba ofrecer a su basto público y será en la plaza de toros El Relicario de Morelia.

Entra al ruedo Rancho Traficante, Los Toros Siniestros de Israel Alvarado, sin más ventajas que las que traigan por poder estos garantizados ejemplares, que serán montados por Los Vaqueros Bronco, del Coco Cruz; pero lo interesante es que para cobrar un premio delante del publico los jinetes deberán mantener por lo menos una mano dentro del pretal, para ver su esfuerzo y sobre todo para brindar espectáculo digno y vibrante, porque ahora si se jineteará a los toros.

Sin perder la verticalidad y sin movimientos grotescos: las espuelas, pretal y el cajón son moderados para que hombres de acero como Comalito, sobre Rey de Las Tinieblas; así como Aventurero, contra el toro Goliat y Pequeño Guerrero, contra el toro Edición Limitada y todos los demás puedan hacer mejor su trabajo arriba de los bovinos para complacer al público, mientras toca los sones la banda Constelación de Santa Rita y cierran las incidencias hasta que el cuerpo aguante Los Barón de Apodaca y La Banda R-15 del legendario Corita González, por lo que ahora si nos entusiasma para asistir a este jaripeo esta misma tarde y ofrecer su reseña.

Fe de erratas: Por un error de edición, el domingo 14 de julio, en la página 13, la columna de este autor, ‘El paso del jaripeo’, fue firmada erróneamente a Jorge Ávila.